Liturgia del 23º DOMINGO ORDINARIO 2024(B)
El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos nosotros.
MONICIÓN DE ENTRADA
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús, una vez más, ayudando a los enfermos y necesitados. Hoy cura a un sordomudo. Cura su enfermedad y así puede comunicarse mejor con las personas que le rodean.
También nosotros vamos a abrir nuestros oídos y nuestro corazón, porque el Señor sale a nuestro encuentro y quiere ayudarnos para que nos comuniquemos y convivamos con todos.
Todos necesitamos tener abiertos nuestros oídos para escuchar la voz de Jesús. Debemos seguir el ejemplo de su Vida y ser testigos de su Evangelio en el mundo.
ACTO DE RECONOCIMIENTO
Para seguir el ejemplo de Jesús debemos sintonizar cada día con Dios Padre que nos habita y nos impulsa a poner a producir las cualidades que nos ha dado. Por eso le damos gracias comprometiéndonos a vivirlas cada día en el servicio al bien común.
Queremos vivir el don de la PAZ cultivando cada día nuestra paz interior y construyendo con los hermanos la paz en nuestros ambientes y en el mundo. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR
Queremos vivir el don de la ALEGRÍA, la alegría interior de sentirnos amados y acompañados por Ti nuestro Padre, y la alegría de compartir la vida con los hermanos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR
Queremos comprometernos a vivir los dones de la BONDAD y la AYUDA preocupándonos de nuestro desarrollo personal y ayudando a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR.
Dios Padre amoroso TIENE siempre misericordia de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo…
Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS...
Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ ATIENDES NUESTRAS SÚPLICAS…
Tú que estás sentado a la derecha del Padre, TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS…
ORACIÓN COLECTA
Dios, Padre nuestro: Tú estás esperando que nos abramos a ti, a la gente, y a todo lo que es recto, bello y bueno. El Espíritu Santo abre nuestros oídos a la Palabra liberadora de tu Hijo Jesucristo, abre nuestros corazones y nuestras manos a todos los que nos necesiten, abre nuestros labios para que sepamos proclamar en todas partes las maravillas que tú haces por nosotros. PJNS
Lectura del libro de Isaías (35,4-7a):
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará».
Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa, el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.
Salmo 145
R/. Alaba, alma mía, al Señor
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2,1-5):
No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31-37):
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
HOMILÍA
Jesús sale de la región “sagrada” de Palestina para entrar en el territorio pagano de la Decápolis. Su horizonte evangelizador es universal, no excluye a nadie.
Allí cura a un sordomudo. En aquellos tiempos el sordomudo es una persona con dificultades para recibir información y para comunicarse con los demás. Y encima la sordera y la mudez eran consideradas un castigo de Dios.
Una vez más Jesús demuestra que para él (para Dios) lo importante son las personas, no las normas religiosas excluyentes.
Jesús habla al paralítico, al ciego, habla con los leprosos, con la niña enferma...
Con el sordomudo recurre a los gestos, para darle a entender que quiere devolverle el oído –metiendo sus dedos en los oídos- y que quiere soltarle la lengua –tocándola con su saliva-.
Esté donde esté, en territorio pagano o judío, para Jesús el único criterio para decidir lo que puede o no puede hacer es la necesidad concreta del ser humano.
Éste es también el criterio para las personas que queramos seguirle.
En el texto se nos habla de un gesto expresivo de Jesús –levantar los ojos al cielo y suspirar-, nos pone en la pista de dónde buscaba el poder de regenerar a quien necesita ser recreado y liberado. Su fuerza proviene de Dios al que está unido íntimamente. También nuestra fuerza para obrar debemos buscarla en nuestro interior, en el Dios que nos habita.
Jesús al final de la curación pronuncia una palabra “Ábrete”.
La misma palabra dirigida al sordomudo debe resonar hoy en nuestros oídos y en nuestro corazón, invitándonos a abrirnos a ese Dios que nos habita, a su Palabra, Buena noticia y a realizar gestos creadores y a ofrecer signos de vida.
