Quinto aniversario del Acuerdo China-Vaticano sobre los nombramientos de obispos P. Heyndrickx, misionero en China: "El Papa está actuando como misionero 'pionero' para la China de nuestro tiempo, y necesita y merece pleno apoyo"
El 22 de septiembre de 2018, hace exactamente cinco años, representantes de la Santa Sede y de la República Popular China firmaron en Pekín el Acuerdo provisional sobre los procedimientos para el nombramiento de nuevos obispos chinos
El Acuerdo ha sido prorrogado dos veces, en 2020 y 2022. Esta misma provisionalidad confirmada del instrumento, lleva a evitar hacer balances definitivos sobre su aplicación
Estas son las sugerencias y los elementos de reflexión que nos da el gran misionero belga Jeroom Heyndrickx, de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (Misioneros de Scheut), ante esta provisionalidad
Estas son las sugerencias y los elementos de reflexión que nos da el gran misionero belga Jeroom Heyndrickx, de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (Misioneros de Scheut), ante esta provisionalidad
(Agencia Fides).- El 22 de septiembre de 2018, hace exactamente cinco años, representantes de la Santa Sede y de la República Popular China firmaron en Pekín el Acuerdo provisional sobre los procedimientos para el nombramiento de nuevos obisposchinos. El Acuerdo ha sido prorrogado dos veces, en 2020 y 2022. Esta misma provisionalidad confirmada del instrumento, lleva a evitar hacer balances definitivos sobre su aplicación.
Pero el aniversario de la firma nos brinda la oportunidad de recoger las sugerencias y los elementos de reflexión que nos da el gran misionero belga Jeroom Heyndrickx, de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (Misioneros de Scheut). El padre Jeroom tiene casi 92 años, y ha dedicado toda su larga vida al servicio de la Iglesia en China.
-Padre Jeroom, ayer supimos que dos obispos chinos participarán en el Sínodo que está a punto de abrirse en Roma. Y hoy se cumplen cinco años de la primera firma del Acuerdo provisional China/Santa Sede sobre el nombramiento de obispos chinos. ¿Qué le parece esta fortuita coincidencia?
-La anunciada presencia de dos obispos de China continental en el próximo Sínodo supone obviamente un claro fruto del acuerdo con China deseado por el Papa Francisco para iniciar un diálogo y un intercambio continuos. Otro fruto concreto ha sido la reciente visita de los obispos chinos a Lovaina, tras la cual visitaron también la Iglesia de Francia durante tres días y mantuvieron tres reuniones en los Países Bajos. Por invitación del cardenal De Kesel, cuatro obispos chinos obtuvieron permiso de las autoridades civiles chinas para venir a Lovaina a principios de septiembre y estudiar cómo reanudar el fructífero y significativo intercambio y cooperación con la Fundación Verbiest.
-Siguen circulando opiniones y comentarios sobre el Acuerdo que pasan por alto su punto esencial y pierden de vista su objetivo principal. ¿Cuál es el quid del Acuerdo?
-Gracias a este Acuerdo, todos los nuevos obispos católicos son ordenados en plena comunión con el Papa, y ahora son legítimos y reconocidos tanto por la Santa Sede como por China. Se elimina así uno de los principales obstáculos para una mayor unidad de la Iglesia. De este modo, se está produciendo ante nuestros ojos un movimiento histórico hacia una mayor unidad de la Iglesia.
-Varios observadores señalan que, desde la firma del Acuerdo, ha habido muy pocas nuevas ordenaciones
-Es cierto que el diálogo con China no ha progresado tan fácilmente ni siquiera después del Acuerdo. ¿Por qué ocultarlo? A nosotros también nos decepciona que no se hayan nombrado más obispos para cubrir los puestos vacantes en más de 25 diócesis de China. También creemos que la práctica de la libertad de creencia religiosa está demasiado restringida en China. Sin embargo, algunos grupos de países occidentales sólo hacen hincapié en estos aspectos cuando hablan del Acuerdo. Critican el compromiso del Papa con el diálogo y la promoción de los objetivos espirituales de la Iglesia. ¿Por qué? Quizá para promover sus propios objetivos políticos. Pero hechos como la reciente visita de obispos católicos chinos a Europa demuestran que sus críticas carecen de fundamento.
-¿Puede contarnos algo sobre los días que pasó con los obispos chinos en Bélgica?
