Reflexiones ante las declaraciones del cardenal Dolan ¿Hay que acabar con los Seminarios... o hacer una Liga con ellos?

"Está de más repetir una y otra vez la más decidida, firme y cristiana  descalificación  de que cualquier parecido  de “Carrera Eclesiástica” con “seminarios”, los profanaría.  A los seminarios no se va a hacer  ninguna clase  de carreras  de tipo humano o divino"

"Los seminarios  conciliares tridentinos al uso no forman. Deforman.  Alejan de la realidad tanto cívica como religiosa, en la que viven  quienes han de ser destinatarios  de los dones recibidos  y trabajados en los años de estancia  en tales “lugares sagrados” de las respectivas diócesis"

“Acabar con los Seminarios” es estridente titular  periodístico  con el que profesionales del ramo presentaron recientemente, con autoridad y dentro de la Iglesia, unas declaraciones  sobre el tema. Estas han suscitado semi morboso interés, llamando la atención en buena parte del Clero -Alto y Bajo-, al igual que  entre laicos y “laicas”. Su responsable es el estadounidense  Timothy Dolan, cardenal  arzobispo de Nueva York, cercano al papa Francisco, y de quien  a nadie se le ocurre pensar  que padece obnubilaciones o que perdió el “Oremus”, enfermedad que con santa   e irresponsable frecuencia se padece también en ámbitos eclesiásticos  y tanto o  más entre los purpurados.

De las aludidas declaraciones, y ya en puertas del nuevo curso seminarístico  y “liga”” oficial” y con sus correspondientes bendiciones, metropolitanas, subrayo estas ideas:

“Respondo con un SÍ  rotundo a la pregunta  de si tiene o no la Iglesia  demasiados seminarios “. “En la Iglesia  sobran seminarios. Ocupan excesivos espacios, disponen de poco dinero, sus edificios  necesitan reparación y docenas de sacerdotes docentes están dedicados  a ellos, debiendo hacerlo a las parroquias”

“En la Iglesia  sobran seminarios. Ocupan excesivos espacios, disponen de poco dinero, sus edificios  necesitan reparación y docenas de sacerdotes docentes están dedicados  a ellos, debiendo hacerlo a las parroquias”

“Los seminarios  no son ejemplos  de administración de los recursos de nuestra diócesis, ni son financieramente viables. Ellos no proporcionan  la formación de calidad humana, académica, espiritual  y pastoral que demandan la Iglesia  y los tiempos en que vivimos”.

Seminarios
Seminarios

“Los seminarios diocesanos, hoy  por hoy, no tienen sentido, por lo que su futuro es muy problemático.  Es posible  que parte de la solución  se encuentre  en la creación  de “seminarios regionales”, dotados de más y mejores medios, y cercanos a la vez al pueblo  y a sus problemas, no desinstalados como hasta el presente”.“Menos , pero mejores, seminarios”.

En realidad, responsable  y autorizadamente, las ideas  relacionadas con los seminarios expuestas  y razonadas por el cardenal neoyorkino, aunque a algunos  les supongan  repulsa y escándalo, a los más les habrán  entreabierto  puertas de renovación  y esperanza.

Y es que el de los seminarios es tema-eje, clave, signo y noticia  de la verdad de la Iglesia. Esta es mayoritariamente, lo que son quienes se preparan  para  su evangelización y ministerio. Está de más repetir una y otra vez la más decidida, firme y cristiana  descalificación  de que cualquier parecido  de “Carrera Eclesiástica” con “seminarios”, los profanaría.  A los seminarios no se va a hacer  ninguna clase  de carreras  de tipo humano o divino, tal y como acontece y se constata  con  afligida y luctuosa frecuencia, sustituyendo el término “vocación” -llamada-  por el de “bocación”  -bocata o bocadillo di cardenali”- , del mantenimiento del status social  y religioso ciertamente privilegiado .

Los seminarios  conciliares tridentinos al uso no forman. Deforman.  Alejan de la realidad tanto cívica como religiosa, en la que viven  quienes han de ser destinatarios  de los dones recibidos  y trabajados en los años de estancia  en tales “lugares sagrados” de las respectivas diócesis.

Copa Nacional de Seminarios
Copa Nacional de Seminarios

La formación de los seminaristas, para ser auténtica  y provechosa  para sí y para  el pueblo de Dios, no diferirá  de la que recibe el resto de los mortales. Por ejemplo, de por sí constituye un grave hándicap  -obstáculo-  que la educación que se recibe no sea a la vez coeducación entre chicos y chicas, tal y como acontece  y exige la “ley natural” y la establecida democráticamente.

El uso de la sotana -hábitos talares- en estos centros y aún después  debiera desaconsejarse  y aun prohibirse. Todo  cuanto distinga  externamente  a unos, ofende, molesta, discrimina y falta al respeto  a otros.

La historia de los seminarios, pasada y presente, cuenta con multitud de capítulos, publicables y ejemplares muchos, pero  no todos, tal y como la “prensa impía y blasfema”, y los “informadores religiosos  se encargan de potenciar, de silenciar o de tergiversar, “según y conforme”.

Una noticia reciente que aminore  o mengüe  la intensidad de la información, es la de que, entre los seminarios todavía existentes en España, acaba de organizarse una liga de fútbol, con sus calendarios y uniformes correspondientes, aunque -tal y como están las cosas en la  FIFA, en la RFEF y otros órganos y organismos oficiales, quiera Dios  que no se pretende aspirar a más.

Por lo visto y oído, con alegría y humor, los fichajes se harán efectivos en denarios (diez ases o cuatro sestercios), y el lenguaje al uso será inexorablemente el latín, que lo es del Estado Vaticano.  La expulsión en los casos de  falta grave, o doble tarjeta, se denominará “anatema”, y al árbitro -o árbitra- corrupto se le castigará con una cuaresma  de estancia en los infiernos.  No será el silbato, sino la campanilla, lo que marque los tiempos.

Seminaristas
Seminaristas

¿El trofeo? Un “pan bazo” redondo  y substantivo con sabor a eucaristía. ¿Premio? Un recorrido por  las catedrales, junto con una peregrinación, también guiada, por las periferias y barrios pobres de la ciudad  en la que se registran el Club y el equipo. De la publicidad y de su ejecución y administración-  se encargará la CEE, con medios propios más que suficientes.

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NOTA: Insto desde aquí a un ilustre colega  a publicar cuanto antes el estudio ya realizado sobre el tema. En su parte primera  refiere y explica con datos y razones cuales han sido y son los lugares y personas “sagradas” que han hicieron y todavía hacen de “semilleros” o seminarios, que acunaron a obispos y episcopables de España. Toledo -y Valencia- son, por ejemplo,  referencias  frecuentadas y elocuentes. Por supuesto que también el cardenal Rouco Varela y sus satélites. En la segunda parte estudia  cómo, con qué intensidad, logros y  riesgos, la mayo ría de los seminarios existentes todavía en España, más que seminarios, son noviciados de Órdenes o  Congregaciones religiosas, re- convertidos sus obispos  en “Superiores” de curas, laicos y “laicas”.

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