Liturgia del 21º DOMINGO ORDINARIO 2024 (B)
El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos nosotros.
MONICIÓN DE ENTRADA
Las palabras de Jesús, siempre llenas de vitalidad y luz, nos ayudan a renovar la esperanza. En el evangelio de esta semana se nos invita a seguir al Maestro. “¿También vosotros queréis marcharos?” Merece la pena seguir intentando humanizar el mundo en que vivimos. Celebremos la Eucaristía renovando nuestra adhesión y compromiso con Jesús y la fraternidad entre nosotros.
ACTO DE RECONOCIMIENTO
Para seguir a Jesús debemos renovar y reforzar cada día la LUZ que hay dentro de nosotros, los dones y cualidades que Dios Padre nos ha dado. Por eso comenzamos la celebración dándole gracias por ellas y comprometiéndonos a vivirlas en nuestra maduración personal y en contribuir a la maduración de la humanidad.
Queremos vivir el don de la PAZ cultivando cada día nuestra paz interior y construyendo con los hermanos la paz en nuestros ambientes y en el mundo. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR
Queremos vivir el don de la ALEGRÍA, la alegría interior de sentirnos amados y acompañados por Ti nuestro Padre, y la alegría de compartir la vida con los hermanos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR
Queremos comprometernos a vivir los dones de la BONDAD y la AYUDA preocupándonos de nuestro desarrollo personal y ayudando a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR.
Dios Padre amoroso TIENE siempre misericordia de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo…
Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS...
Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ ATIENDES NUESTRAS SÚPLICAS…
Tú que estás sentado a la derecha del Padre, TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS…
ORACIÓN COLECTA
VOY CONTIGO, SEÑOR
Porque eres el único que permanece, la verdad que nos hace libres, el sol que, más allá del que alumbra en lo alto, nos alumbra una eternidad en el cielo. Te lo prometo, Señor; yo no me voy porque, en el mundo, cambian muchas cosas. Lo que es amor, luego se convierte en egoísmo. Lo que es gratuito, a continuación es alto precio. Tú en cambio, Señor, cumples lo que prometes con un amor leal, legal y sin límites. ¿Se puede pedir algo más santo y bueno, Señor? ¡Yo me quedo contigo!
Lectura del libro de Josué (24,1-2a.15-17.18b):
En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: «Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.»
El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!»
Salmo 33
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. R/.
La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,60-69):
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿Y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede». Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».
HOMILÍA
Jesús les hace a sus discípulos más cercanos una pregunta muy comprometida. ¿También vosotros queréis marcharos?
A la luz de esta pregunta quiero hoy compartir con vosotros una reflexión profunda y sincera.
Parto de una realidad que todos percibimos claramente: Nuestras iglesias, salvo ocasiones puntuales, están medio vacías, y los pastores: obispos, curas, catequistas y muchos fieles seguimos a la mismo, dando vueltas a lo de siempre, sin atrevernos o sin querer hacernos la pregunta clave: ¿Por qué pasa todo esto? ¿Cuáles son las causas? Mientras tanto en países de misión (como nos cuentan los misioneros) las comunidades están vivas y muy activas.
Hay gestos y palabras de Jesús que nos impactan todavía hoy porque tocan el nervio de nuestros problemas y preocupaciones más vitales.
Sin embargo, a lo largo de veinte siglos es mucho el polvo que inevitablemente se ha ido acumulando sobre su persona, su actuación y su mensaje. Se ha creado un cristianismo lleno de buenas intenciones y fervores venerables que ha impedido a veces a muchos cristianos sencillos encontrarse con la frescura llena de vida de aquel que perdonaba a las prostitutas, abrazaba a los niños, lloraba con los amigos, contagiaba esperanza e invitaba a la gente a vivir con libertad el amor de los hijos de Dios.
Cuántos hombres y mujeres han tenido que escuchar y siguen escuchando las disquisiciones de moralistas bienintencionados y las exposiciones de predicadores ilustrados, sin lograr encontrarse con Jesús. Por ello deberíamos hacernos la pregunta que le hacía directamente a Jesús el pensador francés Jean Onimus: ¿Por qué vas a ser Tú propiedad privada de predicadores, doctores y de algunos eruditos, Tú que has dicho cosas tan sencillas, tan directas, palabras que siguen siendo palabras de vida para todos los hombres?
Pero hoy centramos nuestra relación con Dios en los ritos, aquello que más repetimos, y que son nuestras celebraciones y Eucaristías.
Existe una tendencia humana, en todas las culturas, a exagerar el papel de los signos y manifestaciones que las representan. De tal forma que los signos, los ritos, lo que repetimos externamente, en vez de ser un MEDIO se convierten en un FIN en sí mismos.
Nuestra Iglesia oficial (la Jerarquía) ha hecho eso: ha convertido las formas rituales, oraciones y demás en un fin en sí mismo, dándoles más importancia que el propio Mensaje evangélico que hay que transmitir.
