124 días de sangre, combates, paciencia, llanto y sufrimiento de niños inocentes Shevchuk: "¡Oh Dios, danos la Fe, la oportunidad de creer en la victoria, de creer en nuestra fuerza!"
"Probablemente ya no haya ninguna ciudad, ningún lugar, ninguna región de Ucrania que no haya sido herida por esta guerra despiadada"
Es el lamento del arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Shevchuk, cuando Ucrania vive ya 124 días "desde que que comenzara la invasión militar de Rusia"
El 26 de junio, Ucrania sufrió por parte de Rusia el ataque con misiles más masivo de toda su historia: "Las regiones de Kyiv, Chernihiv, Cherkasy, Odessa, Mykolaiv, Kharkiv y Sumy quedaron bajo fuego"
El arzobispo reflexiona sobre el don del Espíritu Santo, el signo definitivo, la Fe. "Por él, incluso en medio de las circunstancias desesperadas, podemos ver un rayo de esperanza. Pedimos al Señor Dios ese don especial"
El 26 de junio, Ucrania sufrió por parte de Rusia el ataque con misiles más masivo de toda su historia: "Las regiones de Kyiv, Chernihiv, Cherkasy, Odessa, Mykolaiv, Kharkiv y Sumy quedaron bajo fuego"
El arzobispo reflexiona sobre el don del Espíritu Santo, el signo definitivo, la Fe. "Por él, incluso en medio de las circunstancias desesperadas, podemos ver un rayo de esperanza. Pedimos al Señor Dios ese don especial"
| Sviatoslav Shevchuk, arzobispo greco-católico de Kiev
"Probablemente ya no haya ninguna ciudad, ningún lugar, ninguna región de Ucrania que no haya sido herida por esta guerra despiadada". Es el lamento del arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Shevchuk, cuando Ucrania vive ya 124 días desde que que comenzara la invasión militar de Rusia"
"El último fin de semana y ayer en particular, estuvo marcado por grandes tragedias en Ucrania". El 26 de junio, Ucrania sufrió por parte de Rusia el ataque con misiles más masivo de toda su historia: "Las regiones de Kyiv, Chernihiv, Cherkasy, Odessa, Mykolaiv, Kharkiv y Sumy quedaron bajo fuego"
El arzobispo reflexiona sobre el don del Espíritu Santo, el signo definitivo, la Fe: "La Fe, como fruto del Espíritu Santo, muestra una cierta madurez especial del creyente. Y consiste en hacer que uno sea partícipe del conocimiento divino"
"Por él, incluso en medio de las circunstancias desesperadas, podemos ver un rayo de esperanza. Pedimos al Señor Dios ese don especial".
Texto completo del mensaje
¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es lunes 27 de junio de 2022 y nuestra patria ya vive 124 días desde que comenzara la invasión militar de Rusia sobre nuestro estado soberano. 124 días de derramamiento de sangre, fuertes combates, paciencia, llanto y sufrimiento de niños inocentes.
El último fin de semana y ayer en particular, estuvo marcado por grandes tragedias en Ucrania. En el frente, según los informes de nuestros militares, los combates más intensos tienen lugar en provincia de Luhansk y la región de Donbass. Pero en la jornada de ayer, Ucrania sufrió por parte de Rusia el ataque con misiles más masivo de toda su historia. Los misiles de crucero rusos volaron no sólo hacia Kyiv, sino también hacia la región de Chernihiv, la región de Cherkasy, la región de Odessa, la región de Mykolaiv, la ciudad de Kharkiv y la región de Sumy quedaron bajo fuego. De hecho, probablemente ya no haya ninguna ciudad, ningún lugar, ninguna región de Ucrania que no haya sido herida por esta guerra despiadada.
¡Pero Ucrania está de pie! ¡Ucrania está luchando! ¡Ucrania está rezando! Agradecemos a Dios y a las Fuerzas Armadas de Ucrania que hayamos sobrevivido hasta esta mañana y podamos ver la luz del día.
