Seremos juzgados por la urgencia con la que respondemos a la crisis ecológica de nuestro tiempo” El 'sos' del Patriarca Bartolomé en Davos: “No hay sitio para la indiferencia ni tiempo para la indecisión”
“Lamentablemente, se está haciendo muy poco. Hay una enorme brecha y una inmensa distancia entre la cabeza, el corazón y las manos”
"Hemos explotado la tierra y llevado las especies a la extinción prematuramente. Y lo que es peor, hemos expuesto a los más vulnerables de entre nosotros a las consecuencias de nuestro consumo imprudente de energía”
"Nuestro mundo no es negociable. El mundo está esperando, el mundo está mirando. Somos responsables de nuestra acción inadecuada e inconsistente"
"A diferencia de las generaciones anteriores, no tenemos excusa; no podemos decir que no lo sabíamos"
"Nuestro mundo no es negociable. El mundo está esperando, el mundo está mirando. Somos responsables de nuestra acción inadecuada e inconsistente"
"A diferencia de las generaciones anteriores, no tenemos excusa; no podemos decir que no lo sabíamos"
"¡Estamos todos en el mismo barco! No hay lugar para la indiferencia; y no hay tiempo para la indecisión. Muchos de los líderes políticos y globales de nuestro mundo están entre nosotros. Les instamos a que sean más ambiciosos en su legislación y más tenaces en sus acciones”. Este es el sos que el Patriarca Ecuménico Bartolomé I lanzó en Davos en el 50º Foro Económico Mundial de Davos.
Emulando a Greta Thunberg y al Papa Francisco, el anciano Patriarca ortodoxo de Constantinopla se erige en portavoz de los jóvenes que se han lanzado a las calles en todo el mundo, para pedir accione sconcretas de los Gobiernos para salvar la casa común.
“Hemos escuchado los hechos; hemos sido informados por la ciencia; tenemos pronósticos para el futuro. A diferencia de las generaciones anteriores, no tenemos excusa; no podemos decir que no lo sabíamos”, arenga el líder ortodoxo.
Y, a renglón seguido, se lamenta por la falta de resultados: “Lamentablemente, se está haciendo muy poco. Hay una enorme brecha y una inmensa distancia entre la cabeza, el corazón y las manos”.
Por eso, el Patriarca pide a la clase política y económica mundial, reunida en Davos, que “llene este vacío, que colme esta distancia”, porque el tiempo apremia: “Hemos puesto a prueba la sostenibilidad de nuestro mundo y agotado los recursos de nuestro planeta; hemos explotado la tierra y llevado las especies a la extinción prematuramente. Y lo que es peor, hemos expuesto a los más vulnerables de entre nosotros a las consecuencias de nuestro consumo imprudente de energía”.
De ahí, su apremiante llamada a la acción. Dirigiéndose a los líderes mundiales, el Patriarca Ecuménico les instó: “Les animo a prestar atención al impulso y las protestas en todo el mundo, no sólo por los que sufren las consecuencias del cambio climático, sino también por los jóvenes que están pidiendo limosna por su futuro y pidiendo solidaridad entre generaciones".
Y añadio: “Su mundo -nuestro mundo- no es negociable. El mundo está esperando, el mundo está mirando. Somos responsables de nuestra acción inadecuada e inconsistente. Somos responsables del papel que hemos desempeñado en la difícil situación de los refugiados y de la contribución que estamos haciendo a los desastres naturales”.
Y concluyó en su mismo tono profético y perentorio: “Por alguna conexión misteriosa que no siempre entendemos (y a veces decidimos ignorar), la tierra nos recuerda nuestra vocación de protegerla a ella y a sus recursos naturales, para preservar y apoyar a las generaciones futuras. Seremos juzgados por la urgencia con la que respondemos a la crisis ecológica de nuestro tiempo”.