El Documento del Sínodo destaca por las grandes posibilidades que abre para la Amazonía y su Iglesia Un documento con todos los puntos aprobados, para fijarse en lo grande y no en las cositas

Rueda de Prensa de Presentación del Documento
Rueda de Prensa de Presentación del Documento

En el documento, “la Iglesia se compromete a ser aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra la vida

“La crisis ecológica es tan profunda que si no cambiamos no conseguiremos nada

“El papel de la mujer en la Iglesia va más allá de la funcionalidad

No sigamos los intereses de aquellos a quienes Francisco se ha referido como élites católicas, “que quieren ir a la cosita y se olvidan de lo grande”

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La asamblea del Sínodo para la Amazonía ha sido encerrada y a la salida del aula sinodal se veían caras felices, algo destacado por el Padre Giacomo Costa, Secretario de Comunicación del Sínodo, a los periodistas que abarrotaban la Sala Stampa, incluso en el Papa Francisco, que no ha dudado en llegar hasta los periodistas, agradecernos y decirnos que informemos bien, respondiendo incluso a algunas preguntas con la mayor naturalidad, e insistiendo en que estaba feliz y satisfecho. Entre las muchas reacciones de los que salían del aula, quiero destacar la de Monseñor Erwin Kräutler, misionero en la Amazonía desde 1965, por lo que merece el mayor de los respetos, que dijo estar “muy feliz y esperanzado”, una prueba clara de por dónde ha ido el Sínodo.

Esa es una sensación relatada en el documento votado esta tarde, en el que los 181 votantes han aprobado todos los parágrafos con la mayoría necesaria de dos tercios. En la asamblea sinodal ha reinado un ambiente fraternal y de escucha, y a primera vista sobresale la palabra conversión, una actitud necesaria para quienes quieren construir nuevos caminos. En ese punto ha insistido en la ruede de prensa el Cardenal Czerny, diciendo que “sin conversiones no hay nuevos caminos”, y que por lo tanto “no podemos continuar respondiendo de la misma forma a problemas tan urgentes”. El purpurado ha afirmado que “si estamos dispuestos a enfrentar un problema tenemos que cambiar, cambiar el corazón”.

El documento, dividido en cinco capítulos y 120 parágrafos, recoge las impresiones generales de los participantes de este proceso sinodal, no sólo de quienes estuvieron presentes en la asamblea, sino de tantos otros que participaron de un proceso de escucha que, con el paso del tiempo, se ha demostrado como determinante, pues recogió la voz de la Amazonía.

La Amazonía es fuente de vida, pero al mismo tiempo es “una hermosura herida y reformada, un lugar de dolor y violencia”, expresada en el clamor de la tierra y el grito de los pobres. En ese sentido, Monseñor David Martínez de Aguirre repetía las palabras escuchadas a un indígena, “la extracción del oro está más cerca de nuestras comunidades que la Palabra de Dios”. Este es un “grito de asfixia, manifestado en los rostros de los pueblos indígenas, preocupados por los territorios, que son la vida de los pueblos”, según el obispo de Puerto Maldonado, que de todo el proceso sinodal se queda con dos imágenes, la del Papa Francisco con los pueblos indígenas en Puerto Maldonado y en la procesión de inicio de la asamblea, “empujando a los obispos para entrar en el aula sinodal”.

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En esa tesitura, la Iglesia, reconociendo errores históricos, quiere “diferenciarse de las nuevas potencias colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su actitud profética”. Al mismo tiempo, somos invitados a una conversión integral, que se traduzca “en una vida simple y sobria”, y que debe ser personal y comunitaria.

Los nuevos caminos de conversión pastoral exigen “hacer mejor el anuncio de la buena nueva”, en palabras de Czerny, y según el documento una Iglesia en salida misionera, que se define como samaritana, misericordiosa, solidaria, en diálogo ecuménico, interreligioso y cultural. Esta conversión pastoral quiere hacer realidad una Iglesia que “sirve y acompaña a los pueblos amazónicos”, una Iglesia con rostro indígena, campesino y afrodescendiente, migrante y joven, una Iglesia que tiene que responder a los desafíos de la pastoral urbana, en una región donde el 80% de la población vive en la ciudad, teniendo como fundamento una espiritualidad de la escucha y el anuncio. Esa conversión pastoral se concretiza en elementos propios de la Amazonía, como los equipos itinerantes.

Encuentro de los Indígenas con el Papa (1)

La participación de los pueblos indígenas, tanto en el proceso de escucha como en la asamblea sinodal, ha ayudado a descubrir la necesidad de una conversión cultural, que exige que las identidades “sean reconocidas, respetadas y promovidas tanto en la Iglesia como en la sociedad”, afirmando el documento la existencia entre los pueblos amazónicos de semillas del Verbo, de una visión integradora de la realidad, que contrasta con la fragmentación del pensamiento occidental.

