Antonio Aradillas Hacer el amor
"No siempre hay amor. Hay compra-venta de algo y de alguien. Hay diversión y además, barata. Hay aburrimiento"
"El amor es convivir y trabajar juntos. Con-gozar y con-sufrir"
(De mi libro, editado recientemente por “ACCI”, con el título de Historias íntimas de una mujer maltratada, y a la vista de cómo desdichadamente se ponen las cosas, ofrezco el capítulo “Hacer el amor”, contenido en las páginas 105 y ss.):
Hay frases que se ponen de moda. Y algunas de ellas alcanzan un éxito arrollador. Todos y todas las dicen. Y, a veces, da la impresión de que lo que ellas quieren expresar, no se podría hacer de otra manera. Hay frases redondas. Elocuentes. Insustituibles. Únicas. Aceptadas por todos. Sin necesidad de explicación alguna. Frases que se dicen “felices”.
Y una de ellas parece que es la de “hacer el amor”, con referencias al encuentro en la intimidad sexual. Ha conseguido tal capacidad de convicción esta frase, que a nadie que se precie de bien hablado y de medianamente entendido en el tema, le será dado expresarse y expresarlo de otra manera. “Hacer el amor” logró carta de naturaleza fonética en todos los ambientes sociales, tanto por parte de los hombres como de las mujeres.
No obstante, a mí ni me gustó ni me pareció bien nunca, la frase en cuestión. Siempre la oí y la usé con reparos. Aunque no me atreviera a manifestárselo a nadie y menos a mi esposo, cuando era por él requerida para el ejercicio de la intimidad sexual. Aún más, en muchas ocasiones, la frase “hacer el amor” no solo me sonó a hueco, sino que, teniendo en cuenta nuestras circunstancias y relaciones “esponsoriales”, me convencí de que lo que quería expresar mi marido que hiciéramos, y lo que yo entonces no tenía más remedio que hacer, era todo, o casi todo, menos precisamente el amor…
Amor es mirar para mirarse en plenitud y en profundidad. Es comunicarse por encima de todo. Es comulgar
Y es que el amor se puede hacer de muchas maneras. Es que solamente así no se puede hacer el amor. Estaría bien que esa manera fuera siempre fundamental, o al menos principal, en la construcción del y mantenimiento del amor. Pero eso no es cierto. No siempre, ni muchísimo menos, hay amor ni se pretende que lo haya en esos momentos concretos. Hay otra cosa. Hay sexo y este, del peor género. Hay dominio. Hay sumisión. Hay humillación. Hay placer por placer. Hay compra-venta de algo y de alguien. Hay diversión y además, barata. Hay aburrimiento. Hay de casi todo, menos precisamente de amor…
“Hacer el amor” es hacer la vida. Y la sociedad. Y la historia. Es hacer y hacerse. Es rehacer y rehacerse desde la propia raíz. Es convivir y trabajar juntos. Es compartir. Es con-gozar y con- sufrir. Es mirar para mirarse en plenitud y en profundidad. Es comunicarse por encima de todo. Es comulgar. Es convertir el “tú” y el “yo” en el “nosotros”, vengan o no vengan los hijos… Casarse para poder hacer legalmente el amor, ni significa ni supone fundamentalmente, como muchos piensan, “acostarse con una mujer” y ya está, como si tal dato y circunstancia dieran derecho a todo o a casi todo, en la vida, como desdichadamente acontece.
“Hacer el amor” es muchísimo más que lo que normalmente se piensa entre amigos y amigas. Y muchísimo menos, también. El reconocimiento de que son –somos-, personas los actores, y de que lo que uno y otra pretendemos es construir el amor, son presupuestos indispensables para pronunciar y vivir la frase de referencia en mi diario…
Cualquier defecto en su construcción, o en su misma pronunciación –expresión externa, contribuiría a descubrir que detrás de tan bello eufemismo, se ocultan otros conceptos, ni tan dignos ni tan dignificadores. En ocasiones acontece que cualquier gesto o modulación de la voz, nos traicionan, y aun a simple vista es fácil detectar que “hacer el amor” está queriendo decir de por sí otra cosa bastante distinta…
Y entre tantos interrogantes, yo me pregunto en este diario, ¿no radicará precisamente en la concepción y en la forma consuetudinaria de “hacer el amor” el pansexualismo actual existente, lo que en parte pueda ayudar a explicar la cruel existencia de tantas violencias –violaciones- sexuales, como hoy se registran…? ¿Dónde están, quienes fueron y de qué procedimientos pedagógicos se valieron los /as educadores/as en cuanto tuvo relación alguna con la sexualidad?”
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