Comentario al Evangelio del Primer Domingo de Cuaresma Ojea: “Cuaresma es entrar en la realidad de nuestro corazón y en la realidad de lo que vive nuestro prójimo”
“El desierto es el lugar del encuentro entre Dios y su pueblo”
“La Cuaresma es un tiempo de ayuno, el ayuno es un gesto, es un gesto que en primer lugar nos pone en contacto con el sufrimiento de los hermanos”
“Convertirse es volver a lo real, no hay nada más real que este amor de Dios”
“Convertirse es volver a lo real, no hay nada más real que este amor de Dios”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
El primer domingo de Cuaresma Mons. Oscar Ojea inició su reflexión afirmando que “después de ser bautizado Jesús por Juan Bautista y haber sido colmado del Espíritu Santo, este mismo Espíritu lo lleva al desierto para experimentar las tentaciones”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “el desierto es el lugar del encuentro entre Dios y su pueblo. En el desierto el Señor le va a expresar su amor, pero va a tener que soportar su infidelidad, su traición, su debilidad; el pueblo que añora las cebollas de Egipto y a cada rato se olvida de Dios y se va detrás de los ídolos. Pero al mismo tiempo el Señor no puede olvidarse de su pueblo”.
Relación de Dios con su pueblo
El obispo de San Isidro recordó las palabras del profeta Oseas que, “trata la relación de Dios con el pueblo como una relación matrimonial, aunque al principio reaccione como un amante apasionado, despechado, que se enoja con el pueblo y con los ídolos que son como sus amantes, el Señor ama a su pueblo entrañablemente”. Igualmente citó al profeta Isaías cuando se pregunta: “¿Puede una madre olvidarse de sus hijos?”, a lo que el profeta responde: “Aunque ella se olvidare yo no me olvidaré de ti”.
Según Ojea, “el Señor quiere volver a hacerse presente en este tiempo de Cuaresma, que es un tiempo de desierto; volver a hacerse presente como el Dios amante para que no nos olvidemos”. Frente a eso hizo ver que “nosotros somos olvidadizos, tenemos mala memoria, no sabemos hacer descender ese amor a nuestro corazón”. Desde ahí llamó a ver la Cuaresma, en primer lugar, como “el tiempo de entrar en contacto más profundo con la Palabra de Dios, experimentar en nuestro corazón este Dios que nos ama entrañablemente y que nos dice que nos quiere, que no nos va a abandonar más allá de todas las dificultades”.
Cuaresma tempo de ayuno
“La Cuaresma es un tiempo de ayuno, el ayuno es un gesto, es un gesto que en primer lugar nos pone en contacto con el sufrimiento de los hermanos, y si no comemos, o si comemos un poco menos nos hace experimentar lo que es el hambre de los hambrientos, aunque sea un ratito”, recordó el obispo. Según él, “por otro lado, nos dispone mejor a la oración y la limosna nos hace entrar en contacto con la carne sufriente de nuestro prójimo, como veíamos en el Evangelio del domingo pasado, El Leproso que Jesús no tiene empacho en tocar la herida, la lastimadura, la enfermedad, no pensando en su propia seguridad sino arriesgando. El Señor nos invita a arriesgar de verdad”.
Para Ojea, “la conversión a la que nos invita la Cuaresma es entrar en la realidad, dejar la vanidad, dejar lo que es nada, que estos son los ídolos para el pueblo y entrar en la realidad de nuestro corazón y en la realidad de lo que vive nuestro prójimo”. Refiriéndose a las preguntas que Dios le hace a Adán en el Génesis fue cuestionando: “¿Dónde estás?; ¿Dónde estás? Adán se había escondido. ¿Dónde estás? ¿Dónde está tu corazón? ¿Cuál es el sentido de tu vida? ¿Cuáles son las pautas centrales de tu vida? ¿Cuál es el eje de tu existencia? ¿Dónde estás? ¿Dónde estás parado? ¿Qué es lo esencial en vos? Volver a hacer repercutir esta pregunta en el desierto: ¿Dónde estás?”.
Somos un cuerpo
Igualmente recordó la pregunta a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”, lo que le llevó a cuestionar: “¿Estás en contacto con el sufrimiento o tenes miedo y no arriesgas, o pensas solamente en tu propia seguridad olvidándote que tu hermano es carne de tu carne?, como dice la Escritura, que tu hermano es parte tuya, que somos un cuerpo, que nos necesitamos, especialmente en tiempos de emergencia, en tiempos difíciles, en tiempos de sufrimiento, que no podemos abrirnos de esta realidad: ¿Dónde está tu hermano?”.
En su reflexión señaló que “el ayuno, la oración y la limosna son tres acciones dinámicas que se conectan una con otra, no se pueden dar separadas”. Por eso, afirmó que “si en este tiempo de desierto queremos convertir de veras el corazón, vayamos con Jesús a él; resistamos con él la tentación, experimentemos la debilidad y volvámonos de todo corazón a ese amor apasionado que no puede olvidarse de su creatura”. Eso porque “convertirse es volver a lo real, no hay nada más real que este amor de Dios. Volver al amor de Dios es volver a la realidad, lo otro es apariencia es vanidad, no es Dios”.
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