-En Lovaina, los encuentros con el cardenal De Kesel y los misioneros del CICM (Scheut) de Bélgica se desarrollaron en un clima de fraternidad cristiana, buscando caminos para que las Iglesias de China y Occidente puedan confirmarse mutuamente en la fe. Las Iglesias de Occidente acogen hoy con satisfacción (¡y necesitan!) esta confirmación en la fe. Se sienten inspiradas y confirmadas por la fe de los cristianos de China, mientras que la Iglesia de China se siente fortalecida por la acogida fraternal que recibe en Occidente.
El ambiente y el espíritu de los encuentros a lo largo de la visita deben ser vistos comparándolos con los últimos sesenta años de tensiones y recelos mutuos, de división incluso dentro de la Iglesia entre "no oficiales" y "oficiales", "legítimos" o "ilegítimos". No podemos estar ciegos y no reconocer este paso de gigante, que sin el Acuerdo del Papa no habría tenido lugar. Lograr una mayor unidad en la Iglesia, superar las incomprensiones en su seno, es un logro misionero de este Papa. Y aún hay más. Debemos abrir los ojos a otros acontecimientos notables de estos días.
-Como misionero, usted ha seguido de cerca el "nuevo comienzo" de la Iglesia en Mongolia en la década de 1990, donde el Papa Francisco ha viajado a principios de septiembre...
-Me ha sorprendido el poderoso testimonio que esa visita ha dado a la Iglesia y, de hecho, al mundo entero. Me ha recordado el momento en que, en octubre de 1991, fui enviado por la Santa Sede y el Superior de mi Congregación Misionera para visitar Ulán Bator y explorar los caminos de la evangelización en preparación de la nueva Misión de Mongolia de los Misioneros de Scheut.
Tuve el honor de ser recibido por el entonces Viceprimer Ministro Dorligjav, y quedé impresionado por sus palabras. Él dijo: “Padre, nuestro país ha estado bajo el régimen ateo soviético durante setenta años. Ahora que nos hemos liberado, no vamos a volver a nuestro antiguo régimen con el budismo como religión del Estado. Ahora somos una república independiente con libertad de creencias. Para ofrecer a nuestro pueblo la oportunidad de creer en la religión cristiana, invitamos a los misioneros a venir aquí. Son bienvenidos, pero recuerden que nuestro pueblo es budista o ateo. No sean agresivos en sus intenciones evangelizadoras. Más bien únanse a los esfuerzos de nuestro país por atender a los pobres. Ayúdennos en la atención sanitaria y la educación”.
Y eso es exactamente lo que la pequeña comunidad eclesiástica de Ulán Bator lleva haciendo desde 1992: abrir escuelas, responder a las necesidades de los pobres, atender a los discapacitados, los huérfanos y los jóvenes abandonados.
-Desde Mongolia, el Papa también ha enviado un mensaje al pueblo chino y a los católicos chinos. ¿Cuál es el camino correcto por el que continuar caminando?
-El Acuerdo de la Santa Sede con China ha cumplido cinco años. Hechos como la participación de obispos chinos en el Sínodo y la visita de obispos chinos a Lovaina, Francia y los Países Bajos nos abren los ojos y revelan que se está logrando más de lo que suponíamos. Es evidente y claro que, a pesar de algunas noticias negativas procedentes de China, los contactos abiertos entre la Iglesia china y la Iglesia universal han aumentado considerablemente en los últimos años. Está claro que esto sucede gracias al diálogo positivo que el Papa Francisco mantiene con China. Todos estamos invitados a ser más conscientes de ello y a apoyar la incansable labor del Papa al servicio de la Iglesia.
El hecho de que los avances en la mejora de la situación sean lentos no debe sorprendernos. Ambos interlocutores -la Santa Sede y la República Popular China- intentan superar el enfrentamiento entre Oriente y Occidente del siglo XIX, la Guerra del Opio y todas las enemistades, prejuicios mutuos e incomprensión que se derivaron de ella. En este sentido, el Papa está actuando como misionero "pionero" para la China de nuestro tiempo, y es aquí donde necesita y merece el pleno apoyo de toda la Iglesia, en lugar de permanecer a distancia y observar lo que sucede. Nuestra creatividad misionera encontrará la manera de construir caminos donde todavía no los hay.