En el documento, “la Iglesia se compromete a ser aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra la vida”, dejando claro de qué lado está. También asume la necesidad de la inculturación y la interculturalidad, que supere el colonialismo, y promueva, a partir de la realidad y tradiciones de los pueblos, nuevos modelos en el campo de la salud, la educación y la comunicación.

Meses atrás, el Papa Francisco definió el Sínodo para la Amazonía como hijo de la Laudato Si´, que es la base de la conversión ecológica, ya que “la crisis ecológica es tan profunda que si no cambiamos no conseguiremos nada”, insistía el cardenal Czerny. El documento reconoce las amenazas contra el bioma amazónico y sus pueblos, algo que considera escandaloso, y pone como desafío la creación de nuevos modelos de desarrollo justo, solidario y sostenible. La evangelización, especialmente en la Amazonía, tiene que tener una dimensión socio-ambiental, que haga real una Iglesia que cuida de la Casa Común, una Iglesia pobre, con y para los pobres. En esta conversión, el documento habla de pecado ecológico, llegando a proponer ministerios especiales para el cuidado de la Casa Común. También aparece, concretamente en el número 85, la creación de un observatorio socio ambiental pastoral, en relación con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, corroborado por el Papa en su discurso final.

El último capítulo del documento aborda los nuevos caminos de conversión sinodal, una actitud que algunos ya definen como la gran aportación del Papa Francisco a la historia de la Iglesia. Esta sinodalidad significa “aprender mejor a ser Iglesia, caminar juntos para implicar cada vez más personas en este caminar”, según el Cardenal Czerny, que dice, refiriéndose a palabras del Papa Francisco, que “la Tradición no es un objeto para guardar en un museo, sino un recurso para el futuro”, reconociendo que “nos centramos en nuestras tradiciones para encontrar un camino hacia el futuro”. Esta sinodalidad tiene como guía el Espíritu, que impulsa a la Iglesia a caminar juntos, a promover el diálogo, la escucha, el discernimiento, el consenso y la comunión que haga posible espacios y modos de decisión conjunta, superando el clericalismo y dando entrada a las mujeres.

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En relación a las mujeres, el documento pide que su voz sea oída, que sean consultadas y participen en las tomas de decisiones. Por primera vez se pide que las mujeres reciban institucionalmente los ministerios del Lectorado y el Acolitado y que se cree el ministerio instituido de “la mujer dirigente de la comunidad”, reconociendo que estuvo muy presente en el Sínodo, fruto del proceso de escucha, el diaconado permanente para la mujer, algo que el Papa se ha comprometido, en su discurso final, a “recoger el guante de que seamos escuchadas”. El Papa dice que la parte de la mujer en el documento “se queda corta” y que “el papel de la mujer en la Iglesia va más allá de la funcionalidad”.

La ministerialidad es algo que se pide que sea promovido con fuerza, dejando abiertas muchas posibilidades a los obispos en este campo. Al hablar de la vida religiosa destaca la intercongregacionalidad, que permite permanecer “donde nadie quiere estar y con quien nadie quiere estar. El documento también trata del diaconado permanente y la necesidad de una formación inculturada en los seminarios de la región. Una de las grandes cuestiones, sobre lo que han corrido ríos de tinta en los últimos meses, es el de la Eucaristía, relacionado con los viri probati, expresión que no aparece en el documento.

Al respecto, el número 111, que ha sido el que ha contado con menos votos a favor, 128, teniendo como base Lumen Gentium 26, pide “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica”. Entre los nuevos caminos para la sinodalidad eclesial se habla de un organismo eclesial regional postsinodal, para el que ya se han elegido sus miembros, y un rito para los pueblos originarios, que ayude en el proceso de inculturación de la fe, con lenguas propias

La asamblea sinodal ha terminado, pero “este es un camino que sigue”, algo reafirmado por el Padre Costa. Ahora nos cabe, como el Papa señaló en el aula sinodal, centrarnos en los diagnósticos, superando pequeñas cuestiones disciplinares, para que la sociedad se hago cargo de todo lo descubierto en este Sínodo. No sigamos los intereses de aquellos a quienes Francisco se ha referido como élites católicas, “que quieren ir a la cosita y se olvidan de lo grande”, de aquellos que “porque no tienen el coraje de estar con el mundo, ellos se creen estar con Dios, porque no tienen el coraje de comprometerse con los hombres, dicen comprometerse con Dios, porque no aman a ninguno, se creen amar a Dios”. Ahora nos falta esperar la exhortación postsinodal, que es la que realmente vale y que el Papa ha dicho que piensa escribir antes de final de año. Esperemos que aquí encuentre buenos mimbres para continuar la reforma de la Iglesia.

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