La Asamblea Sinodal entra en su última semana de trabajos A la espera de un Documento de Síntesis que instigue a ser, no sólo a actuar, Iglesia sinodal
El Documento de Síntesis es de una importancia fundamental para que el proceso siga y lo haga con un sentimiento de pertenencia por parte de toda la Iglesia
La sinodalidad no puede quedarse en un modo de actuar, tiene que ser asumida como el modo de ser de la Iglesia
En una Iglesia sinodal el poder deriva del sacramento del Bautismo y no del Sacramento del Orden, nadie debería pensar que tiene más poder, aunque ese pecado es demasiado común, por el hecho de ser ministro ordenado
Quedarse en el método, en el actuar, no determinará el ser, el fundamento de la Iglesia, y eso es algo que no puede perderse de vista si queremos tener una perspectiva a medio y largo plazo
En una Iglesia sinodal el poder deriva del sacramento del Bautismo y no del Sacramento del Orden, nadie debería pensar que tiene más poder, aunque ese pecado es demasiado común, por el hecho de ser ministro ordenado
Quedarse en el método, en el actuar, no determinará el ser, el fundamento de la Iglesia, y eso es algo que no puede perderse de vista si queremos tener una perspectiva a medio y largo plazo
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
La Asamblea Sinodal del Sínodo de la Sinodalidad, que tiene como objetivo principal traer de vuelta el Concilio Vaticano II, se prepara para encarar la última semana. Los sábados por la tarde y los domingos son días sin trabajo en la Sala Sinodal, pero eso no quiere decir que todo pare. A veces las grandes decisiones se encaminan atrás de los bastidores.
Trascendencia del Documento de Síntesis
A la espera de una semana que tiene que ser decisiva, pues, aunque se pretenda negar su trascendencia, el Documento de Síntesis es de una importancia fundamental para que el proceso siga y lo haga con un sentimiento de pertenencia por parte de toda la Iglesia, estamos ante siete días, no todos de trabajo en el Aula Pablo VI, que hará que el Sínodo de la Sinodalidad pueda ser visto o no como instrumento de reforma en la Iglesia.
En ese traer de vuelta el Concilio Vaticano II tiene una importancia fundamental el cómo conjugar el capítulo 2 y 3 de Lumen Gentium, la relación entre el pueblo de Dios y la jerarquía, punto clave si queremos hablar de una Iglesia sinodal. En algunos continentes, sobre todo en América Latina, se ha conseguido fusionar con mayor con facilidad ese camino entre la jerarquía y el pueblo de Dios. Otras iglesias parecen estar en camino, hay algunas que les gustaría llegar ahí y lo intentan, y hay quienes abiertamente dicen que no quieren caminar de ese modo.
Modo de ser y no solo de actuar
Y es que, en esa Iglesia, la sinodalidad no puede quedarse en un modo de actuar, tiene que ser asumida como el modo de ser de la Iglesia. Y ahí entra en juego la cuestión de la autoridad, que muchos entienden como poder. El miedo es perder el poder, pues eso haría perder una autoridad que debería tener como fundamento el Evangelio y las actitudes evangélicas, no el lugar que se ocupa en el escalafón.
No podemos olvidar que en una Iglesia sinodal el poder deriva del sacramento del Bautismo y no del Sacramento del Orden, nadie debería pensar que tiene más poder, aunque ese pecado es demasiado común, por el hecho de ser ministro ordenado. Pero es algo que se vive y se sufre en todos los niveles de Iglesia, desde el consejo pastoral de una comunidad o una parroquia a instancias más amplias, donde la importancia de las decisiones tiene más alcance. Y al final, hay mucha gente que se cansa de esa forma de ser Iglesia y se acaba yendo a vivir su fe en las catacumbas.
Dar instrumentos para un debate abierto
Encarar esas cuestiones tiene que ser una preocupación para una Asamblea Sinodal que ha confiado a una comisión la redacción de ese Documento de Síntesis, pero que va a ser votado y aprobado por quienes son miembros de la Asamblea Sinodal. Son temas que deben aparecer en el Documento de Síntesis, temas teológicos, fundamentados en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, para que en los diferentes niveles de Iglesia se puedan discutir abiertamente entre las dos sesiones de la Asamblea Sinodal, si es que se quiere alimentar el proceso.
El proceso de escucha sinodal abrió muchas expectativas, mucha gente se sintió un poco más importante en la Iglesia, se les dejó de tratar como niños que no pueden hablar, sólo tienen que obedecer. Quedarse en el método, en el actuar, no determinará el ser, el fundamento de la Iglesia, y eso es algo que no puede perderse de vista si queremos tener una perspectiva a medio y largo plazo, si queremos pensar en cómo ser Iglesia cuando en muchos lugares no seamos mayoría, si queremos dar respuestas a muchos, sobre todo las mujeres y los jóvenes, que hoy no la están encontrado en el actual modo de ser Iglesia. No dejemos pasar la oportunidad una vez más…
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