“Nadie puede saquear a estos cristianos, o destruir o estropear cualquiera de sus iglesias" Santa Sofía: por qué la decisión del presidente Erdogan contradice el deseo de Mahoma
El profeta había establecido que ningún templo de otra religión debía ser convertido en mezquita. Al conquistar Jerusalén, el califa Omar dio una clara señal de respeto a la iglesia del Santo Sepulcro. Pero Erdogan no tuvo en cuenta esos antecedentes
El giro hacia lo religioso de Erdogan –devenido hoy, por otra parte, en un autócrata hecho y derecho- no parece tener otra motivación que la electoral
| Sergio Rubín
(Valores Religiosos).- La manipulación de la religiosidad de un pueblo con fines políticos acaba de consumar en Turquía otro capítulo en la historia de la humanidad con la decisión del presidente Recep Erdogan de volver a convertir Santa Sofía -el emblemático templo de Estambul- en una mezquita. Desde su origen en el siglo VI había sido en la llamada entonces Constantinopla la catedral cristiana ortodoxa bizantina (con un breve lapso en que fue latina) hasta que la invasión otomana, en el siglo XV, la transformó en mezquita. Pero en 1931 el presidente Kemal Atatürk -en línea con su deseo de que Turquía fuese un país “laico”- dispuso que sea museo.
Con su llegada al poder en 2003, inicialmente como primer ministro, Erdogan parecía encarnar la construcción de una Turquía moderna, ansiosa de ingresar a la Unión Europea. En materia religiosa, se mostraba como un continuador de las aspiraciones de Atatürk, pero en los últimos años comenzó a girar a favor de una presencia cada vez mayor de lo religioso en la vida pública. Para ser más precisos: una presencia cada vez mayor del islam en una nación en la que el 98 % de la población se declara musulmana. Aunque –eso sí- no todos los turcos compartan la idea de un avance de lo religioso por temor a que afecte sus libertades.
El giro hacia lo religioso de Erdogan –devenido hoy, por otra parte, en un autócrata hecho y derecho- no parece tener otra motivación que la electoral. De hecho, todo lleva a pensar que su decisión de volver a convertir Santa Sofía en mezquita responde al hecho de que su partido (AKP) perdió el año pasado la intendencia de Estambul. No es un dato menor que el Partido Republicano del Pueblo (CHP) -la principal agrupación opositora, que fue la que se impuso en la gran ciudad turca- haya manifestado su desacuerdo con la decisión de Erdogan y anunciara que no asistiría al primer rezo en la mezquita “recuperada”.
La ambición política lo llevó a Erdogan, además, a ignorar relevantes premisas del islam que vienen muy a cuento. En la llamada Constitución de Medina, promulgada por el mismísimo Mahoma, el profeta establece: “Nadie puede saquear a estos cristianos, o destruir o estropear cualquiera de sus iglesias, o casas de culto, o tomar cualquiera de las cosas contenidas dentro de estas casas y llevarlas a las casas del islam. Y el que quite cualquier cosa allí –advierte- será uno que haya corrompido el juramento de Dios y, en verdad, desobedecer a Su mensajero”. En otras palabras, no se puede convertir una iglesia en una mezquita.
En línea con esas enseñanzas –a las que se suma una carta de Mahoma de protección a un monasterio cristiano ortodoxo de la península del Sinaí-, cuando el Califa del Islam Omar entró a Jerusalén a principios del 638 visitó la iglesia del Santo Sepulcro –el lugar más sagrado de los cristianos- y, al escucharse la llamada a los musulmanes para la oración, el patriarca Sofronio lo invitó a hacerlo, pero se negó. Omar optó por hacerlo fuera del templo ante el temor de que sus partidarios quisieran convertirlo en una mezquita. Hasta le firmó un compromiso de respeto a la libertad religiosa.
Es cierto también –todo debe ser dicho- que la mezquita de Córdoba, construida en el 785, fue convertida en iglesia en el 1236 tras la invasión castellana por orden del rey Fernando III. El reclamo musulmán de su reintegro se mantiene en la actualidad. Y sería un gesto de la Iglesia católica concretarlo. Pero la decisión de Erdogan solo complica las cosas y contamina un vínculo entre el cristianismo y el islam que venía en pleno auge, sobre todo tras la firma del histórico documento sobre la Fraternidad Humana suscripto en 2019 en Abu Dabi por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad al Tayeb, líder de los suníes, la corriente mayoritaria del islam.
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