"Ya no es preciso hacer un recuento de las corrupciones" Becciu, el ex cardenal nacido en Patada (Cerdeña)
Al papa Francisco le marcaron un soberano gol por la escuadra de la portería “petrina” que guarda como obispo de Roma, al recomendarle alguien el nombre de Ángelo Becciu para la ampliación del colegio cardenalicio
Con conmiseración, a la vez que con infinita tristeza -”católica, apostólica y romana”- se nos informa con frecuencia de acontecimientos relacionados con la religión – Iglesia y con quienes la protagonizan y representan en sus más altas instancias. La “Sagrada Curia Romana” es referencia asidua –diríase que habitual- en los espacios informativos y en los respectivos comentarios de los medios de comunicación social, no solo ni fundamentalmente entre los catalogados como “religiosos” por los expertos colegas del ramo.
Y, entre tantos merecedores de que se les preste especial y denodada atención, por sus circunstancias y actualidad, destaca uno, que a muchos les ha significado algo así como si les saliera al paso de su formación –información religiosa una piedra de escándalo de proporciones ambiguas, pero colosales, que les dificultara proseguir el camino con el mínimo de seguridad ético-moral coherente con Dios,”en” y “por” la Iglesia. El caso del ya ex cardenal Ángelo Becciu y la destitución de sus cargos –el número tres del papa en el ordenamiento jerárquico-, reclama reflexión seria, profunda y comprometida, tanto en los ámbitos católicos como en los de información general.
Al papa Francisco le marcaron un soberano gol por la escuadra de la portería “petrina” que guarda como obispo de Roma, al recomendarle alguien el nombre de Ángelo Becciu para la ampliación del colegio cardenalicio, en una de sus hornadas, concretamente en la del grupo de catorce, el día 20 de mayo del año 2018, ascendiéndolo el 26 del mismo mes nada menos que a “Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos”, con el convencimiento de muchos de que, en su día, bien podría contarse entre los “papables”
Con las referencias que hoy se tienen, convenientemente documentadas, no es ya preciso hacer un recuento de las corrupciones que han definido sus años de servicio a la “Santa Sede”, con especializada proyección hacia ámbitos de la economía. “En el nombre de Dios” y en el de los pobres, -“Cáritas”- este sardo, ex Nuncio en legaciones importantes de la Iglesia, “hizo de su capa un sayo” –expresado en román paladino- y, a familiares y amigos y a quienes les dio “la santa y real gana”, enriqueció, sin control alguno, posiblemente que con la ayuda de otros curiales, al menos de los bien informados acerca de la rentabilidad del dinero invertido en palaciegas londinenses…
¿Pero es posible vivir –convivir- profesional y vocacionalmente al servicio de Dios y de la Iglesia, con personas de tal catadura , sin haber advertido el tiempo, preocupaciones y ocupaciones dedicados a estos menesteres tan profanos y profanadores?. ¿Acaso en la Curia no se empadronan, ni se vive elementalmente en cristiano, sino que se vive “en el mejor de los mundos” y tal condición proporciona el uso y disfrute de todo –casi todo- lo que aporte felicidad en esta vida y en la otra, con la teologal fiabilidad de que los “Sumos Sacerdotes”, obispos, “obispillos”, y aún “plumillas”, que pordiosean algún “beneficio”, o “bendición eclesiástica”, están siempre por encima del resto del pueblo de Dios y del otro?
Estoy convenientemente informado de que el nombramiento de los cardenales es de competencia exclusiva de los papas, sin intervención de ningún dicasterio. Y las preguntas son tan simples como estas:´¿Quién influyó en el papa Francisco? ¿Cómo lo informaron? ¿Es que en la Curia no había otra cosa? ¿Acaso para los papas anteriores los perfiles de Becciu eran los más adecuados?
Al frente de un “negociado” como el de la Prefectura de las Causas de los Santos”, las tentaciones crematísticas, acechan también de manera comprobadamente fijas. ¡Bienvenidas sean estas decisiones tajantes y ejemplares llevadas a cabo por el papa Francisco, que apuntan hacia la renovación total de la Curia, que prepara y ultima, falta de laicos y laicos y sobradas de clericalismos ancestrales y obtusos…¿Pero como es posible que el señor Becciu, nacido en el pueblo de Patada, en Córcega, detentara hasta el presente también el “humildoso” título eclesiástico de “Delegado Especial Emérito de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta”? ¿En qué mundo y en qué Iglesia estamos y vivimos?