El próximo domingo, 2 de diciembre, iniciaremos el tiempo de Adviento.Tiempo propicio para meditar la primera venida del Salvador y junto a él a María, su madre, que supo decir sí al querer de Dios y que cambió el rumbo de su vida y de la historia de la humanidad. ¡Ojalá cada uno de nosotros estemos dispuestos a aceptar la voluntad de Dios sin refunfuñar! Jesús, Dios y hombre verdadero, se fue entretejiendo en las entrañas de esta mujer excepcional.
Al pensar en la concepción de Jesús vienen a mi mente las palabras del salmo 138:
“Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras” (vv 13-14). Esta podría ser la oración que el Hijo de Dios dirigía al Padre, su padre desde el seno de María, convertido en un sagrario. ¡Gran misterio el de la encarnación de Dios hecho hombre!
Y gran lección la de María, que, una vez informada de cómo se iba a realizar lo propuesto, no presenta ninguna excusa tonta de falsa humildad sólo una palabra: ¡Fiat! El tiempo de Adviento, que nos conducirá a Navidad, vivámoslo de la mano de la Madre de Dios, nadie como ella supo preparar con el máximo esmero la venida de su hijo Jesús.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.