La Panamazonía superar los 30 mil muertos por COVID-19 Cardenal Hummes: ¿Qué sucede con los hijos de la selva expuestos una vez más al desamparo de los estados?
“La pandemia mostró como nunca la naturaleza inmoral de las desigualdades”
"Una nueva normalidad sostenida en el diálogo confronta a los poderosos frente a la soledad de los descartados”
“Una Iglesia que se indigna y levanta la voz ante el etnocidio y ecocidio, se indigna ante los que deciden que ante esta crisis creada por el COVID tengan entre sus voces principales a empresas globales, que deciden como debe administrarse la potencial vacuna, primero los países ricos, en 2021, luego los demás, a partir de 2022”
“Quien vive en la pobreza es pobre en todo, incluso en las medicinas, y por lo tanto su salud es más vulnerable”
“Una Iglesia que se indigna y levanta la voz ante el etnocidio y ecocidio, se indigna ante los que deciden que ante esta crisis creada por el COVID tengan entre sus voces principales a empresas globales, que deciden como debe administrarse la potencial vacuna, primero los países ricos, en 2021, luego los demás, a partir de 2022”
“Quien vive en la pobreza es pobre en todo, incluso en las medicinas, y por lo tanto su salud es más vulnerable”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En repetidas ocasiones la Iglesia católica se ha posicionado contra esta situación que viven los pueblos amazónicos. La última era este jueves, 17 de septiembre, cuando en el marco del Seminario Virtual del Ciclo “Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza”, organizado por el Instituto Para el Diálogo Global y La Cultura del Encuentro – IDGCE y la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, el presidente de esta red, el Cardenal Claudio Hummes, denunciaba que “la pandemia mostró como nunca la naturaleza inmoral de las desigualdades”.
Podemos decir que esas desigualdades están sin duda en el fondo de estos números tan elevados, que colocan a la región panamazónica, donde viven unos 33 millones de personas, en números absolutos, en el cuarto lugar en cuanto a casos y el décimo en fallecidos, si estuviésemos considerando la región como un país. Ante esa situación, el presidente de la REPAM y de la Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA, afirmaba que una “nueva normalidad sostenida en el diálogo confronta a los poderosos frente a la soledad de los descartados”.
Estamos ante una situación que ha provocado “una Iglesia que se indigna y levanta la voz ante el etnocidio y ecocidio, se indigna ante los que deciden que ante esta crisis creada por el COVID tengan entre sus voces principales a empresas globales, que deciden cómo debe administrarse la potencial vacuna, primero los países ricos, en 2021, luego los demás, a partir de 2022”, denunciaba el cardenal Hummes, que se preguntaba “¿qué sucede con los hijos de la selva expuestos una vez más al desamparo de los estados, al neo-racismo y al neo-colonialismo?”
En ese sentido, el presidente de la REPAM y de la CEAMA hacía una llamada “a presentar propuestas y pactos objetivos con miras a superar los grandes desafíos a favor de la vida, especialmente de los sectores más vulnerables y excluidos en esta sociedad estructuralmente desigual, injusta y violenta”. No podemos ser indiferentes ante una realidad que ha provocado tanto dolor y tanta muerte, pues como dice el purpurado brasileño “si sabemos qué es lo justo, indigno es quedar neutral”. Al mismo tiempo, Hummes enfatizaba que “no podemos restituir la normalidad perdida en la pandemia para ampliar las condiciones inequitativas que componen nuestros problemas estructurales”, una realidad especialmente presente en la Amazonía.
Las palabras del purpurado brasileño están en la línea de lo que este mismo sábado decía el Papa Francisco a los participantes en el encuentro con los representantes del Banco Farmacéutico, que tiene como objetivo proporcionar medicinas a los más pobres. En palabras del Obispo de Roma, “Quien vive en la pobreza es pobre en todo, incluso en las medicinas, y por lo tanto su salud es más vulnerable”, hablando de una “marginalidad farmacéutica”, una realidad muy presente en la Amazonía, donde existen comunidades en que la gente muere por falta de atención básica, algo de lo que la pandemia del COVID-19 se ha convertido en una prueba más.
Francisco ha denunciado abiertamente que “si existe la posibilidad de curar una enfermedad con un medicamento, éste debería estar al alcance de todos, de lo contrario se comete una injusticia”, lo que tiene que ver con la “globalización de la indiferencia”, una actitud que en algunas personas ha aumentado en este tiempo de pandemia, y que debe ser cambiado por una “globalización del tratamiento”. El Papa, en la misma línea abordada por Hummes, afirmaba que “sería triste si al proporcionar la vacuna se diera prioridad a los más ricos, o si esta vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación, y ya no fuera de todos. Debe ser universal, para todos”.
De cumplirse los temores que existen en torno a la distribución de la vacuna, el futuro de la Amazonía puede ser caótico. En todos los países que la componen, la región amazónica siempre ha sidocolocada en último lugar en lo que se refiere a la implementación de políticas públicas, especialmente en lo referente a la sanidad. Las enfermedades llegadas desde fuera, algo que se ha repetido con el COVID-19, que se ha adentrado en las comunidades indígenas a través de aquellos que han llegado para practicar actividades ilegales, como tala de madera y minería ilegal, no son combatidas por los estados, que abandonan a los pueblos originarios a su suerte. De hecho, la pandemia ha sido combatida en muchos lugares sirviéndose de la medicina tradicional, ciertamente con resultados dispares.
En la misma línea, desde la ONU, su secretario general, Antonio Guterres se pronunciado en los últimos días diciendo que una vacuna debe ser vista como un bien público universal, como algo que sea accesible y disponible para todos, insistiendo en que para que una vacuna funcione, todo mundo debe estar dispuesto a ser vacunado. Una postura que contrasta con voces contrarias a la vacuna, una idea de la que participan gobernantes negacionistas, una especie cada vez más abundante, que fomentan conspiraciones insanas e informaciones que sólo quieren provocar el caos, lo que siempre perjudica a los más pobres.