El perito en el Sínodo para la Amazonía destaca la importancia de escuchar la voz del Espíritu Víctor Codina: “los misioneros siempre llegan tarde, el Espíritu ha llegado antes”
Es necesario reconocer que “las religiones que viven los pueblos antes de la llegada de los misioneros no es algo del demonio, sino del Espíritu”
El Espíritu está presente, algo que ya aparece de forma clara en las reflexiones del Vaticano II en referencia a las grandes religiones, lo que se puede aplicar a las religiones de los pueblos originarios de la Amazonía, que también están llenas del Espíritu
Cuando uno está en una Iglesia encerrada en sí misma, piensa que aquello es lo único que hay, cuando la Iglesia sale, se da cuenta de que el Espíritu está también allá donde va
El Espíritu actúa desde abajo, desde los pobres, desde los diferentes, desde los indígenas, y dentro de los indígenas desde las mujeres
Cuando uno está en una Iglesia encerrada en sí misma, piensa que aquello es lo único que hay, cuando la Iglesia sale, se da cuenta de que el Espíritu está también allá donde va
El Espíritu actúa desde abajo, desde los pobres, desde los diferentes, desde los indígenas, y dentro de los indígenas desde las mujeres
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo para la Amazonía
Dentro de la asamblea sinodal se han destacado algunos temas, entre ellos el de la inculturación, intercuturalidad y diálogo intercultural, que es algo más profundo. A partir del ejemplo del trabajo misionero de Pablo, relatado en los Hechos de los Apóstoles, Codina destaca algunos elementos que deben estar presentes en el trabajo de la Iglesia con los diferentes pueblos. El teólogo destaca que el primer grado de inculturación es hablarles en su lengua, Pablo llega a citar poetas suyos a los griegos y asume como válido una inspiración de un poeta pagano. Inclusive se refiere al altar al Dios desconocido, lo que junto con los otros aspectos pone de manifiesto que él parte de su realidad. Sólo después les anuncia a Jesús muerto y resucitado.
ElEspíritu Santo actúa desde la creación, desde el caos original, es alguien que da vida, ilumina todo, llena el universo, enfatiza Víctor Codina. Por eso, no duda en afirmar que “la Creación, la humanidad, están llenas del Espíritu antes que llegasen Jesús, Juan Bautista o los judíos”. Eso le lleva a afirmar que “los misioneros siempre llegan tarde, el Espíritu ha llegado antes”. Superando visiones que la Iglesia ha sostenido durante siglos, es necesario reconocer, según el teólogo, que “las religiones que viven los pueblos antes de la llegada de los misioneros no es algo del demonio, sino del Espíritu, que se pudo mezclar con las limitaciones humanas, como también pasa en la Iglesia”.
Está claro, según el jesuita que “hay que hacer un proceso de discernimiento, pero reconocer que el Espíritu está allá”. De cara a la inculturación, interculturalidad y diálogo interreligioso, se trata de ver que el Espíritu está presente, algo que ya aparece de forma clara en las reflexiones del Vaticano II en referencia a las grandes religiones, lo que se puede aplicar a las religiones de los pueblos originarios de la Amazonía, que también están llenas del Espíritu. Para ello, el Sínodo para la Amazonía, en el que muchos ven una actualización del Vaticano II, en el que hunde sus raíces, puede suponer un gran impulso en esa dimensión.
El Vaticano II habla de las Semillas del Verbo, algo que no siempre ha sido fácil descubrir por parte de la Iglesia, que no siempre ha puesto el empeño necesario. En un balance histórico, afirma que la Iglesia del primer milenio era más abierta, lo que cambió con la imposición del sistema de Cristiandad, que hizo que la Iglesia se cerrase, se sintiese dueña de la verdad, y afirmase que fuera de la Iglesia no hay salvación, diseñando una Iglesia piramidal, papalizada. Esta Iglesia rechazó cualquier intento de inculturación, sirviendo como ejemplo el rechazo a los ritos malabares, impulsados por los jesuitas y prohibidos por Roma, lo que retraso, como la propia Iglesia reconoció posteriormente, varios siglos la evangelización de aquella región.
Cuando uno está en una Iglesia encerrada en sí misma, piensa que aquello es lo único que hay, cuando la Iglesia sale, se da cuenta de que el Espíritu está también allá donde va. En ese sentido, las culturas indígenas, que son anteriores al cristianismo, deben ser valoradas, la evangelización no puede ponerlas de lado y decir que no sirve para nada y que hay que empezar de cero. Esto es una tragedia, una agresión, dice el Padre Codina, refiriéndose a los estudios de Eleazar López, uno de los más destacados estudiosos de la Teología India, que también es perito sinodal. Esta actitud, es considerada por el jesuita como “una falta de fe en el Espíritu”.
Esta dimensión del Espíritu también se hace presente en el campo de la ecología integral, y repercute en los llamados pecados ecológicos, un concepto que ha aparecido en la reflexión de la asamblea sinodal, que tiene como base la encíclica Laudato Sí. No podemos olvidar, afirma Codina, que “Dios es el Creador de todo y nosotros formamos parte de la Creación, no podemos desligarnos de ella, todo estar interconectado”. En sus palabras se descubre que durante muchos siglos hemos reducido el cristianismo a dos dimensiones, vertical, con Dios, horizontal, con los demás, y que hay que añadir lo circular, lo cósmico, el mundo.
Por eso, “agredir a la tierra de forma seria, como hacen las grandes empresas, ese es un pecado grave contra la naturaleza y contra las personas que viven allá”, enfatiza el Padre Codina, quien reconoce que de eso nadie se acusa en las confesiones. El primero en formular esta dimensión fue el Patriarca Bartolomé de Cosntantinopla, pues según el teólogo, “los orientales creen más en el Espíritu Santo y tienen más esta dimensión más cósmica, son más sensibles”.
El Sínodo para la Amazonía presenta muchas novedades, entre ellas la gran preparación que ha tenido, desde una actitud de escucha, que inició el Papa Francisco en Puerto Maldonado. Víctor Codina, que colaboró en la elaboración del Instrumentum Laboris, resalta que “lo que hay en él no es invención nuestra, sino lo que la gente ha dicho, esta es la fuerza”. Otra gran novedad, que destaca el jesuita, es la presencia de hombres y mujeres indígenas en el Sínodo, y cuando habla un indígena hay un silencio absoluto, porque son ellos quienes a través del Espíritu nos están clamando y llamando a la conversión de todos los demás.
De modo especial destaca el testimonio de las mujeres indígenas, de las religiosas, que según él, “ha sido impresionante, con grandísimos aplausos”, pues reconoce que “ellas son protagonistas de la evangelización en la Amazonía”. Una vez más se ve aquí la obra del Espíritu, que actúa desde abajo, desde los pobres, desde los diferentes, desde los indígenas, y dentro de los indígenas desde las mujeres. Por eso, Codina afirma que “lo que nos toca es escucharlo”, algo que puede ayudar en el proceso postsinodal, que se presenta como un momento decisivo en la concretización de los nuevos caminos que el Sínodo quiere alcanzar.