"Miguel Ángel Quintana Paz parece molesto con la feminización de la iglesia, pero las realidades son poliédricas" Matizaciones al artículo 'Sé hombre y ve a misa': La tradición profética de la espiritualidad femenina
"Las bienaventuranzas y el propio seguimiento de Cristo se oponen a una religiosidad normativa basada en la coacción. El autor parece molesto con la feminización de la iglesia, pero las realidades son poliédricas"
"Al estilo de a las cumbres de la literatura castellana, la iglesia se feminiza… La mujer ha desechado los caminos que conducen a la nada… El alma no es ni femenina, ni masculina"
"Y es que, tal como ya había subrayado Juan Pablo I, el Papa Luciani, el Papa de la santa sonrisa: 'Dios es padre; pero, sobre todo, es madre'"
"Los despreciados, los descartados, los pecadores; son los herederos del reino. Y la mujer también lo es, como lo podemos ver en la presencia de santa María Magdalena en la tumba del Maestro. O de sainte Bernardette de Soubirouts, en la gruta de Massabielle"
"Y es que, tal como ya había subrayado Juan Pablo I, el Papa Luciani, el Papa de la santa sonrisa: 'Dios es padre; pero, sobre todo, es madre'"
"Los despreciados, los descartados, los pecadores; son los herederos del reino. Y la mujer también lo es, como lo podemos ver en la presencia de santa María Magdalena en la tumba del Maestro. O de sainte Bernardette de Soubirouts, en la gruta de Massabielle"
| José Javier López Antón
Quisiera realizar unas matizaciones al artículo "Sé hombre y ve a misa", de Miguel Ángel Quintana Paz.
Las bienaventuranzas y el propio seguimiento de Cristo se oponen a una religiosidad normativa basada en la coacción. El autor parece molesto con la feminización de la iglesia, pero las realidades son poliédricas. Esa feminización se puede interpretar como la renovación de una espiritualidad que desde los tiempos de Santa Catalina de Siena y de Santa Brígida de Suecia, ha tenido en las mujeres a sus cotas más elevadas. Esa prevención del autor ante la espiritualidad femenina evidencia que se está cuestionando a la propia mística, como antaño hiciera Bossuet contra Fenelón, bajo la época del absolutismo monárquico en Francia.
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Desde Hildegarda de Bingen hasta las místicas carmelitas - sor Isabel de la Trinidad, santa Teresa de los Andes - el eje ha sido la unión con Dios, tal como se trasluce en el Cantar de los Cantares. Esa andadura fue emprendida por unas mujeres excepcionales, debido a que les costó la vida, tal como le aconteció a Marguerite Porete, una beguina autora del Espejo de almas anonadadas, quien falleció en la hoguera. Otros ensayos, en centurias posteriores, serían silenciados, como le aconteció a El espejo del alma pecadora, redactado por Margarita de Navarra. Otras místicas contemporáneas, bajo los totalitarismos comunista y fascista, pagaron con su vida el amor a Dios. Así le aconteció en los campos de exterminio nazis a la carmelita judía EdithStein.
Dado que el autor insiste en la obligación de a acudir más a la eucaristía, recordaría que el 1 de octubre se celebró la fiesta de la carmelita normanda sainte Thérèse de Lisieux, cuyo “camino pequeño” refleja un itinerario carente de complicación, exento del elitismo y de los falsos dioses del orgullo clasista. Numerosos agnósticos han encontrado en esa sencillez su vivencia existencial. Este 4 de octubre, también, se dio el aniversario de Francisco de Asís, aunque más excepcional fue aún santa Clara de Asís. Todos los jerarcas le querían imponer una norma. No obstante, ella se resistió, pues no quería ser una abadesa feudal. Solo aspiraba a seguir el desafío de interiorizar a Jesús desde el amor a los más postergados. Ella denominaba a su itinerario las damas “pobreza y belleza”. Lo consiguió. El papado le otorgó un privilegio en el cual se le dispensaba de poseer propiedades y feudos. Ese documento pontificio se lo encontraron en su tumba, adherido a sus restos mortales.
Y es que, tal como ya había subrayado Juan Pablo I, el Papa Luciani, el Papa de la santa sonrisa; "Dios es padre; pero, sobre todo, es madre". Esta afirmación, realizada por un pedagogo de la pastoral, nos interroga al nudo de una espiritualidad. Los despreciados, los descartados, los pecadores; son los herederos del reino. Y la mujer también lo es, como lo podemos ver en la presencia de santa María Magdalena en la tumba del Maestro. O de sainte Bernardette de Soubirouts, en la gruta de Massabielle.
