"Entendemos que la fuerza de estar firmes en la esperanza nos viene de Jesucristo" 'Firmes en la Esperanza': Conferencia de Alfredo Quintero en el encuentro mariano de Cancún

Nuestra esperanza cristiana tiene una distinción especial en cuanto se relaciona a una fe que tiene una comunicación vital con el Dios de la vida.

Esta esperanza nos sitúa en nuestra peregrinación en el camino de la fe que se abre en una mirada de la manifestación de Dios.

Somos creyentes que buscamos ver las formas manifiestas con la que Dios nos habla, con oídos que deben estar atentos y abiertos a la voz de Dios que susurra de diferentes formas para tocar nuestro caminar y conducirlo desde una docilidad de obediencia que se hace necesaria. Esto lo vemos desde el monte de la transfiguración donde el Padre se deja escuchar detrás de la nube para conducir el seguimiento de los discípulos detrás de Jesús para escucharlo y confirmarles que es a Jesús a quien hay que escuchar y seguir y no otro. Él es enviado por el Padre anunciado por Moisés y por Elías como profetas de Dios. El Padre confirma que la autoridad presente para hablar y actuar en su nombre es Jesús y a quienes Jesús comunica esa autoridad por el Espíritu que transmite a los que Él escoge.

Podemos parecer extraños para los demás, quienes no están en esta misma familiaridad de mirada en las manifestaciones de Dios y en la escucha de su voz que nos conduce: que no saben que debo estar en las cosas de mi Padre . Ellos no entendieron lo que les decía y Él se volvió con ellos a Nazareth.

 Con lo anterior inicia un proceso de madurez en la actuación siempre más plena a la voluntad del Padre que se va gestando día a día en el hogar de Nazareth de José, María y Jesús.

 Este proceso irá madurando hasta entender que llega la hora de la revelación pública de Jesús, después de las tentaciones y del martirio de Juan el Bautista.

 Los tiempos de Dios van teniendo esa claridad, conducidos siempre por el Espíritu Santo, quien va impulsando a Jesús en su revelación pública y quien será el mismo impulsor de los apóstoles para continuar la obra de la salvación.

 Por lo tanto, podemos afirmar que la unidad en la obra de Jesús y lo que él nos pide servir será el mismo Espíritu Santo.

 Dar estos pasos en el peregrinar de la fe con esperanza, significa abrirnos a una confianza tal en Dios que nos dé la fortaleza de estar firmes en el camino.

Nuestra fe se mirará siempre probada para ver la calidad de nuestra fidelidad y confianza en Dios: mira Pedro, yo he rogado por ti para que tu fe no decaiga, el tentador ha pedido zarandearte como se zarandea el trigo pero yo he orado por ti para que tu fe no decaiga y una vez superada la prueba, confirma a tus hermanos en la fe(Lc 22,32-34)

 Entendemos que la fuerza de estar firmes en la esperanza nos viene de Jesucristo.

 Él es nuestro centro de vida, que nos defiende y ayuda aun cuando nos podamos encontrar en medio de la tormenta, cuando Pedro se atreve a ir caminando hacia Jesús y empieza a sucumbir y es el mismo Jesús quien lo rescata (Cfr. Mt 14,22). Por otro lado, cuando lo niega por miedo y cobardía, es capaz de sentir un dolor de arrepentimiento que le da la oportunidad de amar la confianza que Jesús le tiene, de mantenerlo al frente de todos sus discípulos(Jn 21,15).

No debemos dejar de mirar la confianza en el amor que Jesús nos tiene y el cual sigue alimentando en nosotros para ver que con Jesús si podemos levantarnos, corregir y perseverar hasta la meta final.

 La tarea de Jesús es llevarnos a la meta final, aun cuando haya caídas, quebrantos,fallas pero recordar que en Cristo somos siempre restaurados, fortalecidos y renovados.

 Hoy más que nunca necesitamos abrir los espacios de nuestras vidas a Cristo que nos quiere acariciar a través de la presencia de su Espíritu que  vive en nosotros y que vive amándonos para avivar la esperanza en nosotros aun cuando experimentemos muchos sinsabores de la vida misma.

 El Espíritu Santo nos va revelando cómo hacer ese camino de mantenernos firmes en la esperanza, a la manera como San Pablo nos comparte su caminar.

 El Espíritu Santo me ha revelado que me esperan cárceles, cadenas ..., pero Pablo sabe que Cristo le ha pedido ir a dar su testimonio a Roma. Y el Espíritu Santo se le va manifestando en este camino para hacerle entender cómo debe mantenerse firme y no confundirse ante las diferentes adversidades (Cfr Hech 20,23).

 El Apóstol no es el hombre poderoso, rico, influyente que se ve libre de estas adversidades. Sino el hombre ordinario que sigue desde la fe una obediencia en esperanza hasta la meta que nuestro Señor le hace ver, de dar su testimonio en Roma.

 Pablo dejará plasmada su obra y testimonio desde un proceder desde la fe y la esperanza firme en Jesucristo.

 Así nos toca a nosotros, como nos vamos día a día dejándonos conducir en Cristo, desde un encuentro vivo con Él, en el día a día que nos concede vivir.

Hay que recorrer el camino que nos toca caminar para ir dejando la huella de la fe, que vemos que muchos han dejado ya y que son huellas que nos inspiran e iluminan.

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