Red de la Vida Religiosa brasileña contra la trata de personas 18 años de la Red Un Grito por la Vida: Un gran signo de profecía y cuidado de la vida

Se han tejido tantos otros hilos a lo largo de los años, “tantas historias de vida, tantos rostros a los que nos hemos acercado y que también hemos ayudado a estas personas a salir de los procesos de esclavitud, de los procesos de violencia”
“El trabajo de la Red Un Grito Por la Vida es un trabajo permanente de prevención y, sobre todo, de dar visibilidad y mostrar que esta realidad, aunque esté tan invisibilizada y los datos estén tan sub notificados, es de fundamental importancia continuar diciendo y haciendo este trabajo de prevención
“Una pequeña semilla plantada y regada con mucho cuidado y paciencia, que ha crecido y dado frutos, y estos frutos permanecen”
“Una pequeña semilla plantada y regada con mucho cuidado y paciencia, que ha crecido y dado frutos, y estos frutos permanecen”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
La Red Un Grito por la Vida, creada en 2007, es una iniciativa intercongregacional de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Brasil, formada por religiosos y religiosas de diversas congregaciones, así como por laicos y laicas comprometidos con la erradicación de la trata de personas.

Un signo de esperanza para las víctimas de la trata
Poco a poco, la red se fue extendiendo por todos los rincones de Brasil, hasta llegar a las diversas regiones, como Manaos, donde se celebrará una Eucaristía de acción de gracias el domingo 30 de marzo. Poco a poco esta red se fue convirtiendo en “un signo de esperanza para todas las personas que fueron víctimas de la trata”, según la hermana Rosana Marchetti, entonces superiora provincial de las Misioneras de la Inmaculada y ahora coordinadora de pastoral en la archidiócesis de Manaos.
En el Regional Norte 1, abordar el abuso y la explotación sexual de niños y adolescentes es algo de gran importancia. Desde 2016, este trabajo está incluido en las Directrices de Acción Evangelizadora de la Regional, y en 2019 fue adoptado como causa permanente en las directrices, y se asumió que el Regional fortalecería los núcleos de la Red Un Grito por la Vida, para contribuir a la prevención de la trata de personas y del abuso y explotación sexual en todas las iglesias locales.
Un proceso lento, pero muy bonito
La hermana Rosana recuerda el impulso dado por la coordinadora de la Conferencia Nacional de los Religiosos en el Regional Norte 1, hermana Guaracema Tupinambá, que convocó a algunas religiosas que tenían la posibilidad de abrazar esta causa junto con la CRB. Se formó un pequeño grupo de siete u ocho religiosas, que empezaron a estudiar y profundizar los documentos que hablaban de la trata de personas, para entender esta realidad, contactando con los órganos gubernamentales que trataban este problema. “Un proceso lento, pero muy bonito”, según la religiosa, para poder articular e iniciar esta actividad de protección de estas personas.
El siguiente paso fue hacer visitas a los puertos y a algunas comunidades del interior, y luego se llevó a cabo la formación. Recuerda que fue a Salvador de Bahía con este fin, profundizando en la realidad de la trata de personas, el trabajo esclavo y todas las situaciones que no respetan la dignidad de la persona. Todo eso hizo que, poco a poco, las personas se dieran cuenta de que el problema estaba muy presente en Manaos, tanto en la ciudad como en las comunidades ribereñas, y empezaron a sensibilizar a las escuelas. El trabajo de cuidado de la vida fue aumentando con la llegada de otras hermanas.

