Una expresión de construcción comunitaria, que quiere aportar un granito de arena a ese despertar el sueño de una humanidad fraterna “Clamor de los Pobres, Gemido de la Tierra”, un libro para “Tomar conciencia y crecer en compromiso”
“Para soñar un mundo mejor es necesario optar por la fraternidad como principio fundamental, porque nadie se salva solo”, y junto con eso, “es necesario derribar muros y tender puentes de misericordia, sobre todo hacia las periferias existenciales”
Un libro que “nos abre horizontes insospechados a nuestra misión evangelizadora en estos tiempos de pandemia”
“No podemos seguir identificando progreso con crecimiento económico, no hay progreso allí donde se vulnera la vida y los derechos humanos, donde se desangra la tierra y las culturas”
"Son necesarias ideas, propuestas, para hacer realidad el sueño de una humanidad fraterna"
El libro “nos lleva a la reflexión sobre nuestras acciones cotidianas, es un libro que tensiona la naturalización de la pobreza, que desnuda lo endeble de la cultura meritócrata”
“No podemos seguir identificando progreso con crecimiento económico, no hay progreso allí donde se vulnera la vida y los derechos humanos, donde se desangra la tierra y las culturas”
"Son necesarias ideas, propuestas, para hacer realidad el sueño de una humanidad fraterna"
El libro “nos lleva a la reflexión sobre nuestras acciones cotidianas, es un libro que tensiona la naturalización de la pobreza, que desnuda lo endeble de la cultura meritócrata”
El libro “nos lleva a la reflexión sobre nuestras acciones cotidianas, es un libro que tensiona la naturalización de la pobreza, que desnuda lo endeble de la cultura meritócrata”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Un libro que recoge investigaciones a partir de situaciones concretas que nos han tocado acompañar. Así definía el libro “Clamor de los Pobres, Gemido de la Tierra”, Mons. Jorge Eduardo Lozano, uno de sus autores junto con Emilio Inzaurraga, Carlos Vigil y Claudia Carbajal.
El secretario general del CELAM recordaba a “tantos hermanos y hermanas que sufren la injusticia, la iniquidad y el maltrato de la casa común” y pedía que el libro “nos ayude a tomar conciencia y crecer en compromiso”. Se trata de “aportar en este tiempo que transitamos para salir mejores”, decía Claudia Carbajal, de “proponer compromisos concretos”, según Emilio Inzaurraga, que espera “que ojalá les inspire a ustedes a también, como nos ayudó a nosotros a servir”. Es un libro donde se plantea “no solo lo que hemos pensado teóricamente, sino muchas de las cosas que hemos vivido”, añadía Carlos Vigil, que espera “aportar un granito de arena a ese despertar el sueño de una humanidad fraterna”.
A lo largo de la presentación se han ido haciendo presentes diferentes voces, que han ayudado a recorrer el contenido del libro. Mons. Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires, que trabaja en la Pastoral de las Villas, partía en su análisis de las categorías de tierra, techo y trabajo, que definía como “derechos sagrados”, haciendo un llamado a cuidar de la casa común, afirmando que “para soñar un mundo mejor es necesario optar por la fraternidad como principio fundamental, porque nadie se salva solo”, y junto con eso, que “es necesario derribar muros y tender puentes de misericordia, sobre todo hacia las periferias existenciales”.
Para el cardenal Pedro Barreto el libro contiene “interpelaciones para impulsarnos a un cambio de paradigma que alienta al sueño de una humanidad fraterna”. Según el presidente de la REPAM, “los seis capítulos encierran toda la riqueza del Evangelio desde una Iglesia en salida, con su Magisterio que ilumina los acontecimientos sociales y plantea pistas de acción solidaria en favor del bien común”.
El purpurado peruano destacaba el proceso sinodal que se sigue en el libro, analizando los elementos que forman parte, que nos llama a un cambio de sistema, a vivir la cultura del encuentro, a ser artesanos de la paz, a promover un desarrollo humano integral, a escuchar el gemido de la Tierra, a poner en práctica la Laudato Si, que nos llama a cuidar de la vida y de la casa común, a vivir la ecología integral, a dar respuesta a los desafíos, para lo que el libro nos propone ser una Iglesia en salida. El cardenal Barreto destacaba de la obra presentada los aportes sobre la dimensión social de la evangelización, el énfasis en el proceso sinodal, el impulso del Papa Francisco en la renovación de la Iglesia. Es un libro que “nos abre horizontes insospechados a nuestra misión evangelizadora en estos tiempos de pandemia”.
Ha habido aportes de personas de diferentes realidades, como Silvia Molina de Bertea, que desde el Chaco Salteño descubría en el libro “cuál es nuestro servicio para estos tiempos”, afirmando que ser distintos nos complementa, animando a “escuchar la polifonía de la celebración de la vida”, a entrar en un proceso de conversión que nos lleve a cambiar paradigmas y sentir el gemido de los pobres y de la Tierra. Alberto Vicenzi, sindicalista, destaca el abordaje que el libro hace del desarrollo integral del trabajo y la propuesta del Papa Francisco de un cambio de estructuras donde el centro sea la persona.