"No se asusten los biempensantes. Los pobres y los aborígenes nos evangelizan; las chicas, en cambio, escribía el Mahatma Gandhi, nos civilizan. ¿Acaso no dijo Benedicto XVI que la belleza y el bien salvarán al mundo?"
Por otro lado, si los hombres no acuden a la eucaristía, es por falta de humildad, por su inclinación al darwinismo social, así como al inmaduro recurso de apelar a los criterios de autoridad. Un decano en Perú aseveraba que se necesitaba una “dictablanda”. El problema es que durante el siglo XX se sucedieron las dictaduras de Primo de Rivera, de Aznar, la dictablanda (sic) del general Berenguer, así como la de Franco. A las que había que añadir los regímenes pretorianos del siglo XIX, como los de Narváez. Solo obtuvieron que se dilataran los problemas.
"Esa nostalgia de las soluciones autoritarias, las cuales permiten al ciudadano resolver el esfuerzo de discernir y pensar como orientar su vida; ha inclinado a algunos católicos a acudir a las manifestaciones de Ferraz, con el propósito de reivindicarse bajo las consignas de 'menos policía y más Inquisición'"
Es debido a esa nostalgia de las soluciones autoritarias, las cuales permiten al ciudadano resolver el esfuerzo de discernir y pensar como orientar su vida; la que ha inclinado a algunos católicos a acudir a las manifestaciones de Ferraz, con el propósito de reivindicarse bajo las consignas de "menos policía y más Inquisición". Discernir les ayudaría a comprobar qué en la historia de las Españas, el Santo Oficio (sic) persiguió a santa Teresa de Ávila, a san Juan de la Cruz y a fray Luis de León. ¿La petulancia impide la recapacitar a las personas? La realidad la sociedad no están acostumbrados a vivir su credo en libertad, prefieren ampararse a al paraguas infantil del estado confesional, como acontece en el fundamentalismo musulmán.
"Discernir les ayudaría a comprobar qué en la historia de las Españas, el Santo Oficio (sic) persiguió a santa Teresa de Ávila, a san Juan de la Cruz y a fray Luis de León"
Al estilo de a las cumbres de la literatura castellana, la iglesia se feminiza. No se asusten los bien-pensantes. Los pobres y los aborígenes nos evangelizan; las chicas, en cambio, escribía el Mahatma Gandhi, nos civilizan. ¿Acaso no dijo Benedicto XVI que la belleza y el bien salvarán al mundo?
La clave es que la feminidad intuye y racionaliza mejor la realidad espiritual. Permítanme una anécdota. Unos religiosos italianos acudían a la corte, regocijados; cuando se toparon con Teresa de Cepeda y Ahumada. La carmelita abulense le comentaría a su hermana de congregación. "Para los poderosos, los pobres somos un divertimento". Palabras certeras las de santa Teresa de Jesús.
El “sedevacantismo” contrario al Concilio Vaticano IIno arraigó en las Españas, salvo en el Palmar de Troya. A pesar de todo, los sedevacantistas pugnan por descalificar a los papas con los de como masón, modernista, liberal o marxista. Es la nostalgia de quienes nunca han conocido la libertad y, en consecuencia, no han aprendido a ser responsables. Se escandalizan con la ley del divorcio; sin embargo, al conocer la existencia de esa posibilidad, se disponen alegremente a engañar a sus parejas. Esa nostalgia inmoviliza a las conciencias. Gritan. Pero no aguantarían como cristianos un solo momento en un país de mayoría budista o hinduista.
"Si Tomás de Kempis aconsejaba la imitación de Jesús, algunos caballeros parecen extasiarse en los preceptos del Sanedrín de Caifás y Ananías. En cambio, quienes acudan a una parroquia integrada por señoras iberoamericanas, africanas o gitanas, pueden percibir que siempre se puede aprender"
En verdad que se aquilatarían más apaciblemente nuestras conciencias si asintiésemos que, a pesar de las afirmaciones de patriotismo y de renuncias, estamos más cercanos al Tartufo de Molière. Si Tomás de Kempis aconsejaba la imitación de Jesús, algunos caballeros parecen extasiarse en los preceptos del Sanedrín de Caifás y Ananías. En cambio, quienes acudan a una parroquia integrada por señoras iberoamericanas, africanas o gitanas, pueden percibir que siempre se puede aprender.
