“¡Que el Señor proteja la tierra rusa y bendiga las armas que han de emplearse!”, dice Cirilo, el Patriarca ruso blasfemo
"Una vez más, la religión sigue siendo inspiradora de guerras, con lo que se augura que será -está siendo- terriblemente salvaje, poniendo a Dios por testigo e invocando su sagrado nombre"
"¡Eminentísimo Sr. Cirilo, déjese de blasfemias litúrgicas de oblicuos agradecimiento, e interésese de verdad por contribuir a terminar cuanto antes con guerra tan feroz, como 'religiosa'"
El inmenso y pútrido "blasfemódromo” que en los siglos de los siglos ahondó la humanidad “religiosa”, acaba de hacerlo reventar Kirill –“Cirilo” para los castellano-parlantes-, por más señas, Patriarca de la Iglesia cristiana de Moscú-, con ocasión de la inhumana guerra de Ucrania de la que se hacen eco fiel y unánime los medios de comunicación de todo el mundo.
El tal Cirilo, hijo y nieto de sacerdotes ortodoxos, nació en Leningrado-Petrogrado el 20 de noviembre de 1946, llegando a ser consagrado “hieromonje”, el uno de junio de 1967 la gran fiesta de la Santísima Trinidad. Fue entronizado como Patriarca de la “Tierra Rusa” -que incluía “Rusia, Ucrania, Bielorrusia y otras tribus y pueblos”- el día uno de febrero del Año del Señor 2009, ejerciendo de siempre como padre-director espiritual de su paisano y amigo Wladimir Putín.
Las crónicas más recientes informan que el citado Patriarca, XVI de los de Moscú, lamenta que “las fuerzas del mal quieren romper la unidad histórica entre las naciones rusas”, por lo que es justa y legítima la guerra declarada por Putin, dado que "no debemos permitir que fuerzas externas oscuras y hostiles se rían de nosotros”.
“¡Que el Señor proteja la tierra rusa y bendiga las armas que han de emplearse!”, resulta ser, más que una jaculatoria dirigida a la Divinidad por su representante supremo eclesiástico, fruto y consecuencia de un exceso de vodka que, aunque literalmente significa “agüita”, es una bebida rusa que concentra los más altos grados de alcohol… El brindis a su amigo Putin, reconcentrado en la frase de ser este personaje “un milagro de Dios”, y la posibilidad de represaliar a Epifanio I, patriarca de la Iglesia de Ucrania, escindida de la de Moscú , e independiente desde el año 2019, pueden contabilizarse como con-causas de la declaración de esta guerra.
Una vez más, la religión sigue siendo inspiradora de guerras, con lo que se augura que será -está siendo- terriblemente salvaje, poniendo a Dios por testigo e invocando su sagrado nombre.
¿Es que no hay salvación, si no dentro también de la Iglesia rusa, de modo similar como se nos adoctrinó a los católicos, apostólicos y romanos, tan repetidamente y con carácter de dogma, inherente al Credo?
No descarto la posibilidad de que, tal y como está hoy todo lo que se relaciona con la religión, no pocos involucren las palabras de Cirilo con comportamientos católicos jerárquicos, y lleguen a la conclusión de que precisamente donde no hay salvación no es fuera de la Iglesia, sino dentro de ella, sea rusa o católica…
¡Eminentísimo Sr. Cirilo, déjese de blasfemias litúrgicas de oblicuos agradecimiento, e interésese de verdad por contribuir a terminar cuanto antes con guerra tan feroz, como “religiosa” y, por el momento, márchese al frente, en primera línea o, al menos, baje al refugio del “metro” y aliméntese del dolor y las lágrimas de niños y madres…¡
No olvide que usted y su patrocinador Wladimir Putin, son merecedores de ser condenados como criminales de lesa humanidad… Y, por amor de Dios, no destruyan la catedral infinita de Kiev…
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