Estatuas de Fray Junípero Serra, por los suelos Nicolás Pons, s.j.: "Esta injusta oleada contra Junípero ha atravesado mares y llegado incluso a su población natal"
"¿Dónde, por quien, cómo y por què se ha levantado a los cuatro vientos una universal campaña contra las esculturas que representan, tanto en EE. UU. como en Europa, los primeros viandantes –valientes e impertérritos-- que osaron abrirse paso en tierras totalmente inhóspitas y desconocidas de América?"
"Se sabe que Fray Junípero formuló en los años 1772 y 1773 una serie de peticiones al Virrey de México, Antonio Buc relli, donde se quejaba contra los abusos que el ejército español cometía contra los indígenas"
| Nicolás Pons
Escribo con la mirada puesta en las aguas del Puerto de Palma de Mallorca, en una calma total estos meses. Todo eso hay que atribuirlo a las amenazas que ha impartido la maléfica COVID-19, no sólo a los turistas que en ese tiempo cada año nos llegaban de la península, sino sobre todo a los turistas que en vuelos chárter nos venían uno detrás de otro desde Alemania, Reino Unido y en general del centro y norte de Europa. También era frecuente últimamente ver aquí rostros asiáticos, venidos de China.
Pues bien, en 1749 partió de ese mismo puerto –también calmado y sin movimiento de grandes veleros ni barcazas– un doctor que había enseñado Teología en la Universidad Luliana de Palma desde 1744. Vestía el hábito francisano y por sus gestos podía llamarse todavía joven: 36 años. Nombre: Junípero Serra.
Iniciando el siglo anterior --en 1608--, también se despedía de los mallorquines en este mismo puerto un profesor catalán, residente en el colegio de Montesión durante tres años, de 28 años de edad, que había hecho amistad con el anciano que atendía la portería del Colegio y de quien recibiría ánimos para ir a dedicarse un día a evangelizar las Indias Occidentales. El portero se llamaba Alonso Rodríguez (1531 –1617) y el joven, Pedro Claver (1580 -1634), canonizados los dos –los dos, jesuitas-- en 1888.
Claver, por su parte, se embarcó para América en 1610 y prácticamente se dio y lo dio todo para proteger, ayudar y dar socorros a los negros que en buques maltrechos llegaban periódicamente desde África a Cartagena de Colombia, donde Claver vivió toda su vida y donde todavía se le recuerda.
Cabe también mencionar aquí la gesta de otro franciscano mallorquin, llamado Antonio Llinás, (1635-1693), que fundó en España y también en Cerdeña y México un conjunto de colegios-seminarios donde enseñar y preparar a los jóvenes franciscanos que se sintieran con coraje y vocación de misionar las tierras descubiertas por Colón. En uno de los viajes, Llinás tuvo el consuelo de llevarse consigo desde España 20 misioneros a tierras de México. Con ellos, especialmente con uno, de nombre Damián Massanet, Llinás se convirtió en el apóstol y bienhechor de Texas, de EE. UU. Casualmente, murió el P. Llinás en Madrid y a sus exequias quiso asistir y presidir nuestro rey Carlos II.
Dicho todo esto, nos preguntamos ahora: ¿Dónde, por quien, cómo y por què se ha levantado a los cuatro vientos una universal campaña contra las esculturas que representan, tanto en EE. UU. como en Europa, los primeros viandantes –valientes e impertérritos-- que osaron abrirse paso en tierras totalmente inhóspitas y desconocidas de América?
Nos dedicaremos a destacar sobre todo las hazañas que promocionó y ejecutó ese sencillo mallorquín, nacido en Petra, hijo del campo, dedicado primeramente a estudiar y enseñar y después hombre de diálogo, de grandes miras y sobre todo dado a predicar y difundir las enseñanzas del cristianismo. Sucedió, entre tanto, que en 1767 el rey Carlos III expulsó a los jesuitas que se habían destinado para entrar en la baja California y se encomendó esta misma tarea a Fray Junípero Serra. Éste contaba sólo con el entusiasmo de sus compañeros franciscanos, muchos de ellos mallorquines, antiguos estudiantes de los colegios que había fundado ad hoc el P. Llinás.
