Un nuevo día

Salmo 139
Encontré una oración que me hace pensar en la importancia de saber saborear el día que se nos regala, el que tenemos entre nuestras manos y pisan nuestros pies, hoy. Miremos verdaderamente con quién camino, quién late en mi corazón dando sentido a todo lo que vivo. En muchas ocasiones tenemos la sensación de que los días pasan rápido, el calendario va dejando atrás los meses, con tanto vivido, con sus alegrías, sus lágrimas, todo aquello que nos depara el ir viviendo. “Caminaré hoy en tu presencia, y sentiré que en cada paso estás; dando sentido a cuanto me rodea, para que en todo, sienta que Tú estás”. Que en este nuevo día lo podamos vivir intentando ser un poco más conscientes o dejarle entrar en nuestra vida, al Dios que sigue nuestras huellas porque camina junto a nosotros.

Ayúdanos Señor a no dejarnos atrapar por la rutina y aunque cueste, saber palpar todo aquello que cada día puedo vivir desde una mirada de fe. Cada día se nos presentan muchas situaciones donde podemos sacar mucho de bueno y si el día se presentó gris, ahí también podemos reconocer que precisamente no caminamos solos porque Alguien nos conoce, nos ayuda a vivir también lo menos bueno y nos ama. Busquemos al Señor y le encontraremos. Dejemos llenar el pozo de nuestro corazón de su Amor.

Adaptación del salmo 139

Me conoces cuando me siento
o cuando me levanto
de lejos percibes mis pensamientos
disciernes mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares
Sabes lo que voy a decir
antes de que lo pronuncie…
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno,
conoces perfectamente mi aliento
y te es familiar
cada surco de mi cuerpo.
Tus ojos veían mi embrión
cuando me iba formando en lo oculto
y entretejiendo
en lo profundo de la tierra,
En tu libro se escribían mis días,
mis lágrimas y mis risas,
mis luchas y mis descansos.
Señor, tú me sondeas y me conoces,
me conoces cuando me siento
o cuando me levanto,
cuando grito o cuando callo,
cuando sufro o cuando gozo.
Me conoces cuando amo
o cuando niego,
cuando rezo
o cuando te doy la espalda,
cuando acaricio o cuando hago daño.
Señor, tú crees en mí
más que yo mismo.


Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.
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