Formó parte de la comisión de traducción de la liturgia al euskera tras el Concilio Vaticano II Fallece el benedictino P. Agustín Apaolaza
Al funeral, presidido por el obispo de Vitoria, acudirán miembros de la comunidad benedictina de Lazkao y de los conventos de benedictinas de Oñati y Estella
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Este fin de semana fallecía en el Santuario de Estíbaliz el P. Agustín Apaolaza, que había regido la comunidad benedictina en los últimos años.
El funeral se celebrará este lunes 19 de julio a las 11 de la mañana y se hará en el Centro de Acogida del Cerro de Estíbaliz donde se encuentra la basílica románica de la patrona de la Provincia de Álava.
Presidirá D. Juan Carlos Elizalde y con él estará el prior de la comunidad de Lazkao, de la que depende Estíbaliz. Así mismo han confirmado su asistencia algunas religiosas representando a las comunidades benedictinas de Oñati y Estella, a las que el P. Apaolaza ha venido atendiendo hasta hace pocas semanas.
En su recuerdo recupero la entrevista que se publicó hace dos años con motivo el reconocimiento que la Academia Vasca de la Lengua Euskaltzaindía y la Diócesis de Bilbao hicieron a las personas que trabajaron en la adaptación de la liturgia al euskera, lo que sería también los primeros pasos de una unificación del euskera, dando lugar al Batua.
En el cerro de Estíbaliz vive el P. Agustín Apaolaza, otro de los pioneros en la labor de acercar la liturgia y la Palabra al pueblo en su lengua materna.
Pero con este monje benedictino vamos a recordar la labor previa que venía desarrollando la Iglesia en las zonas euskéricas; el papel de la Iglesia en la prehistoria de la unificación del euskera; los hitos más importantes en las traducciones al euskera para la evangelización; y el papel del euskera en el presente y el futuro de la Iglesia en el País Vasco.
Lo primero que habría que destacar es que los religiosos y religiosas, y gran parte del clero vasco siempre fue muy sensible respecto de la importancia del uso del euskera en la oración, por eso existe una gran tradición de cantos en euskera para la misa.
El P. Agustín destaca como una de las obras de referencias “el trabajo de Orixe publicado en Francia en 1949, “Urte Guziko Meza-Besperak”, donde se recogía la liturgia de la misa y las vísperas de todo el año. Esta obra era una novedad.”
Este libro, que se trajo de forma clandestina en aquellos años, fue utilizado en los monasterios a este lado de los Pirineos, en Lazkao y en Estíbaliz. Era un libro cuya edición en España en aquellos años era impensable. Recordemos que el euskera era visto con recelo por parte de la dictadura franquista, pero, como reconocen los propios monjes “unas veces con ingenio y otras acogiéndonos al Concordato pudimos conservar el uso del euskera dentro de los muros, pudimos hacer uso de esa tradición medieval de acogerte a sagrado.”
Otras obras de referencia para el P. Agustín son las traducciones de la Biblia hechas por Querexeta, que la tradujo al Vizcaíno, y la Biblia de Olabide. También cita el trabajo de traducción de los Salmos que hizo el Abad del monasterio de Bellocq, Xabier Diharce, conocido como Iratzeder, fue una adaptación pensada para el canto. Apaolaza recuerda cómo en el Seminario Diocesano de Vitoria se impartían a los seminaristas clases de euskera en los años 1934-35.
El P. Agustín recuerda al que fuera obispo de San Sebastián, Lorenzo Bereciartua, que tomó posesión de esta diócesis precisamente en 1963. Desde el primer momento hizo uso de la lengua vasca en privado y en público y fue durante su gobierno que se introdujo en la diócesis la liturgia en euskera. Hizo uso del bilingüismo en su predicación, cartas pastorales y otros documentos diocesanos. Fue un promotor de los trabajos de traducción de la liturgia al euskera y puso al frente de esta labor a Manuel Lekuona. Manuel Lekuona creo un grupo de trabajo que comenzó a reunirse en Urretxu y a los que asistió el P. Agustín.
