Caso Sodalicio: Carta abierta al señor Francis Maier "Hágase un favor y no se sume a la presión contra el Santo Padre, que, en estos tiempos, es propio de los sedevacantistas y cismáticos"
"Me extraña, asimismo, que usted se aventure a afirmar que existe “un espíritu vengativo” en los críticos más duros del SCV. ¿No será que sus críticos más duros son víctimas? ¿Se ha puesto a pensar en ello? ¿Y que estas víctimas solo han buscado hasta el cansancio los medios de encontrar justicia con las autoridades del Sodalicio? ¿A eso se refiere con “búsqueda de venganza”?"
"El Sodalicio actuó como juez y parte, por lo que no sorprende ahora que los montos hayan sido irrisorios, y no como usted dice, que fueron “grandes pagos compensatorios”"
"Han pasado ya más de 9 años desde que recibí el documento de la Comisión de Ética sobre mi caso, y hasta ahora no recibo ninguna respuesta del Sodalicio"
"Han pasado ya más de 9 años desde que recibí el documento de la Comisión de Ética sobre mi caso, y hasta ahora no recibo ninguna respuesta del Sodalicio"
| Renzo Orbegozo Benvenuto, Exsodálite
No me sorprenden las manifestaciones públicas de los sodálites y amigos de los sodálites en estos días, tras la expulsión de Luis Fernando Figari del Sodalicio de Vida Cristiana. Lo que sí me sorprende son las innumerables mentiras que se dicen en estos últimos días. Una de ellas, podría llevar por título: “Con mis amigos no te metas”. Esa alusión es a su publicación, señor Francis Maier.
Tras hacer una breve descripción de los orígenes del Sodalicio, que lo sitúa en una labor de lucha contra la Teología de la Liberación, usted revela su postura eclesial de extrema derecha. Probablemente ese haya sido el tópico que los llevó a entablar amistad, amistad que dice tener desde hace más de 40 años con algunos sodálites.
Cuenta usted, señor Maier, que, con la llegada a Denver y debido a su “trabajo dinámico”, el Sodalicio revivió el espíritu de testimonio evangélico que estaba en declive en algunas parroquias de la diócesis. Lo que no menciona -o no le informaron- es que hay otras tantas capillas y parroquias en el Perú que fueron dejadas de lado porque ya no les interesaron. Será, quizás, porque los intereses económicos del Sodalicio cambiaron de rumbo hacia Denver, dejando atrás las parroquias de las zonas más pobres de Lima, como la parroquia de Ate, por ejemplo.
Ciertamente, usted no lo dice porque no lo sabía o porque, engañado, se comió el cuento de la “opción por los más necesitados”, y es por eso que, audazmente, se atreve a decir a que en sus inicios el Sodalicio estaba “dedicado a los pobres”, algo que cualquier sodálite de dicha época puede corroborar que es absolutamente falso. En todo caso, nada más lejano de la realidad que vivimos en el Sodalicio de mi época. En ese entonces no llegaban a cinco los sodálites cuyo apostolado estaba dirigido a los pobres, cuando ya éramos más de 250.
Me extraña, asimismo, que usted se aventure a afirmar que existe “un espíritu vengativo” en los críticos más duros del SCV. ¿No será que sus críticos más duros son víctimas? ¿Se ha puesto a pensar en ello? ¿Y que estas víctimas solo han buscado hasta el cansancio los medios de encontrar justicia con las autoridades del Sodalicio? ¿A eso se refiere con “búsqueda de venganza”?
Dice también usted, señor Maier que, a la “sanción” de Luis Fernando Figari por parte del Vaticano en el 2017, al Sodalicio le siguió una humillación pública, juicios amargos, grandes pagos compensatorios y una purga del equipo directivo y deserciones devastadoras.
¿En serio está usted hablando del Sodalicio?
En primer lugar, fue por la intervención de la exfraterna Rocío Figueroa que Figari da un paso al costado en 2010. ¿Al Sodalicio le siguió la “humillación pública”? ¿Cuándo ocurrió aquello? Las únicas humillaciones que conozco las padecieron las víctimas, que tuvimos que aceptar los mezquinos montos de reparación designados por un “comité” compuesto por el abogado del Sodalicio, un abogado extranjero contratado por el Sodalicio, el consultor irlandés Ian Elliott (también asalariado por la institución), el superior general Alessandro Moroni y el vicario general, según lo revelaron el propio Moroni y el sodálite Fernando Vidal ante una Comisión Investigadora que formó el Congreso del Perú. Es decir, el Sodalicio actuó como juez y parte, por lo que no sorprende ahora que los montos hayan sido irrisorios, y no como usted dice, que fueron “grandes pagos compensatorios”.
Aquí me quiero detener y dar mi testimonio. El señor Ian Elliott sin saber nada sobre mi caso, recibió la orden del Sodalicio de ofrecerme $10 mil dólares como ayuda económica. En ningún caso tal “reparación” cubría -ni de asomo- el daño contra mí, perpetrado por parte de las autoridades del Sodalicio. La primera comisión, la que sí investigó, me reconoció como la víctima #18.