Mons. Jorge Lozano afirmaba que “vivimos en una sociedad donde escuchar, en general, nos cuesta mucho”, una actitud fundamental para el diálogo y para la tarea evangelizadora. Para llevar a cabo esa escucha proponía como ejemplo al buen samaritano, para escuchar a los pobres, añadiendo la necesidad de escuchar a la hermana Tierra, como decía San Francisco de Asís.
Liliana Franco ve el libro como fruto de la construcción colectiva, un texto que “brota de la pasión por Jesucristo, que no es otra cosa que pasión por la humanidad”. Se trata de una Buena Noticia, “que nos despierta de nuestros cómodos letargos, que nos moviliza y nos exige acercarnos cristianamente, humanamente a una realidad que, por compleja, está ávida de misericordia”. Son páginas que “pasaron por el crisol del compromiso, del contacto vital de la realidad”. El libro nos ubica, según la presidenta de la CLAR, ante “el continente con mayor desigualdad del Planeta”, haciendo referencia a las venas abiertas de las que nos hablaba Eduardo Galeano, que muestran los muchos dramas presentes en el continente latinoamericano, “que acrecientan la desigualdad y abren cada vez más brechas”.
Estamos ante un libro que “presenta múltiples interrogantes a nuestra identidad de creyentes y nos recuerda que toda forma de miseria es una violación al plan de Dios y una injusticia”. Según la religiosa, “no podemos seguir identificando progreso con crecimiento económico, no hay progreso allí donde se vulnera la vida y los derechos humanos, donde se desangra la tierra y las culturas”. Insistía en la necesidad del Buen Vivir de las cosmovisiones indígenas, en el reconocimiento de la sacralidad de todo lo creado y en la defensa de la dignidad humana, en no olvidar que tenemos una deuda social, en nuevos modos de relación entre nosotros y con la tierra, en escuchar el grito de la realidad, en descubrir que la pobreza tiene rostro, nombre, domicilio, en ir a las causas estructurales de la pobreza, en tejer redes que favorezcan el compromiso con incidencia, en no quedarse en el mezquino individualismo, en traducir la pasión por Jesús en pasión por el pueblo.
Transformar en palabra viva, rejuvenecer temas, eso es lo que han conseguido los autores según Tato Figueredo, que destaca “el vínculo entre la realidad y los documentos de la Iglesia”. El educador popular destaca las conclusiones que aparece en cada capítulo, que considera hipótesis de análisis, destacando el énfasis en el diálogo como clave de la cultura del encuentro. Es un libro que recoge experiencias de lucha por políticas públicas, que rescata situaciones de vulnerabilidad, como relataba Laura Vera, del Movimiento de Amas de Casa de Argentina.
Carlos Vigil, a partir de los testimonios dados en la presentación del libro decía sentirse sorprendido y profundamente alegre con las resonancias. Uno de los autores decía que “son necesarias ideas, propuestas, para hacer realidad el sueño de una humanidad fraterna”, que deben brotar de la realidad y del compromiso para evitar que sea una ideología más.
El capítulo segundo, sobre la política y el bien común, ha sido el punto en el que más se ha fija do María Teresa Compte. En ese punto destacaba el tema de la corrupción, cada vez más presente en la reflexión de la Doctrina Social de la Iglesia, afirmando que el Papa Francisco está escribiendo un tratado contra la corrupción desde el servicio a los seres humanos y desde la colaboración en la promoción del bien común. La profesora de la Universidad Pontificia de Salamanca destacaba ocho claves que podrían orientar la acción de los católicos en la lucha contra la corrupción.
Ha sido un libro en el que los textos iniciales fueron muriendo para dar a luz a uno nuevo, según Emilio Inzaurraga, convirtiéndose todo el libro en una autoría comunitaria, que es fruto de la amistad y confianza entre los autores. Inzaurraga define el libro como “un ejercicio en sinodalidad y una expresión de construcción comunitaria”, donde intentaron escuchar el grito de los pobres y de la Tierra al unísono.
Daniel Ríos definía el libro presentado como algo que “nos lleva a la reflexión sobre nuestras acciones cotidianas, es un libro que tensiona la naturalización de la pobreza, que desnuda lo endeble de la cultura meritócrata”. Según el dirigente de organizaciones barriales en la ciudad de Santa Fe, nos convoca “a formar parte de un proceso de cambio que ponga en el centro al otro y al desarrollo humano integral”, afirmando que ancla en la realidad cotidiana el pensamiento del Papa Francisco. No es un libro solo dirigido a los católicos, sino “a todos los que nos sentimos conmovidos ante la injusticia y ante la cultura del descarte, que nos inyecta mística y esperanza hacia el futuro”.
Desde el mundo de la escuela, Valeria Bozitkovic destacaba la cultura de lo inmediato, la falta de diálogo y lo lejos que estamos de generar una cultura del encuentro y de asumir el trabajo con los pobres, como un ponerse al servicio, que resolvemos con acciones concretas e inmediatas, sin compromiso en defender los derechos y la dignidad de los más pobres.
A lo largo de casi dos horas de encuentro virtual, los participantes a través de las plataformas y las redes sociales han podido conocer un poco más, con la ayuda de los testimonios y de los propios autores, sobre el contenido de una obra que sin duda lleva a la reflexión, todavía más en este momento histórico que como humanidad nos ha tocado vivir, donde los pobres son los que sufren con mayor virulencia los efectos de una pandemia que muchos ven que ha sido causado por la falta de voluntad de escuchar el gemido de la Tierra.
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