El bautizo del eunuco

Felipe
El episodio del bautismo del eunuco etíope, Hechos 8,26-40, es una auténtica narración del camino catequético del bautismo. Este extranjero lee la Escritura pero no entiende. Felipe, el catequista, le explica a partir de la lectura que hace este extranjero y de las preguntas que le hace. Esta narración de los Hechos, encierra los pasos de una persona que desea bautizarse:

Primero: Pide que le aclaren sus dudas. Ha oído hablar de la religión católica pero tiene muchas dudas.
Segundo: Después de ser esclarecido y catequizado sobre la vida de Jesús está abierto a la fe.
Tercero: El eunuco ve agua y pide el bautismo. En todo camino catecumenal, siempre es el catecúmeno quien pide ser bautizado. En el bautizo de los infantes son los padres y padrinos que piden el bautismo.

Al salir del agua, Felipe desaparece ya no está a su lado el catequista. Una vez bautizado el eunuco sigue su camino. Como cualquier catecúmeno. Su vida externamente no cambia. Sin embargo interiormente hay algo que ha cambiado profundamente. Recibir la gracia del bautismo llena de alegría. Desde aquel momento existirán para él gozos y contratiempos como en toda vida humana, pero los vivirá con otra dimensión. Sabe que su vida tiene un peso de eternidad. Esta es la serenidad que tenían los mártires, Cristo estaba con ellos y les daba la gracia de afrontar los sufrimientos.Texto: María Nuria Gaza.
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