El domingo de Pascua lo terminé leyendo justo una reflexión del Papa Francisco sobre la Pascua que me habían mandado. Y hoy por la mañana, mientras conducía, recibí una llamada inesperada en la que me decían que el Papa había muerto. Enseguida paré el coche y la incredulidad comenzaba a encontrarse con las palabras que venían del otro lado.
Gracias, Santo Padre, por haber sido durante este tiempo un aliado de las víctimas que fueron abusadas y violentadas dentro de la Iglesia; por haberse mostrado dispuesto a escuchar su dolor; por devolverles algo de la humanidad que se les negó; y por tomar partido por ellas, intentando llevar a cabo acciones que pudieran, en la medida de lo posible, reparar el daño y hacer justicia tras tantos años de silencio y acoso.
Especial Papa Francisco y Cónclave
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Habrá quienes, con razón, digan que pudo haber hecho más. Sin embargo, su pontificado será recordado también por haber marcado un antes y un después en la gestión de la pederastia eclesial.
Más aún cuando ha tenido que enfrentarse al boicot de quienes niegan dicha realidad, o a las inercias propias de un sistema que no deja de ser una monarquía absoluta colegiada.
No obstante, algunos estaremos profundamente agradecidos por haber comenzado a reconocer a las víctimas y supervivientes, y por haber afrontado esta realidad que otros, cobardemente, prefirieron ignorar y ocultar.
Sin duda, Santo Padre, usted estará cerca de los justos. Muchas gracias por haber existido