Comunicado tras la asamblea celebrada del 15 al 19 de julio en la sede patriarcal de Al-Mansour, Los obispos caldeos también lo tienen claro: "Dos pueblos, dos Estados es la solución para la paz en Tierra Santa"
"Dos pueblos, dos Estados. Los Obispos caldeos, reunidos en Bagdad para el Sínodo anual de la Iglesia caldea, observan con preocupación los numerosos conflictos que están desgarrando Oriente Medio, deteniéndose especialmente en la situación de Tierra Santa
La mirada de los obispos caldeos se ha dirigido al pueblo cristiano que vive en la región, un pueblo que «ha sufrido mucho en las dos últimas décadas debido a la privación de sus derechos, la marginación, la exclusión social» y la confiscación «de bienes y propiedades». Abusos «que han obligado a muchos cristianos a emigrar en busca de un entorno mejor»
(Agencia Fides).- "Dos pueblos, dos Estados. Los Obispos caldeos, reunidos en Bagdad para el Sínodo anual de la Iglesia caldea, observan con preocupación los numerosos conflictos que están desgarrando Oriente Medio, deteniéndose especialmente en la situación de Tierra Santa.
Según un comunicado hecho público al término de la asamblea, celebrada del 15 al 19 de julio en la sede patriarcal de Al-Mansour, los obispos han enviado una carta al Pontífice antes de comenzar sus trabajos, «pidiéndole su paternal bendición y sus oraciones a fin de que los debates del Sínodo sean fructíferos para el bienestar de la Iglesia y del país».
Los temas abordados han sido variados. Cada encuentro, según han subrayado, se ha desarrollado «en un clima de familiaridad, democracia y fraternidad, que ha permitido poner de relieve algunos aspectos» de la vida de las comunidades cristianas que viven en Oriente Próximo, empezando por la guerra en Tierra Santa y sus consecuencias en toda la región.
Los obispos del Sínodo caldeo, presidido por el patriarca Louis Raphael Sako, además de expresar «su profunda preocupación», «condenan la violencia en todas sus formas». De ahí la invitación a la comunidad internacional a realizar esfuerzos decididos «para proteger y afirmar la paz en todo momento», con el fin de «poner fin inmediatamente a la guerra». En cuanto a las posibles soluciones, los obispos caldeos abrazan la línea que el Papa Francisco ha expresado en varias ocasiones, es decir, la de dos pueblos en dos «Estados vecinos que vivan en paz, seguridad, estabilidad y confianza mutua».
Cristianos obligados a emigrar
A continuación, la mirada de los obispos caldeos se ha dirigido al pueblo cristiano que vive en la región, un pueblo que «ha sufrido mucho en las dos últimas décadas debido a la privación de sus derechos, la marginación, la exclusión social» y la confiscación «de bienes y propiedades». Abusos «que han obligado a muchos cristianos a emigrar en busca de un entorno mejor».
Por ello, los obispos piden «a nuestro estimado Gobierno que sea justo en el trato con la comunidad cristiana, dándoles confianza y reforzando la cooperación, a nivel nacional, aprovechando las capacidades de todos para desarrollar este país». No sólo eso: desde el Sínodo también llega la petición, dirigida al gobierno, de que «respete plenamente sus derechos como ciudadanos, con igualdad de representación y empleo».
El futuro de los cristianos en Oriente Próximo
Seguidamente, los obispos han reflexionado sobre el futuro de los cristianos en Oriente Próximo. A este respecto, el Sínodo caldeo renueva «el llamamiento del Patriarca Sako a la unidad y la solidaridad. Nuestra fe y nuestra tierra son los pilares que nos unen». Al expresar así «nuestra fraternal simpatía a los obispos de los países vecinos», los padres sinodales caldeos están convencidos «de que la Iglesia necesita una nueva visión del futuro tanto como nosotros necesitamos medidas prácticas valientes para estabilizar a los cristianos en su tierra, preservando su identidad y mejorando su papel y su presencia en la sociedad».
«La unidad -subrayan- es nuestra fuerza y nuestra salvación. A pesar de las heridas, seguimos amando a nuestros países y a nuestros ciudadanos, y queremos colaborar con ellos en la difusión de una cultura de la convivencia, respetando las diferencias de los demás y consolidando la esperanza en una sociedad justa y civilizada».
Por último, dado que el Sínodo se ha celebrado inmediatamente después del regreso de Su Beatitud a la sede oficial del Patriarcado en Bagdad, los obispos caldeos han apreciado y agradecido la iniciativa «legal y valiente» del Primer Ministro, Muhammad Shiaa Al-Sudani, que ha promulgado un decreto por el que se confirma la designación del Patriarca Sako a la cabeza de la Iglesia caldea y se confía al Cardenal la gestión de sus bienes.
Patriarca y obispos, prosigue el comunicado final, expresan «la esperanza de que el gobierno, junto con las partes, adopte medidas concretas para construir la paz y la estabilidad, aplicando las leyes, restableciendo la unidad nacional, reforzando el concepto de ciudadanía y proporcionando servicios públicos adecuados para garantizar una vida digna a todos los ciudadanos». De ahí también el llamamiento a dar «prioridad a los intereses del pueblo iraquí».
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