"La lectura amplía la mirada y ensancha el corazón frente a la mezquindad del radicalismo" El fascismo se cura leyendo

El Papa y la lectura
El Papa y la lectura

"El viejo Sócrates descubrió que la consciencia de la propia ignorancia aumenta conforme más se sabe"

"La Encíclica 'Fratelli tutti' pasará a la posteridad como una de las más grandes contribuciones a la cultura del diálogo y del encuentro en tiempos de descalificaciones violentas"

"Buscar superar la dicotomía “verdadero/falso o justo/injusto” no es una claudicación relativista"

Se le atribuye a Miguel de Unamuno la frase: “el fascismo se cura leyendo”. Seguramente esta no es una afirmación absoluta. Cualquiera puede imaginar a un fascista consumiendo febrilmente literatura que lo confirma en su propia posición. Sin embargo, no es difícil intuir que al interior de las palabras de Unamuno habita alguna verdad. El extremismo en las izquierdas y en las derechas postmodernas, suele emerger en torno a figuras que descansan en pocas (muy pocas) ideas, aparentes posicionamientos valerosos, y anhelo insaciable de poder.

El viejo Sócrates descubrió que la consciencia de la propia ignorancia aumenta conforme más se sabe. De manera elegante, el filósofo griego nos ayudaba a entender que los hombres demasiado seguros de sus convicciones, los intransigentes, los que consideran tener claridad en todo, normalmente han leído poco, no han dialogado “mayeuticamente”, no desean aprender, porque creen ya saber. Esto no significa que toda convicción firme sea perversa. Lo que significa es que no toda convicción firme brota de la mirada sapiencial que se educa en la ampliación de los horizontes, y en el darse cuenta, que comprendemos poco.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Fratelli tutti
Fratelli tutti

El Papa Francisco nos ha regalado varios instrumentos para intentar vacunar nuestro espíritu ante el riesgo del extremismo. Por ejemplo, la Encíclica “Fratelli tutti” pasará a la posteridad como una de las más grandes contribuciones a la cultura del diálogo y del encuentro en tiempos de descalificaciones violentas. Más recientemente, el Pontífice nos ha sorprendido con la “Carta sobre el papel de la Literatura en la formación” (17 julio 2024).

En este nuevo documento, Francisco señala: “Al reconocer la inutilidad y quizá también la imposibilidad de reducir el misterio del mundo y el ser humano a una antinómica polaridad de verdadero/falso o justo/injusto, el lector acoge el deber del juicio no como un instrumento de dominio sino como un impulso hacia la escucha incesante y como disponibilidad para ponerse en juego en esa extraordinaria riqueza de la historia debida a la presencia del Espíritu, que se da también como gracia; es decir, como acontecimiento imprevisible e incomprensible que no depende de la acción humana, sino que redefine al ser humano como esperanza de salvación".

Buscar superar la dicotomía “verdadero/falso o justo/injusto” no es una claudicación relativista. Al contrario, es una invitación a mirar con realismo máximamente objetivo que la estructura del mundo y de la vida no es posible encerrarla en una fácil clasificación maniquea. El mundo es una infinita gama de grises, decía Alfred Whitehead.

Leer es un ejercicio ascético y liberador. Ascético porque es preciso hacer el esfuerzo de trascender la epidermis de lo real para comprender su significado. Michele Federico Sciacca, alguna vez comentaba, que la “estupidez” no es la falta de inteligencia, sino el habituarse a cancelar la dimensión simbólica de las cosas.

Papa y literatura

Leer, además, es una actividad liberadora. Francisco de nuevo dice: “la literatura ayuda al lector a destruir los ídolos de los lenguajes autorreferenciales, falsamente autosuficientes, estáticamente convencionales”. Dicho de otro modo, leer nos permite vivir muchas vidas, muchos mundos, y descubrir con estupor que nuestra mirada no es la única, y por lo tanto, que el corazón se ensancha, justamente, en el cruce de las miradas.

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