"Hagámonos un espacio hacia adentro" Alberto Roselli: "En pleno siglo XXI aún tenemos vacunas que descubrir e injusticias que soportar"
"No digo que debamos volver a los tiempos donde no existía ni la industrialización ni los avances técnicos y tecnológicos. Sólo propongo contemplar un momento esto que es pura realidad y que nunca imaginamos ver"
"Detenernos a ver a tantísimos semejantes que deben vivir en cuarentena sus existencias y que en el apuro cotidiano no los registramos"
| Alberto Roselli, diácono y periodista
Es verdad: ninguno de nosotros, de haber podido, hubiésemos elegido pasar por estos tiempos y estas circunstancias generadas por las consecuencias terribles del coronavirus.
Es verdad también, y asumámoslo, que no queda más que transitar este camino de impotencia y de cambio de planes a la fuerza, sin olvidar que es para cuidar la vida, la propia y la de los demás.
Por supuesto que hay excepciones. Son aquellas personas, las menos parecería, que aducen libertades constitucionales y de conciencia para hacer lo que quieren, poniendo en evidencia que no solamente no les importa la salud de los demás sino ni siquiera la propia.
¿Y si hacemos de este tiempo una oportunidad? Digo, en la medida de lo posible. ¿Si, sin olvidar que en pleno siglo XXI aún tenemos vacunas por descubrir, iniciativas humanas y comerciales que mantener, injusticias que soportar, soledades que experimentar, nos hacemos un espacio hacia adentro para ver si es posible aunque sea soñar con un futuro mejor, aprovechando estas circunstancias?
Por ejemplo, estamos viendo con nuestros propios ojos y gracias a la tecnología, cómo océanos, mares, ríos que son focos de suciedad y recipientes de veneno, están cambiando sus aspectos en aguas cristalinas y transparentes; o selvas que se reconstruyen a fuerza de naturaleza pura.
Pensemos por un momento que esto nunca lo vimos. Quizás nos contaron, pero nuestra generación y varias de las anteriores no lo habíamos visto. Como ejemplos, mencionemos los canales de Venecia o el mar colombiano en Cartagena de Indias, entre otros muchísimos. ¿Tomamos conciencia de que nunca lo habíamos visto así? Pues, tomémosla y disfrutémosla.
Y junto a estos ejemplos pongamos a tantísimas otras selvas, calles, megaciudades con el famoso smog casi reducido a cero y muchos casos más. No digo que debamos volver a los tiempos donde no existía ni la industrialización ni los avances técnicos y tecnológicos. De ninguna manera. Sólo propongo contemplar un momento esto que es pura realidad y que nunca imaginamos ver con nuestros propios ojos.
¿Será posible algún cambio -el primero siempre es personal- que permita recuperar esta casa común –en palabras del Papa Francisco- manteniéndola un poco mejor?
Por otro lado, este tiempo de quedarse en casa, de aislamiento, de cuarentena que nos obliga a ejercer la paciencia y a aquietar los apuros, también muestra otras muchas realidades. Por ejemplo, detenernos a ver a tantísimos semejantes que deben vivir “en cuarentena” sus existencias y que en el apuro cotidiano no los registramos.
Cuántas personas que en tiempos normales, de actividad normal digo, deben vivir sus vidas en la propia cuarentena de sus sillas de ruedas; o de la cama donde están postrados desde hace años; o del rincón sucio de la ciudad donde permanecen tirados mostrando su miseria como la única compañera de vida. Sus vidas desde siempre son un encierro, un límite estrecho. La nuestra será por un tiempito nomás.
Con mayor o menos comodidad, la mayoría trasponemos esta cuarentena en casa sin que nos falte lo necesario, gracias a Dios. ¿Pero cuántos no tienen ni casa ni refugio ni lo básico en este tiempo? En este tiempo ni en el anterior, cuanto todo funcionaba. Y probablemente en el que venga, cuando todo vuelva a lo que llamamos normalidad…Quizás sea tiempo para pensar o al menos preguntarnos, ¿dónde queremos ir?
Sabrán disculpar este lirismo de tiempo adentro. Pero si en estas épocas de hábitos forzados por las circunstancias no nos permitimos aunque sea soñar que las aguas sigan siendo transparentes, que nos lleguen las realidades de los demás, que nos cuestionemos mansamente las prioridades, ¿cuándo?.
"Si en estas épocas de hábitos forzados por las circunstancias no nos permitimos aunque sea soñar que las aguas sigan siendo transparentes, que nos lleguen las realidades de los demás, que nos cuestionemos mansamente las prioridades, ¿cuándo?"
Ojalá nunca más debamos pasar circunstancias como estas, pero ya que estamos, preguntémonos: ¿este tiempo podría servirnos para cambiar hacia algo mejor? ¿hacia dónde me gustaría ir? ¿Puedo poner algo de mí para ese cambio? Cada quien podrá agregar sus propias preguntas.
Es probable que en unos meses hayamos olvidado todo esto. Y que en nombre de la realidad de cartón pintado que nos inventamos seamos nuevamente ciudadanos del mundo que no dudamos en destruir (y autodestruirnos) para tener más. Pero si no nos hacemos estas preguntas hoy, si no soñamos hoy, si no deliramos un poco en estos días de tiempo de más, ¿cuándo?