Hijos, parroquia, un marido siempre ausente ‘Sínodo’ de 'matushki' en Ucrania: las esposas de los curas ortodoxos visibilizan su papel
La Iglesia ortodoxa admite desde siempre el sacerdocio casado en servicio pastoral (los obispos en cambio son célibes y en general provenientes del monacato)
Las matushki reivindicaron la importancia de confiar las iniciativas eclesiales que se relacionan con los temas de las familias a quienes realmente tienen experiencia
Difícil discutir con maridos que pretenden ser una “instancia dogmática”, como lo hicieron notar algunas intervenciones, a menudo “con el apoyo de tantos parroquianos adorantes que no conocen las problemáticas internas dentro de las paredes domésticas”
Difícil discutir con maridos que pretenden ser una “instancia dogmática”, como lo hicieron notar algunas intervenciones, a menudo “con el apoyo de tantos parroquianos adorantes que no conocen las problemáticas internas dentro de las paredes domésticas”
(AsiaNews).- El primer gran Fórum Ucraniano de las mujeres de los sacerdotes ortodoxos que se desarrolló en Kiev justo cerca de la fiesta de la mujer. La Iglesia ortodoxa admite desde siempre el sacerdocio casado en servicio pastoral (los obispos en cambio son célibes y en general provenientes del monacato). Para participar en el Fórum, más de cien matushki (“las mamitas”, así son llamadas las esposas de los batjushki, los curas “papitos”) dejaron por unos días a las familias y las parroquias para discutir abiertamente sobre sus problemas.
Normalmente las matushki son presentadas como mujeres muy reservadas, completamente dedicadas a las numerosas familias (las familias sacerdotales en general son muy fecundas y los hijos a menudo permanecen en la “casta sacerdotal”), mientras que en las iglesias se transforman en severas tutoras del orden y de las muchas reglas de comportamiento obligatorias para presenciar las largas liturgias ortodoxas (cabeza cubierta, vestidos adecuados, posición de las manos y del cuerpo). En los últimos tiempos, con el crecer del prestigio social de los sacerdotes en el mundo post-soviético, las matushki se transforman siempre más a menudo en mujeres de suceso, empresarias y protagonistas de una sociedad siempre más en movimiento.
El Fórum se realizó en un prestigiosos complejo eclesiástico, en el territorio de la catedral de los Doce Apóstoles en las orillas del río Dnieper. Superando la timidez inicial, a las mujeres de los curas les sirvieron café y dulces por el joven párroco de la iglesia, que vistiendo el delantal organizó la recepción. Las señoras se sintieron “investidas por una brisa de libertad”, según lo que confiaron a los periodistas.
Las matushki reivindicaron la importancia de confiar las iniciativas eclesiales que se relacionan con los temas de las familias a quienes realmente tienen experiencia, en vez de a los “superiores monásticos” que ocupan roles de dirección en las diócesis. Las intervenciones del Fórum, por otro lado, no provocaron ni protestas ni pretenciones, sino que han tratado de ayudar a la comprensión de las dimensiones más profundas de la vida eclesiástica. Fueron presentadas relaciones teológicas y espirituales, para orientar las discusiones y las mesas redondas, que fueron muy libres e informales.
Entre las cuestiones que se discutieron estuvieron las dificultades de educar a tantos hijos, ya muy pocos dispuestos a seguir las huellas de los padres “clericales”. Si un tiempo los hijos y las hijas se convertían a su vez en curas y esposas de curas, hoy los jóvenes se oponen en participar en las funciones religiosas de los padres, creando en ellos fuertes preocupaciones. Otro tema muy sentido es el relacionado a la manutención de las familias sacerdotales, a las cuales muy a menudo no le son suficientes y muchas matushki tienen que buscar un trabajo “laico” que una vez les estaba expresamente prohibido.
Muchas matushki tienen que buscar un trabajo “laico” que una vez les estaba expresamente prohibido
No faltó el compartir experiencias -muy difundidas- sobre la convivencia con maridos muy a menudo absorbidos por el trabajo pastoral y de conflictos y divisiones que ponen en riesgo la naturaleza obligatoriamente “ejemplar” de las uniones sacerdotales. Difícil discutir con maridos que pretenden ser una “instancia dogmática”, como lo hicieron notar algunas intervenciones, a menudo “con el apoyo de tantos parroquianos adorantes que no conocen las problemáticas internas dentro de las paredes domésticas”.
Los grupos temáticos han afrontado también muchas cuestiones prácticas, muy sentidas por las esposas de los sacerdotes, como los problemas relacionados a las transferencias de una parroquia a otra; los vestidos y los peinados que son más o menos impuestas a las matushki, entre el deseo de placer al marido y el riesgo de confundir a los parroquianos, las varias situaciones de malestar social para una mujer que declara ser “esposa de un cura”, el número de los hijos (la Iglesia ortodoxa impone a los curas un comportamiento muy fiel a las reglas morales sobre la fecundidad) y tantos otros argumentos, por los cuales las mujeres también pretendieron la salida de la sala de varios batjushki.
El encuentro se concluyó con la intervención del obispo Venjamin, que deseó a las matushki: “¡Continúen viviendo su genial estilo de vida!”.