"Es una donante y mediadora de la paz" Papa Francisco: "La mujer debe estar plenamente asociada a los procesos de toma de decisiones"
Con estas palabras, Francisco ha señalado un camino concreto y urgente dentro y fuera de la Iglesia
Desde 2013, in crescendo, Jorge Mario Bergoglio ha abordado esencialmente el tema de la centralidad de la mujer en la vida de la humanidad, en las sociedades
"Jesús inauguró con su madre la revolución de la ternura"
"Jesús inauguró con su madre la revolución de la ternura"
| Luis Badilla
(Il Sismografo).- La celebración eucarística en San Pedro el 1 de enero de 2020, solemnidad de la Madre de Dios, es, en nuestra opinión, una de las homilías más bellas, orgánicas y exigentes entre las muchas que el Santo Padre Francisco ha pronunciado en estos seis años. En unas 1.060 palabras, el Papa Francisco, ayer, en el solemne marco de San Pedro, rechazó con transparencia cristalina y gran valentía muchas de las cuestiones fundamentales sobre la presencia, el papel y la misión de la mujer no sólo en la Iglesia, sino también en la sociedad en su conjunto, al menos desde el punto de vista de la visión cristiana.
Ciertamente, no era la primera vez. Desde 2013, en varias ocasiones in crescendo, Jorge Mario Bergoglio ha abordado esencialmente el tema de la centralidad de la mujer en la vida de la humanidad, en las sociedades, en el mundo y en la Iglesia, recogiendo siempre consenso y aplausos. También se le ha criticado porque no compartía lo que él considera que las mujeres son esenciales en la vida renovada y dinámica de la Iglesia, pero también porque dentro de las jerarquías católicas, de arriba a abajo, se ha ido desarrollando durante siglos una visión y una actitud misógina que, entre otras cosas, se encuentra también en muchos círculos de la sociedad civil y en otras denominaciones religiosas.
Imaginemos lo que significa en un mundo así decir, como repitió Francisco ayer: "Jesús, apenas nació, se reflejó en los ojos de una mujer, en el rostro de su madre". Recibió sus primeras caricias de ella, intercambió sus primeras sonrisas con ella. Con ella inauguró la revolución de la ternura. La Iglesia, mirando al niño Jesús, está llamada a continuarlo. También ella, de hecho, como María, es mujer y madre, la Iglesia es mujer y madre, y en la Virgen encuentra sus rasgos distintivos. La ve inmaculada y se siente llamada a decir "no" al pecado y a la mundanidad. La ve, fructífera, y se siente llamada a anunciar al Señor, a generarlo en la vida. Ella te ve, madre, y se siente llamada a acoger a cada hombre como un hijo".
Estas son palabras decisivas para el futuro de la Iglesia y también son decisivas porque deben ser leídas y comprendidas junto con lo que el Santo Padre dijo ayer inmediatamente después: "Y si queremos un mundo mejor, un mundo que sea una casa de paz y no un patio de guerra, apreciemos la dignidad de cada mujer. De la mujer nació el Príncipe de la Paz. La mujer es una donante y mediadora de la paz y debe estar plenamente asociada a los procesos de toma de decisiones. Porque cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra más unido y más en paz. Por lo tanto, una conquista para la mujer es una conquista para toda la humanidad".
Esta homilía es muy autorizada y, por tanto, todos, dentro y fuera de la Iglesia, deberían tomar muy en serio lo que el Pontífice ha dicho
En resumen, en este caso nos encontramos ante uno de los actos más claros, perturbadores y puntuales del ministerio y magisterio de Francisco. En las reflexiones del Papa no hay nada retorcido, de doble vía, ambiguo o susceptible de lecturas diferentes. Cada razonamiento, cada frase y cada palabra - las más exigentes elegidas con gran cuidado - son el fruto de una meditación con cuerpo y de un serio discernimiento. En varios pasajes de la homilía de ayer resuenan momentos del Magisterio del Arzobispo de Buenos Aires de hace años.
Esta homilía es muy autorizada y, por tanto, todos, dentro y fuera de la Iglesia, deberían tomar muy en serio lo que el Pontífice ha dicho y que, desde muchos sectores, en estas horas, se espera que sea el preámbulo de ulteriores desarrollos tanto en el Magisterio como en el campo de las decisiones necesarias, ya no posponibles.
Nada de lo que el Santo Padre dijo en esta homilía es para transmitir algunos contenidos cosméticos, o para hacer creer eso... y mucho menos para ganar aplausos o una fácil aprobación. Francisco dijo cosas muy importantes, y la comunidad eclesial debe ser consciente de que se trata de afirmaciones del Magisterio que deben tener consecuencias prácticas. También espera que lo que dijo Francisco sobre cómo las sociedades de hoy tratan a las mujeres, en términos severamente críticos y muy veraces, no quede como una queja más entre las que se hacen periódicamente de manera ritual.
Para leer la homilía completa, pincha aquí.