Una de mis principales denuncias, contra Eduardo Regal, señalaba que este, cuando fue vicario general, ordenó que me dejen de pagar el seguro de salud que tenía antes de que me diagnosticaran como diabético insulino dependiente, hasta el momento que ello ocurre sin preexistencia. Esto ha marcado gravemente mi vida personal y familiar desde entonces, y es algo que me perseguirá hasta el último día de mi vida. Porque las compañías de seguros no me cubrirán las complicaciones que ya empezó a traerme la diabetes.
Porque aquí viene algo que, estoy seguro, tampoco le contó su amigo Eduardo Regal. A Regal no le fue suficiente dar la orden, sino que no tuvo la hidalguía y decencia de advertirme del corte de pago, pese a que, cuando lo hizo, yo viví durante tres años más en una comunidad sodálite... ¡con él! ¡Y nunca me dijo que ordenó que dejaran de pagar mi seguro! Presumo que este detalle no se lo contaron sus amigos Regal y José Ambrozic, a quienes elogia tanto.
Para Ambrozic también tengo unas líneas. Y se las escribo, para que esté mejor informado la próxima vez que quiera opinar a favor del Sodalicio. Ante la oferta de Elliott, sin ningún sustento, después de que entregué toda la documentación probatoria de lo que me habían hecho, se contactó Ambrozic conmigo, como parte del “proceso reparador”. Me convenció de que, “para poder evaluar mejor mi caso debía viajar a Chile a recopilar información”, información que cualquiera de los sodálites que vivía en la comunidad chilena pudo recabar.
Tuve que pagar de mi bolsillo el viaje. No una, sino dos veces a Santiago de Chile. La primer tuve que viajar con mi esposa, a quien no quería dejar sola porque mi hijo mayor acababa de nacer. La segunda tuve que viajar solo, pues ya mi economía estaba seriamente desgastada.
Después de ello me citó José Ambrozic en la comunidad Madre de la Fe, en Lima, a la que acudí con mi esposa para que sea testigo de la documentación que le iba a entregar a Ambrozic. Tras una hora de espera, llegó Ambrozic. Durante 3 horas, aproximadamente, le entregué y le expliqué de qué iba la documentación recuperada en mis dos viajes a Chile, la que justificaba en detalle y de forma nítida la sustentación de mi caso. Nunca ocurrió nada.
Han pasado ya más de 9 años desde que recibí el documento de la Comisión de Ética sobre mi caso, y hasta ahora no recibo ninguna respuesta del Sodalicio, le cuento, señor Maier. Hice una gestión adicional con la supuesta “Oficina de Escucha”, que jefatura una señora Silvia Matuk, también asalariada del Sodalicio. Tampoco sucedió nada.
Mi impresión, luego de leer su desinformado y ofensivo artículo, es que usted ha recibido solo información sesgada e interesada, que nada tiene que ver con la realidad de las víctimas y sobrevivientes, que son las que realmente cuentan en esta historia de impunidad.
¿A qué “izquierda eclesial” se refiere en su texto? ¿Se refiere directamente al Santo Padre? ¿O a la Misión Personal del papa, conformada por los monseñores Scicluna y Bertomeu? ¿Por qué cree que el Sodalicio guarda silencio, en lugar de salir a defenderse ante medios periodísticos independientes, si acaso se siente víctima de algo?
Por último, ¿a qué “izquierda eclesial” se refiere en su texto? ¿Se refiere directamente al Santo Padre? ¿O a la Misión Personal del papa, conformada por los monseñores Scicluna y Bertomeu? ¿Por qué cree que el Sodalicio guarda silencio, en lugar de salir a defenderse ante medios periodísticos independientes, si acaso se siente víctima de algo? Tengo la sensación de que el silencio que guarda la institución que usted defiende, y sus autoridades, es elocuente y revela lo que verdaderamente piensan del actual Vicario de Cristo.
No puedo dejar de cerrar estas líneas enviándole un mensaje a las buenas personas que aún deben quedar dentro. Les sugiero meditar e interiorizar el número 40 de las Pautas para la Vida Comunitaria que, para información del lector, es la primera parte de las Constituciones del Sodalicio de Vida Cristiana, que reza así: “Si alguna vez vives momentos de confusión, mira fijamente a la Sede Apostólica; escucha atento lo que viene de Roma; confía de manera particular en aquel que es el Vicario del Señor”.
En consecuencia, esperen confiados en lo que viene de Roma, en especial del Vicario de Cristo, como lo mejor para ustedes en el futuro. Y a usted, señor Francis Maier, destinatario principal de esta carta, permítame recomendarle dos cosas: escoja mejor a sus amigos y no busque confundir o desautorizar a los enviados del papa Francisco. Y hágase un favor y no se sume a la presión contra el Santo Padre, que, en estos tiempos, es propio de los sedevacantistas y cismáticos.