Historias de vida
El 18º aniversario de la Red Un Grito por la Vida es una oportunidad para “recordar todo un camino que se ha recorrido, todos los procesos que se han llevado a cabo desde que se creó la red”, según la secretaria ejecutiva del Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB Norte 1) y miembro de la Red desde su fundación, la hermana Rose Bertoldo, que recuerda cómo se han tejido tantos otros hilos a lo largo de los años, “tantas historias de vida, tantos rostros a los que nos hemos acercado y que también hemos ayudado a estas personas a salir de los procesos de esclavitud, de los procesos de violencia”.
Subraya que “esto es muy importante, porque aprendemos a hacer este camino juntos”. Recuerda que “el trabajo de la Red Un Grito Por la Vida es un trabajo permanente de prevención y, sobre todo, de dar visibilidad y mostrar que esta realidad, aunque esté tan invisibilizada y los datos estén tan sub notificados, es de fundamental importancia continuar diciendo y haciendo este trabajo de prevención. Sobre todo, en la formación, en el empoderamiento de nuevos líderes y también impulsando la formulación de políticas públicas que también ayuden a las personas a salir de su situación de vulnerabilidad, para que puedan tener un trabajo decente, una vida digna”.
18 años de camino nos ayudan a recordar la fragilidad con la que se ha tejido la red, que siempre está en construcción, pero sobre todo la fuerza que tiene cada persona que forma parte de la red, algo que se manifiesta en la donación de su vida y en su compromiso con el cuidado de la vida, destaca. Una red que “debe ser tejida siempre por las manos de mujeres y hombres que cuidan la vida y sueñan con una sociedad sin violencia, sin trata de personas”, según la hermana Rose.
Un gran signo de profecía
Recuerda que “la Vida Religiosa ha abrazado esta causa de hacer frente a la trata de seres humanos, que en estos tiempos difíciles es un gran signo de profecía, y sigue tejiendo esta red de cuidados con hilos que entrelazan las múltiples realidades de los lugares más diversos”. Una red tejida por personas que “dan su vida y ayudan a construir un mundo sin violencia, creyendo que es posible vivir una vida en la que todos sean libres, y sobre todo trabajando también en esta dimensión de la conciencia, denunciando las estructuras que acaban creando las posibilidades para la trata de seres humanos, especialmente de mujeres, jóvenes y personas que emigran en busca de una vida mejor y acaban cayendo en las redes de los traficantes”.
Es una realidad que lleva a la religiosa a insistir en la importancia y necesidad de la red y su interconexión con otras redes a nivel latinoamericano y mundial, especialmente la Red Talitha Kum, que es la que articula todas las redes de enfrentamiento a la trata de personas en la Vida Religiosa consagrada en todo el mundo. Es por tanto “un momento de gratitud, gratitud por todas aquellas personas que han dado su vida en estos 18 años, que ya no están presentes, pero que han dejado su huella. Gratitud por todos los que ahora abrazan y los que vendrán, que abrazarán y seguirán haciendo este trabajo de cuidar la vida en todos los espacios donde la vida religiosa consagrada, los laicos, dan su vida por las causas en las que creen”, dijo la secretaria ejecutiva del Regional Norte 1.

Una pequeña semilla que ha crecido y dado frutos
El nacimiento de la Red Grito por la Vida en el Regional Norte 1 fue “una pequeña semilla plantada y regada con mucho cuidado y paciencia, que ha crecido y dado frutos, y estos frutos permanecen”, recuerda la hermana Guaracema Tupinambá. En este camino, ella destaca la importancia de la llegada de las hermanas del Inmaculado Corazón de María: Sor Santina Perin y Sor Celina Loo, que en 2011 llamaron a la Vida Religiosa del Regional Norte 1 a abrazar esta causa, iniciando encuentros de religiosas y laicas, que comenzaron a formarse, compartir informaciones y comprometerse con esta causa.
La hermana Guaracema recuerda que en poco tiempo se realizaron seminarios, visitas a escuelas, barrios, algunas instituciones, creando lazos con las instituciones locales, los servicios jurídicos, las instituciones responsables de estos temas, y así dar solución a los casos de trata de personas, abusos y violencia. Recuerda que “al principio, mucha gente nos decía, incluso gente de las pastorales, que este problema no existía en la Amazonía. La situación estaba tan invisibilizada que la gente quería convencerse y convencernos de que no existía. Poco a poco conocimos a personas que nos contaron sus historias y estas historias reales fueron la motivación para que continuáramos con este compromiso”.
La religiosa recuerda que la Red Un Grito por la Vida fue la impulsora de la creación de la Red de Combate a la Trata de Personas en la Triple Frontera Brasil-Colombia-Perú, en la que participó durante seis años, destacando su importancia en esta Triple Frontera, un ejemplo más de que la Red Un Grito por la Vida ha motivado a diversas organizaciones a defender esta causa de combate a la violencia y a la trata de personas.
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