De ahí que algunos cambios en los formalismos (las palabras, los gestos, las oraciones abstractas o incoherentes de la misa) se consideren faltas muy graves, más que las transgresiones de lo verdaderamente esencial que dichas formas, oraciones, etc. representan. (Yo mismo, sin mayores consecuencias, fui objeto de críticas por esto).
La palabra “celebración” indica una actitud que, ni por asomo se percibe entre los fieles que van a misa. Cualquiera que entre en una Iglesia en plena misa sabe lo que estoy diciendo. Hay signos que evidencian una falta real de espíritu comunitario en la Eucaristía, comenzando por la disposición física de los fieles. Salvo cuando el templo está lleno, la mayoría de feligreses dan la imagen de aislarse físicamente del resto. No toman la iniciativa de arracimarse en torno al altar u ocupar los primeros bancos haciendo comunión física con el celebrante.
Y en las pocas ocasiones en que el Cura hace alguna indicación para que se acerquen y compartan cercanos la celebración es una minoría la que lo hace. Y muchas veces los fieles contestan para su camisa. Alguno me dirá: ¿Dónde está el grave problema? Veamos: ¿Se imaginan esto mismo en otro tipo de celebración o evento, por ejemplo una boda o una entrega de premios o incluso un partido de fútbol? ¿Qué significa esta actitud?
1º – Que el espíritu con el que muchos católicos se acercan a la Misa es individualista. No hemos asimilado el carácter esencialmente comunitario de esta liturgia. No lo vivimos como un signo de la presencia de Cristo, rememorando la última Cena, con el mensaje que allí se transmitió con claridad en una celebración de amigos seguidores de Jesús.
2º – Que el espíritu celebrativo no es tal o es muy pobre. Al no vivirse como algo comunitario y participativo, se nos ha olvidado el significado profundo de “celebrativo”, de lo que debemos celebrar dentro del templo y fuera de él a lo largo de la semana. ¿Qué celebras tú cuando vienes a Misa?
3º – La propia celebración de la Misa pierde así su valor. No nos sentimos hermanos de quienes comparten la Eucaristía. Y pierde su valor también la comunión misma del pan y el vino. La “común-unión” con el amor de Cristo y con los hermanos se ha desvalorizado manteniendo el formalismo litúrgico, ceremonial y frío.
Aun así, hay quienes defienden y toleran las misas en latín con el celebrante de espaldas. ¿Qué tiene esto que ver con la Buena Noticia de Cristo?
4º – Ya no recordamos que el lavatorio de los pies, que aparece solo en el evangelio de Juan, tiene la altura teológica de compartir el pan y el vino, que no aparece en Juan. Es decir, que el servicio al hermano es lo esencial y el meollo de la Eucaristía, por ser el resumen de todo el Mensaje.
No se habla de esto en las parroquias, aunque urge una revisión de nuestra actitud parroquial en torno a las formas de expresarnos, porque ellas indican la importancia de lo que estamos viviendo. Creo que nuestras celebraciones, puramente formales y rituales, no están a la altura de lo que celebramos realmente.
La responsabilidad de nuestros obispos, curas y demás, es evidente, pero no es solo suya ante esta imagen clericalista poco evangélica. Los laicos también se han acomodado en la piadosa tibieza acrítica, sin reforzar el compromiso que exige nuestra fe. Se sienten cómodos así y muchos recurren a la tradición para justificarse. Pues a esos les digo: esa tradición es falsa y nefasta.
Muchos signos celebrativos católicos se han impuesto al Mensaje. Están vacíos para muchas personas. La consecuencia es que cada vez hay menos sacerdotes, menos fieles en las Misas y una sensación de que nuestra Iglesia es de viejos, aferrada al tradicionalismo formal como una seguridad mundana más.
Ante esto urge recuperar la Eucaristía como comida de FRATERNIDAD, celebración festiva de nuestra fe, vínculo de unión entre nosotros y con Jesús y su mensaje evangélico. Plagiando al Papa francisco: “no nos dejemos robar la Eucaristía”.
CREDO
Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?
Todos. Sí, Creemos.
Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?
Todos. Sí, Creemos.
ORACIÓN UNIVERSAL
Hermanos los discípulos encuentran caro el peaje que hay que pagar por seguir a Jesús, para tener vida y ser continuadores de su causa. Oremos.
Queremos ser referentes del evangelio
• Queremos que la Iglesia sea una Buena Noticia proclamada con sencillez, con entrega, con bondad, con humanidad.
Queremos ser referentes del evangelio
• Los creyentes queremos ser hombres y mujeres de palabras llenas de vida, de compromiso, de opción, de servicio.
Queremos ser referentes del evangelio
• Nuestras comunidades parroquiales y religiosas deben ser anuncio y denuncia; referentes en esta sociedad de acogida, perdón, hermandad
Queremos ser referentes del evangelio
• Queremos ser palabra firme y tierna, que acoge, serena, descansa, pacífica, integra, restaura; referentes que apuntan al estilo de vida de Jesús de Nazaret.