De esta manera, Junípero fundó en 1769 San Fernando de Vellicatà; San Diego y San Carlos en 1770; en 1771, San Antonio de Padua y San Gabriel; San Luis, en 1772; San Francisco y San Juan de Capistrano, en 1776; Santa Clara, en 1778; y San Buenaventura, en 1782.
Se sabe que Fray Junípero formuló en los años 1772 y 1773 una serie de peticiones al Virrey de México, Antonio Buc relli, donde se quejaba contra los abusos que el ejército español cometía contra los indígenas.
Transcurridos los años, en 1891 se le erigió a Fray Serra un monumento en Monterrey, como más adelante también en Guadalupe y otros sitios. Desde 1931 una estatua de Fray Junípero representa el estado de California en el capitolio de Washington y son de recordar otros monumentos como los que lucen en EE.UU. como son en San Diego, San Gabriel y Los Ángeles. En Mallorca tiene uno muy espectacular frente a la fachada de la plaza San Francisco de Palma. Lo mismo (1913) en Petra, su lugar de nacimiento en el centro de la plaza, dedicada a él.
En 1988 el Papa Juan Pablo II lo declaró Beato y en 2015, el Papa Francisco lo canonizó. Pero, de repente, ha surgido estas semanas un movimiento inesperado y fulminante contra nuestro Fr. Junípero. Se le ha llamado nazi, genocida, esclavista, Adolf Hitler y se ha pensado que esta campaña podría provenir del ambiente producido en el mundo, con ocasión de la nefasta muerte del negro George Floyd a manos de la policía de Mineápolis. Lo inesperado ha sido, sin embargo, que esta injusta oleada contra Junípero ha atravesado mares como la Covid-19, y se ha plasmado en la capital balear e incluso en su población natal.
¿Ha sido todo esto un juego político? ¿Venganzas sociales? ¿Campañas contra la Iglesia? ¿Surge de nuevo la leyenda negra contra España? ¿Un enfrentamiento serio contra la labor de Junípero Serra y su grupo de franciscanos españoles? ¿Envidia de la exaltación en nuestros tiempos de la figura de Fray Junípero? ¿Quién tiene la culpa –españoles o anglosajones- de que la población indígena de California fueran más de 300.000 en tiempos de Fray Junípero y ahora no pasen de 20.000?
El historiador Antonio Picazo Muntaner, profesor de Historia Moderna en la UIB de Palma, matiza que Serra fue un defensor de la cultura nativa y que no hay documentación que pueda demostrar que Serra hubiera procedido con actuaciones impropias de sus creencias cristianas en su trato con los indígenas. Tal vez toda esa campaña contra Junípero –acaba diciendo Picazo-- pueda provenir de movimientos antirreligiosos o antihispanos.
Por otra parte, el periodista Joan Riera atribuye también en el diario ULTIMA HORA de Palma (28- VI-20) que esa oleada de exabruptos surgida contra Fray Junípero es debida a que los mismos mallorquines no han sabido, o no han querido, presentar la obra de Fray Junípero en sus justas dimensiones. Y por eso, para ellos mismos y para los que están más lejos, Fray Serra no deja de ser un desconocido.
"¿Ha sido todo esto un juego político? ¿Venganzas sociales? ¿Campañas contra la Iglesia? ¿Surge de nuevo la leyenda negra contra España?"
Los franciscanos Menores, establecidos ahora en Petra por dos jóvenes franciscanos de México, como también las mismas autoridades municipales de Petra e incluso el Consell Insular de Mallorca, el Govern de Baleares, como no menos, y más, Obispado de Mallorca, CONFER e incluso Conferencia Episcopal Española deberían mover cielo y tierra para poder y saber presentar estos paisanos suyos cómo realmente fueron y cómo realmente obraron. Desde tiempos inmemoriales, y también ahora, le faltaron siempre a la Iglesia amigos comunicadores. ¿Dónde está nuestra prensa amiga, nuestra radio amiga, nuestra TELE amiga?