"Que Dios lo siga bendiciendo para llevar adelante lo que empezaste, con la misma libertad, serenidad, confianza y alegría" Felicidades, querido Papa Francisco, por estos 85 años que Dios te regala a ti y a nosotros
"Por estar ahí, ser como eres, procurar una Iglesia más amable y humana, cercana y accesible, más de Dios"
"Por tu capacidad de dar alegría y esperanza, enseñando a mirar más allá de nosotros mismos, ver al otro y la vida de otra manera"
"Que Dios lo siga bendiciendo para continuar abriendo puertas y ventanas, que refresquen su ambiente y hagan circular mucha más vida y espíritu en ella, liberando un amor largo tiempo reprimido, atado y agobiado"
"Que Dios lo siga bendiciendo para seguir impulsando a la mujer, despejando lugares que le corresponden con justicia, hasta no distinguir, en nuestras estructuras cristianas, mujer de varón, porque son iguales en Cristo Jesús"
"Que Dios lo siga bendiciendo para continuar abriendo puertas y ventanas, que refresquen su ambiente y hagan circular mucha más vida y espíritu en ella, liberando un amor largo tiempo reprimido, atado y agobiado"
"Que Dios lo siga bendiciendo para seguir impulsando a la mujer, despejando lugares que le corresponden con justicia, hasta no distinguir, en nuestras estructuras cristianas, mujer de varón, porque son iguales en Cristo Jesús"
| M. Azucena García Sánchez ocd
FELICIDADES, PAPA FRANCISCO, POR:
Tus 85 cumpleaños, que construyen una vida en plenitud de entrega, generosidad y servicio al ser humano y a la Iglesia, por amor a Dios y a Jesús, Señor de todos los caminos.
Por estar ahí, ser como eres, procurar una Iglesia más amable y humana, cercana y accesible, más de Dios. Por entender como pocos el sentir de Jesús, haciéndote voz de su propio corazón: Ternura.
Por estar cerca de la gente, tu gusto por tocarla, transmitir amor y confianza, sostener cuando la desesperanza es fuerte y abate el alma.
Por llamar “por sorpresa” a un obispo bueno, en lucha contra un cáncer duro, a una monja que alimenta a la gente u otra que dignifica a las mujeres trans, brindando siempre apoyo, coraje, calidez y confianza.
Por tu capacidad de dar alegría y esperanza, enseñando a mirar más allá de nosotros mismos, ver al otro y la vida de otra manera, no con nuestros ojos torpes, sino con la mirada de Dios: alertando del peligro que acecha siempre cuando nos encerramos confortablemente en nuestro propio “yo”.
Por tu fortaleza interior y tu paciencia amorosa ante tanta dificultad y contradicción externa, porque sabes que, en definitiva, todo lo lleva Dios.
Por el asombro de tu sabiduría en un decir sencillo y entender, como nadie, el Corazón de Dios: lo interpretas, lo haces inteligible hoy, cercano y creíble para los pequeños, los humildes, aquellos que saben confiar y lo esperan todo de su amoroso latir.
QUE DIOS LO SIGA BENDICIENDO PARA:
Llevar adelante lo que empezaste, con la misma libertad, serenidad, confianza y alegría:
Cuidar al ser humano, pequeño, frágil, tremendamente vulnerable y desprotegido si se aleja de la luz, la fuerza y el poder de Dios. Especialmente a los últimos de los últimos, empobrecidos, migrantes, refugiados, excluidos por cualquier causa, que unen a la natural debilidad humana el peso del terror, la soledad, la adversidad y el desamor.
Y en la Iglesia:
Impulsar en ella el camino de la verdadera santidad, aquel que solo es posible cuando, sin rigideces, se reconoce nuestra arcilla, se acepta la pequeñez y la vulnerabilidad, sin creernos supernadie; porque no es verdad, nuestros pies son de barro y cuando pretendemos lo que no somos, las caídas son aún más vergonzosas.
Continuar abriendo puertas y ventanas, que refresquen su ambiente y hagan circular mucha más vida y espíritu en ella, liberando un amor largo tiempo reprimido, atado y agobiado.
Seguir impulsando a la mujer, despejando lugares que le corresponden con justicia, hasta no distinguir, en nuestras estructuras cristianas, mujer de varón, porque son iguales en Cristo Jesús.
Abrazar el mundo bueno que nos rodea (también existe) y a tantos creyentes sinceros, que sentimos lejos, pero que aman a Dios y reconoceremos un día luminoso como hermanos en Cristo.
Promover el sentido de la acogida, solidaridad, encuentro, diálogo, el entendimiento entre pueblos, religiones y culturas, viaje tras viaje.
Seguir pidiendo perdón por lo que otrora, por celo ofuscado, no hicimos bien, sembrando cosas buenas pero también injusticias, daño que se hereda y duele ahora como ayer dolió. La voluntad sincera de sanar corazones hoy endereza y redime la historia que se torció, crecemos en humildad y su correlato de credibilidad.
FELICIDADES, querido Papa Francisco, por estos 85 años que Dios te regala a ti y a nosotros, con lo mejor de tu persona y tu quehacer por el ser humano, la Iglesia y el mundo que Dios amó.
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