Queremos ser referentes del evangelio.
• Queremos que las personas que viven en soledad reciban nuestra llamada, nuestra visita, nuestra palabra de aliento que rompa con los miedos, las inseguridades y fortalezca por dentro el corazón.
Queremos ser referentes del evangelio
Padre bueno, deseamos ser una palabra creíble, llena de vida, nacida de nuestro ser en Jesús y entregada en el servicio a las personas más necesitadas. Te damos las gracias por tu hijo Jesús, nuestro hermano y maestro.
En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso
El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…
ORACIÓN OFRENDAS
Dios de la vida, del trabajo bien hecho, del esfuerzo de cada día: te presentamos este pan y este vino, frutos de la tierra y signo del amor que nos tienes; los bendices y los transformas en pan que nos alimente y nos dé la verdadera vida, y en vino de Fiestas y de Alegría. PJNS
PREFACIO
El Señor ESTÁ con vosotros…
Levantemos el corazón…
DAMOS gracias al Señor nuestro Dios…
Te damos gracias, Señor,
por habernos reunido en este Templo,
por habernos enviado a Tu Hijo Jesús,
que nos enseña a rezar y a vivir unidos.
Él es quien tiene palabras de vida eterna.
Tú nos has dado el mundo
y las riquezas de la tierra
para que todos las disfrutemos.
Tú nos enseñas a compartir las cosas
y a trabajar por una sociedad más justa.
Reconocemos que somos débiles,
pero con Tu Ayuda y nuestro esfuerzo
conseguiremos hacer realidad en la vida
lo que aquí en la Misa celebramos.
Ahora nos unimos a los santos,
a los que trabajan ayudando a los demás
para entonar un himno de alabanza
diciendo:
SANTO, SANTO, SANTO…
CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA
Te damos gracias,
porque Tu Hijo Jesús nos trajo
tu Palabra y tu Mensaje,
y se comprometió en ello hasta la Muerte.
Estuvo al servicio de todos,
ayudando a los pobres y necesitados.
Siendo rico, se hizo pobre,
para acercarse a todos
y ayudar a todos sin acepción de personas.
Su Mensaje y su ejemplo dan
sentido a nuestras vidas.
Recibimos tu Espíritu con alegría
para que santifique este pan y este vino y
se conviertan para nosotros
en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.
El mismo Jesús al celebrar la Pascua,
se sentó a la Mesa con sus discípulos,
tomó un pan te dio gracias
y se lo repartió diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para iluminar vuestras vidas.
Haced esto en conmemoración mía.
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
El recuerdo de la vida de Jesús, tu hijo amado,
nos mueve a entregarnos a hacer realidad entre nosotros tus designios de paz, de amor, de justicia e igualdad.
Reconocemos, Padre bueno, que nuestra vida no se guía por la compasión y la misericordia con el débil.
Por eso, Padre de la generosidad,
nos abrimos a tu Espíritu, hasta que nos rebose,
y así manifestar con nuestras obras tu amor y tu bondad.
Queremos parecernos a Ti, Padre de todos,
y repartir a manos llenas el amor que Tú nos has dado.
Tenemos presentes a las iglesias cristianas,
para que sean modelos de convivencia fraterna.
Unimos nuestro esfuerzo al de
todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Al del Papa Francisco nuestro Obispo N… y a todos los Pastores de tu Iglesia que queremos sean ejemplo de entrega y de servicio.
Y te agradecemos que hayas acogido en tu compañía a... los amigos y familiares
que se nos han adelantado en el camino hacia Ti.
Unidos todos nosotros y con tu Hijo Jesús
a nuestra Madre María, su esposo San José, los santos y todas las personas de buena voluntad,
en esta comida de hermandad,
queremos brindar en tu honor ahora
y todos los días de nuestra vida.
Por Cristo, con él y en él…
PADRENUESTRO
PADRE Y MADRE NUESTRA
EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo
TÚ NOS DAS HOY
NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS
Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR
A LOS QUE NOS OFENDEN.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal. Amen
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz
Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.
ORACIÓN FINAL
Te damos gracias, Señor, por la fe que nos acerca a Ti, por la entrega de Jesús que es nuestro camino, y por tu mandamiento de amor, que nos asegura la felicidad. Deseamos que nuestra Comunidad Cristiana nunca se aparte de Ti ni oculte tu presencia, sino que, entregados a todo lo que dignifica a las personas, seamos para los demás motivo de esperanza y de alegría plena. Amén
BENDICIÓN
El Señor os bendice, os guarda
y en sus palmas os lleva tatuados.
Os acompaña en todos los caminos.
y hace prósperas las obras de vuestras manos.
Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,
Padre, Hijo y Espíritu Santo. AMÉN.