La mujer ha desechado los caminos que conducen a la nada. Los hombres, por lo contrario, retornan al maurrasianismo; la filosofía de Charles Maurras y su “Actión Française”. El nacionalismo xenófobo de Maurras era ateo, pero se tornó religioso al comprobar que unas concretas normativas le podrían ayudar a incentivar entre la sociedad su proyecto deshumanizador. ¿Cuándo fue grande mi patria?, se preguntaba. La encontraría bajo la alianza del trono y del altar. La realidad es que a Dios lo hubiese fusilado por judío y universalista; más esa indiferencia era su raíz. El creía en la inquisición. Era una página de Dostoievski, de Los hermanos Karamazov. El cardenal sevillano le reprocha a Jesús qué debido a su amor, respete a las personas. ¡No, lo que hay que hacer es imponerse y someterles”! En curiosa coincidencia, Dostoievski escribía esas páginas cuando triunfaba la Unión Soviética.
Es menester no solazarse con nuestra prepotencia. Lo van a entender. Un franciscano predicaba que Dios no es un juez arbitrario que se vanagloria en los sufrimientos; menos en los méritos de la sangre, del nacimiento o del estamento que te acoge. Jesucristo te sostiene por su fe y por su amor, aseveraba. Aquella exhortación reflejaba la antigua doctrina católica de justificación por la fe y por el amor, enterrada durante centurias. En un momento, de repente, una clarisa, de vida contemplativa, al escucharlo, exclama: "Qué bien que Dios sea así!".
Ella podría haberse enfadado, al estilo de El condenado por desconfiado de Tirso de Molina, ya que su vida estaba plagada de méritos. Pero asumió con hondura que Jesús no pide sacrificios humanos. Y es que el reino de Jesús se asemeja al suspiro de aquella clarisa. Un reino de conciencia y de corazón; no de sumisión de los humildes, o de enorgullecimiento de quienes optan por un corazón de piedra.
El alma no es ni femenina, ni masculina. Un dominico en su iglesia pamplonesa aseveraba que san Juan Macías y santa Rosa de Lima platicaban entre ellos. Su corazón no estaba en el casco antiguo pamplonés, sino en Lima, debido a que se le escapó el verbo peruano platicar, en sustitución del verbo castellano conversar. Sabemos que el extremeño Juan Macías “platicaba” con san Martín de Torres, mulato y peruano, ajenos a las diferencias de cultura y de género; pues bajo la luz del amor interno, el malvado empieza a brillar con aureola, mientras que la magnificencia del piadoso cumplidor, parece atenuarse.
Aquí observamos una realidad. Es que la vida de las personas demuestra que la clave es resistirse en conciencia al mal. El monje que de noche recoge las flores del parterre que el prior ha destruido. El padre Aguinagalde que exclama “¡Ya se cansaran!”, mientras recoloca con cello los carteles de las misas en lengua vasca que han destruido sus hermanos de congregación. Esa actitud de recomponer en silencio, bajo el amparo de una sonrisa, lo que los otros han destrozado con improperios y gestos altivos, es vital para sobrevivir en la cotidianeidad de la vida laboral o social.
Carlos González Vallés recordaba que un provincial de su comunidad salió exaltado de su oficina, “¡Esta es la voluntad de Dios para esta comunidad!”, aireando un papel con los destinos de sus miembros. Una cuartilla mecanografiada.
Ante ese dislate, no se puede obviar una enseñanza paradójica, molesta. Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin, en sus conversaciones de senectud, se sinceró. Les subraya a sus contertulios que él no hubiese emprendido la revolución de 1917, si hubiese encontrado un Francisco de Asís. El hombre caricaturizado como un demonio por la historiografía, hablaba el lenguaje de la compasión y de la misericordia. E incluso se lamentaba de la falta de empatía de aquella sociedad. Es una advertencia a los historiadores. Les está comentando que él no hizo la revolución bolchevique por capricho, sino por una experiencia del mal que le rodeaba, y donde no encontró a ninguna Clara y Francisco de Asís que hubiesen fraternizado con los más escarnecidos. Nos dice que nosotros somos crueles, por nuestra indiferencia al sufrimiento de los humillados e inocentes.
Y es que al espíritu santo no se le encierra en una botella, ni en los campos de exterminio o en los gulags de una meritocracia. Sin embargo, al entender de la espiritualidad bíblica de salmistas y profetas, sustituir la invitación gratuita de Jesús, por unas seguridades normativas e ideológicas; es una tendencia que derivaría en una idolatría.