El trabajo de los misioneros puede pasar  desapercibido para muchas personas del primer mundo. Por ello, y desde la delegación de Diocesana de Misiones de Vitoria, para acercar su día a día a la  sociedad y compartir sus experiencias, tres misioneros españoles que llevan más de un  lustro en América del Sur, África y Asia han ofrecido su testimonio en la Sala Carlos Abaitua, en los locales del Obispado.  

Álvaro Chordi, sacerdote de la Diócesis de Vitoria desde 1999 y quien va  camino de los siete años en Chile, Miguel Ángel Aragón, conquense con 15 años de  experiencia en Japón y Luis Carlos Rilova natural de Burgos y presente en Zimbabue  desde 2007. Estos tres misioneros españoles están adscritos a dos organismos  eclesiales que trabajan en el exterior. Álvaro es miembro de la Fundación ADSIS  centrada en ayudar a las personas más vulnerables en América Latina mientras que los  dos últimos pertenecen al Instituto Español de Misiones Extranjeras formada por  sacerdotes diocesanos que son destinados a todos los rincones del planeta según las  necesidades del momento. 

Esta mesa redonda organizada por la Delegación Diocesana de Misiones de Vitoria quería dar a  conocer las experiencias de estos tres misioneros y cómo se han ido adaptando a sus nuevos lugares de trabajo,  todos muy distintos los unos de los otros al tratarse de tres continentes con tres  culturas muy diferentes entre sí. 

Miguel Ángel comenzó con un golpe de efecto que nos trasladó hasta el lejano oriente con el sonido de un pequeño cuenco tibetano. “Inculturación es el proceso por el que el mensaje de Jesus se asienta en una cultura y la transforma. Inculturación es un término que nació en Japón”.

El hinduismo, taoísmo y sintoísmo tienen una gran presencia. Mientras explica los años de persecución muestra un singular crucifijo sobre el que figura la figura de un buda.

En un repaso histórico recoge la llegada de San Francisco Javier que marca el inicio de la evangelización en aquellas tierras, El esfuerzo de los jesuítas se enfrentó con grandes oposiciones de los poderes civiles y religiosos dificultando el diálogo religioso buscado.

Los grandes retos a los que se enfrenta la labor misionera hoy es amplia, y va desde abordar el pluralismo religioso, contrarrestar la negativa herencia colonial, inculturar el cristianismo en las diversas culturas, una mística enraizada en la experiencia de Dios, (aquí reivindicó el carácter orante de las comunidades cristianas en oriente) Y testimoniar a Cristo en la vida.

Luis Carlos trasladó su experiencia en África, concretamente en Zimbabwe (casas de piedra sería su traducción). La cultura africana es también un crisol de culturas diversas. Pertenece al IEME que se encarga de enviar sacerdotes diocesanos a diversos puntos de misión de primera línea. La pluralidad en Africa afecta a los estilos de vida, pero también a los valores sociales. Por eso evangelizar es transformar desde dentro teniendo en cuenta las realidades concretas de cada lugar.  El Evangelio impregna a las culturas sin someterse a ninguna.  Una fe que no se hace cultura no es plenamente acogida, ni pensada. 

Luis Carlos quiso trasladar la importancia de la formación en la labor misionera, preparación antes de ir y preparación “in situ” aprendiendo la lengua, las costumbres, la historia, las tradiciones, …"Una parte de la experiencia misionera es no tanto dar sino recibir.  Para ello hay que descalzarse como ellos; saber mirar como ellos, desde su “mirador”; valorar los pequeños detalles de cada día; y la misericordia en su expresión más infinita y sin límites"; Luis Carlos confirmó el tópico de la alegría y la hospitalidad africana; y por último es un pueblo con una dimensión espiritual muy desarrollada. 

Alvaro cerró la participación de los tres misioneros.  Su partida a Chile formó parte de su propio proceso vocacional, que reconoce bajo la frase “volver a Nazaret”.  Hoy es un Alvaro Chordi diferente al que se marchó.

A lo largo de estos siete años, los dos primeros estuvo viajando por Latinoamérica conociendo diversas comunidades, hasta que se instaló en una parroquia donde ha encontrado “su sitio”. 

Adaptación. La adaptación al clima fue la primera impresión, que se vió sacudida por otra experiencia que ha vivido después en otras ocasiones, un terremoto. Adaptación gastronómica, y adaptación lingüística para hablar el castellano que se habla allí. La inseguridad forma parte de la vida cotidiana y eso exige también adaptarse a un modo de vida donde la violencia está a la vuelta de la esquina. 

La sociedad chilena está en un momento importante de transformación, cada treinta años se producen estos “terremotos sociales”. Este fue el análisis general que hizo Álvaro del país donde vive ahora y al que regresará en pocos días. 

Encarnar fue otra de las palabras claves en su intervención. “Hoy vivo una vocación encarnada. La manera de sentir y de amar te cambia el corazón. Dios me ha humanizado. He aprendido a saborear la Palabra con la gente sencilla, con la que se hace carne.”

Arraigo. “Llevo toda una vida buscando echar raíces” confesaba Chordi. “Me he entregado a tope, pero algo me impedía atravesar el corazón. la Inculturación me ha permitido dar este paso. He aprendido a amar como pastor. Desarraigarse para inculturarse”. 

Su apuesta por el barrio. Ese ha sido uno de los grandes descubrimientos del “nuevo Álvaro Chordi”, su dimensión de iglesia católica vivida en la realidad más próxima. 

Para terminar habló de su papel en la comisión investigadora del tema de los abusos de la Iglesia en Chile.  “Acompañar a victimas de la violencia sexual, me generó una indignación sin precedentes que me llegó a hacer daño. Me sumergí en sus biografías, y me escandalicé con sus relatos.” La Iglesia en Chile perdió su credibilidad y así se reconoce en un documento del que entresacó otra frase: “hemos dañado a quienes teníamos que cuidar”

En su cierre de turno  Álvaro comentó que en “la evangelización he percibido un error muy repetido, hacerlo desde nuestras propuestas y no desde la de ellos”, esa es una de las lecciones que ha aprendido en sus siete años en Chile.

En el turno de preguntas se les pidió que hablaran de los efectos de la pandemia. Tanto Luis Carlos como Miguel Ángel la han vivido en la distancia desde España, pero siempre informados de la situación en sus zonas.  Miguel ángel comentó las estrictas medidas de Japón, Luis Carlos destacó cómo el confinamiento resultó una condena muy dura que provocó hambrunas, y que según los datos de que dispone la cuarta ola está siendo la más letal. Alvaro criticó la gestión del confinamiento por parte del gobierno chileno que originó un reforzamiento de las acciones humanitarias de entidades independientes, y valoró positivamente la gestión de la vacunación. Pero lo que más destacaría fue la experiencia de ver cómo se cerraron los templos pero se abrieron las parroquias. 

Non solum sed etiam 

Uno de los motivos por los que tengo que dar gracias a Dios de poder ejercer esta vocación de la comunicación es la posibilidad que me ha dado de conocer, desde el testimonio directo de otras personas, otras realidades, otros “mundos” que están en este mismo mundo. A través de muchas entrevistas, correos electrónicos, llamadas, he podido “viajar” de alguna manera a los cinco continentes, abrir mi mente, relativizar tantas “verdades absolutas”.  Y todo eso, en una gran mayoría de veces me ha llegado de la mano de misioneros y misioneras que  han sido mis ojos y mis oídos por el mundo. 

Gracias.