Independientemente de las indicaciones que Roma hizo para que los textos oficiales de la liturgia en euskera fuesen una única traducción para todos, el trabajo de unificación ya se tuvo en cuenta desde el primer momento.
En este sentido, Apaolaza recuerda la gran labor pedagógica de Lekuona para coordinar los trabajos y el método que se seguía: “éramos un equipo de unas diez personas procedentes de Iparralde, Guipúzcoa, Vizcaya, y Navarra. Había uno que traducía inicialmente el texto al euskera, y luego se analizaba. Así, por ejemplo, decía el de Iparralde – este verbo para nosotros no vale, no lo usamos, esto el pueblo no lo entiende. – y la liturgia es para el pueblo, para escuchar. Así poco a poco se iban haciendo los textos, cada uno aportaba su visión buscando la mayor unificación.”
“El primer texto que se hizo íntegramente en batua fue el Padre Nuestro, el Gure Aita, que además se hizo y se cantó por primera vez aquí, en el comedor del Santuario de Estíbaliz lo cantamos por primera vez. Lekuona lo llamó el Padre Nuestro ecuménico.”
El P. Agustín está convencido de que aquella labor de unificación de los textos de la liturgia en euskera no ha sido suficientemente reconocida. Pero también reconoce que esta unificación, hoy por hoy, no resulta práctica en el día a día de las comunidades cristianas eusko parlantes, ya que cada una sigue teniendo y conservando una parte importante de su dialecto. Y cita el caso de la zona de Iparralde en concreto.
Si importante fue la labor de clérigos y sacerdotes en esta tarea de promoción del euskera dentro de la Iglesia, no menos lo fue el papel de los conventos de religiosas, particularmente de clausura, quienes fueron las primeras en incorporar los textos en sus rezos diarios. Apaolaza recuerda el curso que sobre la Liturgia de las Horas en euskera se hizo en Oñati en 1974. Se hizo en el convento de las Clarisas y en él participaron varias comunidades religiosas femeninas. Pocos años después, en el convento de las Benedictinas de Oñate también se celebró un encuentro, esta vez en torno al libro de los Salmos en el que el P. Agustín había participado realizando el texto base en una traducción directa del hebreo al euskera.
Hoy en día el uso del euskera dentro de la Iglesia en el País Vasco está más normalizado, pero como reconoce el que fuera Vicario General de Bilbao Ángel María Unzueta en un libro publicado en 2009 por el Instituto de Teología y Pastoral “Liturgia euskaraz. egindakoa eta egitekoa”: “la cuestión más importante no es el euskera o el castellano, sino conseguir una liturgia viva, que sea significativa para los hombres y mujeres de hoy, con sus gozos y esperanzas, tristezas y angustias”. Por eso le preguntamos al P. Agustín ¿Cuál sería hoy la misión del euskera para la Iglesia? Apaolaza considera que los textos en euskera utilizados en la Iglesia han ayudado mucho al euskera, a su desarrollo y difusión. “Las cosas que se dicen en la misa son muy importantes, son cosas que la gente escucha, eso es lo importante.” Es un defensor de la difusión del euskera en las catequesis y otras publicaciones de la Iglesia.
Y respecto a cuál es su oración preferida, el P. Agustín es un enamorado de los Salmos, porque los usa y los ha trabajado mucho: “Escojo uno y lo trabajo muy, muy despacio.” Un trabajo que lleva a la lectura de cualquier pasaje de la Biblia, el objetivo es “convertir la palabra en oración, interiorizar ese pasaje no solo leerlo.”
El cerro de Estíbaliz ha sido uno de los santuarios de la incorporación del euskera a la liturgia y a la oración de la comunidad cristiana de estas tierras. Además del P. Agustín Apaolaza otros nombres de esta comunidad pueden sumarse a esta gran labor como el del P. Isidro Bastarrica o Emiliano Ozaeta.
Non solum sed etiam
Goian Bego Aita Apaolaza.