La gran paradoja
Así, entre todos, hemos logrado una Humanidad sobre tres dimensiones:
* hombre objeto (material)
* cotizable en bolsa (explotación)
* abocado a la nada (nihilismo).
HEMOS MATAMOS A DIOS.
Ahora toca
LA MUERTE DEL HOMBRE (Nitzsche)
¡Pero no es así!
Esta conclusión pretende sustentarse en análisis realista. Pero procede de un análisis parcial e insuficiente. Describe el dinamismo y la estructuración social, pero falsea la realidad personal que somos.
Hemos instalado el egoísmo en el corazón de la estructura social y nos ha salido el tan corrosivo Mysterium iniquitatis, la sociedad corrompida (tanto la neoliberal como la socialista o la marxista)
Pero no hemos podido corromper el corazón de nuestras propias personas.
Por eso esta crisis no es camino hacia la nada. Es presagio de la magnitud de cambios positivos que se avecinan.
La estructura interna de las personas sigue intacta. Nadie puede pervertir su calidad. Sus apetencias y necesidades profundas: ternura, honradez, amor, libertad, trascendencia, etc. siguen en pie. Somos Gracia por creación y no podemos dejar de serlo.
La sociedad, sin embargo, es hechura nuestra. Tiene el funcionamiento, los criterios y referencias que establezcamos nosotros. Puede estar (está) mal estructurada por decisión de nuestra libertad desorientada.
Y así puede darse, ¡y se da!, la gran Paradoja: En nuestra realidad conviven grandes dosis de gratuidad personal con el poderío demoledor de la iniquidad social.
Necesitamos cambiar la estructuración social desde la raíz.
La fuente del conflicto real no está en el nivel económico, como establecen el capitalismo y el marxismo.
No estamos soportando una CRISIS ECONÓMICA. ¿Quién puede decir -¡sin cinismo!- que en el mundo falta dinero (bienes) para cubrir con holgura las necesidades vitales de todos y cada uno de nosotros? Llamar a esta citación crisis económica, es un camuflaje de mala ley.
El conflicto-raíz es conflicto antropológico. Surge al tomar postura equivocada ante la pregunta vital: ¿qué decís que es el Hombre?