Podemos aplicarnos esta tarea curativa a nosotros mismos. Preguntarnos si tenemos que curarnos de alguna sordera o mudez voluntarias, si ejercemos la misión de curar a otros. Si construimos vallas que nos “insonorizan” e impiden que llegue hasta nosotros el rumor de la vida de los demás, con sus problemas y sus alegrías. En los acontecimientos cotidianos hemos de saber escuchar la voz de Jesús y no hacernos los sordos ante la injusticia, el hambre, los deseos, el dolor, las palabras, las ilusiones de los demás.
¿Dejo hablar? ¿Sé escuchar? ¿Tengo los oídos abiertos y atentos para escuchar la Palabra y ponerla en práctica?
Y no olvidemos la segunda lectura, porque tenemos que reconocer que nosotros también hacemos muchas veces “acepción de personas". Cuento una leyenda que ilustra muy bien esto:
Dicen que al profeta Elías le gustaba pasear por las calles del pueblo disfrazado. Quería observar a la gente en su salsa, de cerca.
Un día se disfrazó de mendigo, con ropas sucias y rotas, y fue a llamar a la puerta de una gran mansión, donde se celebraba una gran fiesta. Cuando lo vio el dueño sucio y andrajoso, lo despachó con un gran portazo.
Elías se marchó. Volvió más tarde, ahora lujosamente vestido: traje, camisa de seda, sombrero, bastón con empuñadura de oro. Cuando llamó a la puerta fue recibido con todos los honores y sentado en la mesa de honor. Todos le miraban con admiración.
De repente Elías empezó a llenarse los bolsillos de comida y a derramar el vino por su ropa. La gente sorprendida le preguntó por qué se comportaba así. Elías contestó:
- Cuando vine como rico me honraron y agasajaron, pero soy la misma persona. Sólo han cambiado mis vestidos. Ustedes no me recibieron a mí sino a mis vestidos y mis vestidos tenían que ser alimentados.
Los invitados bajaron la cabeza avergonzados y cuando la levantaron, Elías había desaparecido.
CREDO
Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?
Todos. Sí, Creemos.
Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?
Todos. Sí, Creemos.
ORACIÓN UNIVERSAL
Escuchemos la llamada a ser hombres y mujeres sin fronteras, con ancho corazón, de mirada compasiva, solidarios y hermanados con los de aquí y los de más allá. Oremos.
Jesús, queremos ser palabra y escucha
- Nuestra comunidad eclesial será Presencia y Cauce de libertad, justicia, inclusión, hermandad, paz y perdón.
Jesús, queremos ser palabra y escucha
- Los creyentes bendeciremos con nuestra palabra, sanaremos con nuestras manos, caminaremos hacía una humanidad unida, y amaremos con nuestro corazón.
Jesús, queremos ser palabra y escucha
- Nuestras comunidades parroquiales y religiosas serán espacios para el encuentro cálido, cordial y sincero; donde la comunicación fraterna fluya y cree vínculos en favor del Reino.
Jesús, queremos ser palabra y escucha
- Queremos que la soledad de tantos hombres y mujeres nos conmueva y nos lance a ser escucha y proximidad, descanso y palabra que despierta y convoca a la Vida.
Jesús, queremos ser palabra y escucha
Padre bueno, queremos ser Palabra que cura, bendice, alienta, en medio de tanta sordera como padece nuestro mundo. Te damos las gracias porque en Jesús, tu Hijo, nos reconocemos como camino hacía los hermanos más desfavorecidos.
