El prelado, vilipendiado por muchos y aclamado por otros, se llevó su secreto a la tumba Con el entierro en Manila del obispo Buhaín, se entierra un gran pedazo del legado del cardenal Sin
"Fue quizá el más dominante de todos los obispos auxiliares en los últimos 20 años del mandato (de 1983 a 2003) del Cardenal Sin al frente de la sede manileña"
"Cuando el muy achacoso Sin presentó la renuncia al cumplir los 75 años el 31 de agosto de 2003, el entonces muy robusto Buhaín también se vio forzado a presentar la suya"
"Rosales tomó posesión de Manila en noviembre de 2003. Comenzó una limpieza a fondo que sacudió los cimientos clericales de la iglesia de Filipinas y que como resultado impidió a Buhaín oficiar públicamente como sacerdote en Manila, a partir de entonces"
"Buhaín es vilipendiado por muchos y aclamado por otros. En estos momentos dolorosos, nos descubrimos respetuosamente la cabeza ante su tumba y oramos por su descanso eterno. Pero sí hemos de clamar por más transparencia"
"Rosales tomó posesión de Manila en noviembre de 2003. Comenzó una limpieza a fondo que sacudió los cimientos clericales de la iglesia de Filipinas y que como resultado impidió a Buhaín oficiar públicamente como sacerdote en Manila, a partir de entonces"
"Buhaín es vilipendiado por muchos y aclamado por otros. En estos momentos dolorosos, nos descubrimos respetuosamente la cabeza ante su tumba y oramos por su descanso eterno. Pero sí hemos de clamar por más transparencia"
| Macario Ofilada Mina
El 19 de noviembre de 2024 se celebraba la inhumación de las cenizas de Mons. Teodoro Buhaín Javier, obispo auxiliar emérito de Manila, en el panteón familiar en Ciudad de Bacoor, Provincia de Cavite, Filipinas. Esta misma ciudad le vio nacer el 04.08.1937. Había fallecido el 13 de noviembre de 2024, a los 87 años y 3 meses de edad, en el Hospital Cardenal Santos, Ciudad de San Juan, dentro de la archidiócesis de la que fuera obispo auxiliar.
Fue quizá el más dominante de todos los obispos auxiliares en los últimos 20 añosdel mandato (de 1983 a 2003) del Cardenal Sin al frente de la sede manileña (tomó posesión este el 19.03.1974), rivalizado solo por el delfín de Sin, el ahora arzobispo de Lingayen-Dagupán Mons. Sócrates Villegas, sin duda el sanctasanctórum del difunto cardenal quien era el más ‘politizado’ entre los prelados filipinos de, al menos, la historia reciente.
Cuando el muy achacoso Sin presentó la renuncia al cumplir los 75 años el 31 de agosto de 2003, el entonces muy robusto Buhaín también se vio forzado a presentar la suya, obligada por la Santa Sede, a través de la entonces Congregación (ahora dicasterio) de los Obispos (gracias a las gestiones del entonces nuncio de S.S. Mons. Antonio Franco), y por el nuevo arzobispo, Mons. Gaudencio Rosales, elevado al sacro colegio el 24.03.2006 por el papa Benedicto XVI, quien, más de una vez, declaró públicamente que en Manila tuvo que hacer limpieza.
Y fue una limpieza a fondo, sobre todo por la cuestión espinosa de finanzas. Fue víctima u objetivo, según se mire, entre otros, Mons. Buhaín, quien solo tenía 66 años (formalmente presentó su renuncia el 23.09.2003 casi al mismo tiempo cuando le fue aceptada la renuncia a Sin por Roma). Rosales tomó posesión de Manila el 21.11.2003. Y fue cuando comenzó la limpieza a fondo que sacudió los cimientos clericales de la gran iglesia madre de Filipinas.
No se han divulgado los resultados de la limpieza pero un resultado notable fue el siguiente: no se le permitía a Buhaín oficiar públicamente como sacerdote en Manila (pero sí en las diócesis sufragáneas de Parañaque e Imus, Cavite) tanto durante el mandato de Gaudencio Rosales (2003-2011) como durante el de Luis Antonio Tagle (2011-2019). Se quejó en una entrevista Buhaín que este último, caviteño como él, no le echó una mano ni resolvió su caso.
Fue solo durante el mandato del actual cardenal arzobispo José Advíncula que Buhaín volvió a oficiar públicamente en Manila. Ocurrió el 03.09.2023, el cincuenta aniversario del fallecimiento del Cardenal Rufino Santos, el obispo que había ordenado de presbítero a Buhaín (el 21.12.1960) y epónimo del hospital en donde este fallecería. Buhaín presidió la misa funeral por el primer cardenal filipino, conocido por ser un autócrata y gestor eficacísimo, en la historia celebrado en la Catedral de Manila en aquella ocasión. Reconoció emocionado que: ‘Hoy, quisiera dar las gracias públicamente a Dios quien se ha servido del Cardenal Santos para bendecirme de diversas maneras’.