Hoy quiero reflexionar sobre otro fruto, muy importante, de la obra del Espíritu Santo en el hombre. Este es el signo definitivo que muestra que el hombre lleva en sí el Espíritu Santo, que también es el signo de nuestra nación ucraniana, de nuestra Santa Iglesia, que hoy recuerda la memoria de los nuevos mártires ucranianos, mártires del comunismo, que el Papa Juan Pablo II habia llevado a los altares de la Iglesia Universal durante su visita a Ucrania. Y este fruto especial del Espíritu Santo es la Fe.
A menudo oímos y hablamos de la Fe como una virtud, una virtud teológica. La Fe como virtud es el principio de la vida cristiana, porque para comunicarse con Dios es necesario creer en Él, es decir, es necesario confiar en Él, abrir nuestro corazón, nuestra mente, nuestra voluntad, es decir, nuestra vida. Y el creyente no camina solo por los caminos de esta vida terrenal, o mejor dicho, no está solo. Camina aferrado de la mano de su Dios amoroso y misericordioso.
Pero la Fe, como fruto del Espíritu Santo, muestra una cierta madurez especial del creyente. Y consiste en hacer que uno sea partícipe del conocimiento divino. El Espíritu Santo es el Espíritu que revela los misterios divinos al hombre. Y la Fe, como fruto del Espíritu Santo, permite al hombre sentir que Dios ya no tiene secretos ante él. De este modo Dios lo introduce en la majestuosidad, en la incomprensibilidad de su Deidad.
En su primera epístola a los Corintios, el Apóstol Pablo describe este fruto especial de la obra del Espíritu Santo en el hombre de la siguiente manera: “y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado”.
El Espíritu Santo, como Consolador, nos hace partícipes del conocimiento que Dios tiene de sí mismo, y por lo tanto nos da una capacidad especial. El que cree en el Espíritu Santo es capaz de ver el mundo y otras personas con los ojos de Dios. Esto significa mirarnos a nosotros mismos y a nuestro prójimo, con esos ojos y desde esa altura desde la que nos ve nuestro Dios, el Creador y el Salvador.
Este es un don especial, que a veces se manifiesta como el don de la clarividencia en la Iglesia. Cuando se trata de padres espirituales que, en sus esfuerzos por servir y ayudar a sus hijos espirituales, reciben de Dios el don del conocimiento del corazón. Incluso antes de que una persona abra la boca, el padre espiritual ve el corazón de la persona y lo sabe todo sobre ella. Este don, el don de la clarividencia, se da a la persona creyente en la iglesia y a través de él se pueden ver todos los acontecimientos de hoy con los ojos de Dios. Por eso, incluso en medio de las circunstancias desesperadas, podemos ver un rayo de esperanza.
Hoy, en las dramáticas circunstancias de Ucrania, pedimos al Señor Dios ese don especial, el fruto especial del Espíritu Santo, que es la Fe. Pero no cualquier fe sino aquella con la que brillaron los nuevos mártires de la Iglesia ucraniana, que llevaron la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra, hasta Siberia, Kazajistán y la costa del Pacífico. Hoy pedimos que aquellos mártires, que en la prision fueron capaces de ver el futuro de la Iglesia y del pueblo, que fueron capaces de vivir y luchar por él; que abran nuestro horizonte.
Hoy pedimos a Dios el don poder ver a Ucrania después de la guerra y de construirla ya hoy en nuestra conciencia y en nuestro corazón.
El enemigo viene a quitarnos el futuro, a decirnos a los ucranianos que no debemos existir, que no tenemos derecho a existir como pueblo y como Estado. Pero por el fruto del Espíritu Santo, que es la Fe, vemos que el Señor Dios no sólo ve a Ucrania y la tiene en su plan providencial, sino que Él ha preparado una misión especial para nosotros en el mundo moderno, en la iglesia moderna, y en este el tercer milenio.
Hoy pedimos: oh Dios, danos este fruto del Espíritu Santo. Danos la oportunidad de creer en Ti, de creer en la victoria de Ucrania, de creer en nuestra fuerza. Danos la gracia de creer que con tu poder y tu gracia, oh Señor, podremos alcanzar el bien. Oh Dios, bendice a todos los que apoyan a Ucrania hoy y ven el futuro de Ucrania a través del prisma de la Fe en Ti, nuestro Creador y Salvador. Oh Dios, bendice a Ucrania.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Etiquetas