En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso
El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…
ORACIÓN OFRENDAS
Para compartir se necesitan manos generosas, para salir de uno mismo, se necesita amor sin fronteras. Ven Espíritu de Dios y haznos generosos, Ven Espíritu de Dios y haznos bondadosos. Como este pan y vino que ponemos sobre el Altar, y son el símbolo de nuestra entrega. Tú los transformarás en Pan de Vida
y Bebida de Salvación. PJNS
PREFACIO
El Señor ESTÁ con vosotros…
Levantemos el corazón…
DAMOS gracias al Señor nuestro Dios…
Queremos dirigirte esta plegaria, Padre santo,
y darte gracias de todo corazón.
Es justo que todos juntos te demos las gracias,
porque nos has hecho una gran familia de hermanos,
en la que nadie se puede considerar
ni más fuerte ni más hijo tuyo.
Todos somos iguales ante Ti,
hombres y mujeres, cultos y analfabetos,
discapacitados o plenos de facultades,
blancos y negros, ricos y pobres.
Porque por más que nos cueste creerlo,
sabemos, Señor, que nada te importan
nuestras creencias y dogmas, ni nuestro mejor incienso.
Solo te interesa el fondo del alma de cada persona.
Agradecidos de corazón te bendecimos, Padre,
y unidos a todos tus hijos, sintiéndonos hermanos,
entonamos a tu mayor gloria este himno de alabanza.
SANTO, SANTO SANTO
CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA
Grande eres, Señor,
y es natural que lo sepamos reconocer,
ya que nada ni nadie es más grande que Tú.
Y, sin embargo, te hiciste de nuestra familia,
al enviarnos a tu Hijo - Jesús,
como amigo y compañero de viaje.
Vino a enseñarnos cómo debemos quererte
y querernos los unos a los otros.
Nos prometió que el Espíritu Santo
estaría siempre con nosotros.
Recibimos tu Espíritu con alegría
para que santifique este pan y este vino y
se conviertan para nosotros
en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.
El mismo Jesús antes de su Pasión y muerte
se sentó a la Mesa con sus discípulos,
tomó un pan te dio gracias
y se lo repartió diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para iluminar vuestras vidas.
Haced esto en conmemoración mía.
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
Por eso, Padre de bondad,
celebramos ahora
el memorial que Jesús nos encargó,
y proclamamos la obra de tu amor:
Cristo, tu Hijo, a través del servicio
y la entrega de su vida
ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.
Señor, Padre de misericordia, Tú derramas sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
Fortaleces a tu pueblo con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y nos renuevas a todos a su imagen.
Derramas tu bendición abundante sobre el Papa Francisco, sobre nuestro Obispo N y sobre todos tus hijos
Para que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; preocupándonos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y mostrándoles así el camino de la salvación.
Gracias una vez más porque
has acogido en tu casa del Cielo
a nuestros hermanos difuntos...
todos nuestros familiares, amigos
y fieles difuntos de esta Comunidad
Y ahora, Padre santo, nos unimos a toda tu creación
para brindar por tu mayor gloria y por la germinación de tu Bondad en nuestro mundo,
en la feliz compañía de tu hijo Jesús,
unidos a nuestra Madre María, a su esposo San José
a los apóstoles, a los santos y a todas las personas
de buena voluntad diciendo
Por Cristo con él y en él…
PADRENUESTRO
PADRE Y MADRE NUESTRA
EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo
TÚ NOS DAS HOY
NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS
Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR
A LOS QUE NOS OFENDEN.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal. Amen
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz
Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.
ORACIÓN FINAL
Dios, salvador nuestro: En tu Hijo Jesucristo has escogido lo débil en este mundo para ser ricos en fe y amor y para ser herederos de tu reino. Tu Hijo Jesús todo lo hizo bien. Aunque antes éramos débiles y mudos, habla por medio de nosotros con obras de compasión y esperanza, porque tú nos has curado y liberado a todos por medio de Jesucristo nuestro Señor.
BENDICIÓN
El Señor os bendice, os guarda
y en sus palmas os lleva tatuados.
Os acompaña en todos los caminos.
y hace prósperas las obras de vuestras manos.
Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,
Padre, Hijo y Espíritu Santo. AMÉN.