La población de la Tierra y la ciudadanía mundial Marcelo Barros: "El desafío más urgente para las personas y el planeta es sobrevivir al sistema capitalista"
"Los medios de comunicación que auparon a Bolsonaro están tratando astutamente de bajar del barco que ellos mismos patrocinaron y ahora se hunde"
"Cada año, la población humana crece y los bienes de la tierra, como el agua, el aire y los alimentos, están limitados, afectados por la acción humana y bajo la amenaza de ser insuficientes"
"A través de Internet y los teléfonos móviles, siempre estamos más juntos y al mismo tiempo, más y más solos. Eso se toma como libertad"
"A través de Internet y los teléfonos móviles, siempre estamos más juntos y al mismo tiempo, más y más solos. Eso se toma como libertad"
En los últimos tiempos, los que siguen las noticias sobre Brasil pueden pensar que ha habido alguna transformación en la orientación de los principales medios de comunicación. Incluso las grandes cadenas de televisión que siempre han apoyado la extrema derecha ahora critican al presidente y dicen: ¡Basta! De hecho, lo que sucede es que están tratando astutamente de bajar del barco que ellos mismos patrocinaron y ahora se hunde. Hablan en contra de Bolsonaro. Sin embargo, siguen defendiendo con fervor al Ministro de Economía, responsable de las medidas que llevan literalmente a millones de personas al riesgo de morir, víctimas del descuido de la pandemia de Covid 19 y del virus de la miseria y el hambre. Y esto ocurre en Brasil, como en otros países, como en el centro del Imperio Americano.
Es en este contexto que el sábado 11 de julio, la ONU celebra anualmente "el día de la población mundial". Esta fecha fue implementada en 1989, por el Consejo del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, para llamar la atención sobre temas relacionados con la población mundial. El Día Mundial de la Población debería ayudarnos a vivir mejor en un planeta en el que, cada año, la población humana crece y los bienes de la tierra, como el agua, el aire y los alimentos, están limitados, afectados por la acción humana y bajo la amenaza de ser insuficientes.
Hoy en día, una gran parte de la humanidad está de acuerdo con el Papa Francisco en que el desafío más urgente para la población de la Tierra es sobrevivir al sistema capitalista. En el nombre de Dios Dinero, esta forma de organizar las relaciones sociales y económicas profundiza las desigualdades sociales, causa desempleo y destruye la naturaleza. Según datos recientes, cinco millonarios en Brasil tienen una riqueza equivalente a la mitad de toda la población brasileña (Carta Capital, 27 de junio de 2018).
La humanidad necesita cambiar la cultura con la que se relaciona consigo misma y con el planeta que habita. Sólo una organización social que se preocupe por todos los seres humanos y busque la igualdad y la justicia es ecológicamente sostenible y socialmente justificable.
Hoy en día, la mayoría de la gente vive en las ciudades. Ya hay miles de metrópolis con más de un millón de habitantes. Ya hay 23 ciudades con más de 10 millones de habitantes. São Paulo ya ha superado los veinte millones. En estas sociedades, al menos aparentemente, el ideal humano es la máxima libertad de cada uno y con la mínima orientación. El liberalismo es un régimen económico, pero también es cultural. Cada persona hace lo que quiere y vive como quiere. Mucha gente elige la gran ciudad precisamente por el anonimato. Nadie se involucra en la vida de nadie. A través de Internet y los teléfonos móviles, siempre estamos más juntos y al mismo tiempo, más y más solos. Eso se toma como libertad. Todo el mundo lamenta mucho que haya hambre y miseria en el mundo, pero nadie renuncia a nada para resolver este problema. Según los científicos, el planeta Tierra tendría todas las condiciones para alimentar y sostener hasta once mil millones de personas. Sin embargo, como dijo Mahatma Gandhi: “El mundo tiene suficiente para satisfacer las necesidades de todos los seres humanos, pero no es suficiente para la codicia y la ambición de los ricos”.
"Las filosofías de los pueblos africanos como el Ubuntu de los Zulúes y el Buen Vivir de los pueblos indígenas nos proponen otro estilo de convivencia humana"
En este contexto, los filósofos judíos como Emmanuel Mounier y Martin Buber, basados en la fe bíblica, insistieron en el valor de la alteridad. Proponen profundizar en la importancia del otro. Debemos aceptar que dependemos unos de otros y aprender a vivir unos de otros. También las filosofías de los pueblos africanos como el Ubuntu de los Zulúes y el Buen Vivir de los pueblos indígenas nos proponen otro estilo de convivencia humana. Según estos horizontes de vida, el bien común y la preocupación por el otro se convierten en el centro de la vida y garantizan una convivencia basada en la justicia y la paz. Para consolidar la sostenibilidad del planeta, los animales y la naturaleza también necesitan y merecen ser tratados con respeto y no sólo como mercancías o meros objetos de uso humano. Dietrich Bonhoeffer, un teólogo luterano asesinado por Hittler en la Alemania nazi, dijo: "Cristo está en mí por ti y en ti por mí. En mí es débil para mí y fuerte para ti. En ti, es débil para ti y fuerte para mí".
Para las comunidades cristianas, la palabra "participación social" es lo que traduce el término griego: Koinonia, que en las iglesias se ha convertido en "comunión". Crear la comunión es un proyecto divino. El término Iglesia se inspiró en las asambleas de ciudadanos del antiguo mundo griego. Pablo trajo el término Iglesia a las comunidades cristianas para educarlas a la participación de todos y como un ensayo de lo que el Espíritu Divino propone para el mundo entero. Hoy en día esto se traduce en la ciudadanía, el derecho y el deber de todos. Pablo escribió a la comunidad cristiana de Corinto: "Por Jesucristo, Dios nos ha llamado a la comunión, es decir, a la plena participación social" (1 Cor , 9).
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