Santos lo tenía todo muy bien atado. No así en el caso de su sucesor inmediato Sin quien delegó asuntos de gestión económica y financiera en sus colaboradores, entre ellos el mismo Buhaín. De ahí comenzaron las controversias que ocasionaron la limpieza llevada a cabo por Rosales, tras la jubilación de Sin (cuya dimisión fue inmediatamente aceptada, 15 días tras presentar la renuncia, por el papa) con el visto bueno de la Santa Sede. Se ve que esta tenía tanta prisa, pues la enfermedad larga del purpurado de ascendencia china fue entonces la mayor amenaza a la integridad de la sede manilense. Ya se percibía un vacío de poder que los más cercanos al cardenal, sobre todo Villegas, intentaban llenar.
Buhaín estuvo al lado de Sin durante aquellos días memorables de la Revolución de Edsa del 22 a 25 de febrero de 1986 cuando perdió el poder el régimen del dictador Ferdinand Marcos Sr. (cuyo hijo es actualmente el presidente de Filipinas). Durante aquellos días tensos, las instalaciones de la radioemisora de la iglesia, Radio Veritas, de la que entonces era el gerente general Buhaín, fueron destrozadas por los militares fieles a Marcos Sr.
Tras el éxito de la revolución, llegaron muchos donativos tanto locales como internacionales, para la reconstrucción de la radioemisora. Y a la propuesta de hacer público el agradecimiento de la archidiócesis, que es la accionista mayoritaria de Radio Veritas, se opuso Buhaín. Nunca se hizo una contabilización de los donativos.
No es esta la ocasión para detallar las controversias en que se vio metido Buhaín. Este tema espera al historiador competente, valiente e imparcial si bien en el presente podemos recoger muchos datos, entre los cuales, Buhaín es vilipendiado por muchos y aclamado por otros. Esto lo hemos comprobado personalmente.
En estos momentos dolorosos, nos descubrimos respetuosamente la cabeza ante su tumba y oramos por su descanso eterno. Con la imagen de la urna que contiene sus cenizas solo podemos exclamar: Sic transit gloria mundi! También hemos dado las gracias al Altísimo porque con su ‘rehabilitación’ por Advíncula un año y pico antes de su fallecimiento se le quitó un peso de encima en su viacrucis largo y se vio una vez más la mano ‘perdonadora’ de Dios a través de la iglesia como establishment.
Pero sí hemos de clamar por más transparencia. El perdón no debería desembocar en el olvido o en el seguir viviendo. El perdón a su vez clama la justicia. Queda patente que ‘se les castigó’ conforme al procedimiento ‘interno’ a personas como Buhaín mas no se reveló del todo al público las medidas, los cargos, los detalles. Esto lamentablemente forma de la cultura interna y secreta del mundo clerical que, sobre todo desde los tiempos de Benedicto XVI, ha sabido castigar a los ‘suyos’, a los que son de la misma librea, pero sin la transparencia que ha caracterizado el pontificado de Francisco. Recuérdese, por ejemplo, el affaire Becciu, amigo personal del papa gaucho.
Rosales cumplió con su deber y cometido pero faltaba algo más. Buhaín insistía hasta el final, bien personalmente bien por medio de sus portavoces, en que era víctima de la política clerical. Y para asombro de todos, afirmó en una entrevista que el mismo cardenal Sin le ordenó que se callara como sacrificio. Esto refleja la cultura clerical imperante entonces.Y también fue el último clavo en el ataúd de la respetabilidad de la colaboración Sin-Buhaín.
"En las parroquias filipinas, el párroco es rey y ley … Pero la gente, a Dios sean dadas las gracias, ya no se calla como antes"
El clavo nos ha llevado a todos a una especie de callejón sin salida. Se necesitaba más aclaración. Tal vez el camino para salir de este impasse fue la iniciación del procedimiento civil en un tribunal filipino, lejos de los silencios de confesionarios y del mundillo levítico, pues todo se consignaba al olvido, al perdón colectivo. Los hechos, hechos están, pero siguen por ahí los fondos, de los bolsillos de la gente común, de los pobres, y ya no hay posibilidad de recuperarlos. También sigue la oscuridad, la opacidad, la falta de claridad. Y lo lamentable es que algo parecido siga repitiéndose en las parroquias filipinas en donde el párroco es rey y ley, muchas veces con la complicidad y la ignorancia de los superiores. Pero la gente, a Dios sean dadas las gracias, ya no se calla como antes.
En otras palabras, es preciso seguir reformando la reforma para que esta siga siendo una reforma y no solo una fanfarria momentánea. Pero la reforma ya había comenzado. Los cambios ya se habían introducido. En Manila, con el mandato de Rosales. Y debe continuar, debe seguir reformándose, pues la historia seguirá escribiéndose. Que el Señor le conceda el descanso merecido a su hijo y a nuestro hermano, Teodoro Buhaín Javier pero que no nos lo conceda a los que quedamos, a quienes corresponde la tarea apremiante de seguir escribiendo la historia con lo de ‘ecclesia semper reformanda’.
¡Es preciso reformar para poder escribir! Es preciso seguir curando la pluma para hacerla más flexible en medio de los vaivenes. De tal forma, la escritura será más prolongada. Para lograr esta prolongación es necesario siempre quitar la punta de la pluma con un cuchillo pequeño para limarla, purificarla. Así siempre quedará fresca, renovada, dispuesta a seguir derramando ríos y ríos de tinta de la que se configura la historia. En lo que a Buhaín, sobre todo al legado eclesial de Sin, le respecta, todavía se nos queda mucho en el tintero.