"Su desaparición será un acto de justicia para sus víctimas y sobrevivientes" La inminente caída del Sodalicio

Pedro Salinas (en el centro), junto a Scicluna (izquierda) y Jordi Bertomeu (derecha)
Pedro Salinas (en el centro), junto a Scicluna (izquierda) y Jordi Bertomeu (derecha) Pedro Salinas

"El tiempo demostró que los sodálites son unos mitómanos de tomo y lomo, unos malabaristas con los eufemismos, y que su organización, de fachada católica, era una secta que entronizó una cultura de abuso de poder que destrozó centenares de vidas"

"Finalmente, el mejor antídoto contra esta “sociedad” tóxica fue provisto por el mismísimo papa Francisco, a través de su eficaz e insobornable grupo de élite, conformado por los monseñores Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, los Van Helsing del Santo Oficio"

"No se descarta, por primera vez en más de dos décadas, la supresión del Sodalitium, que, el próximo 8 de diciembre cumpliría 53 años de existencia"

El Sodalitium (o Sodalicio) siempre se mostró como una institución más limpia que una patena, pero el tiempo demostró que los sodálites son unos mitómanos de tomo y lomo, unos malabaristas con los eufemismos, y que su organización, de fachada católica, era una secta que entronizó una cultura de abuso de poder que destrozó centenares de vidas.

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Van veinticuatro años de denuncias de todo tipo. Periodísticas. En la justicia civil. Ante los tribunales eclesiásticos. En el ámbito político. Desde los dicasterios vaticanos. Y nunca pasó absolutamente nada con el Sodalicio. Nada de nada. Sus líderes, ataviados de alzacuellos o crucifijos en las chaquetas, que usaban como varitas mágicas o ábrete sésamos, salieron bien librados de los graves señalamientos, una y otra vez, hasta el infinito y más allá.

Scicluna y Bertomeu
Scicluna y Bertomeu

Hasta que, finalmente, el mejor antídoto contra esta “sociedad” tóxica fue provisto por el mismísimo papa Francisco, a través de su eficaz e insobornable grupo de élite, conformado por los monseñores Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, los Van Helsing del Santo Oficio.

Luego de su intervención, hace poco más de un año, han pasado varias cosas, la mayoría imperceptibles para la opinión pública, pero se han dado. La remoción del principal aliado del Sodalicio en Roma, José Rodríguez Carballo. La dimisión del indolente excomisario apostólico del Sodalicio, Noel Antonio Londoño. La patada en el culo al emblemático obispo sodálite, José Antonio Eguren. El envío de epístolas conminatorias, exigiendo explicaciones a militantes de la vieja guardia. Y, la noticia más celebrada y destacada, la expulsión de Luis Fernando Figari de su propia fundación (algo que, por cierto, pudieron hacer los tres superiores generales que le sucedieron, sin necesidad de esperar la intervención de la Santa Sede).

El efecto ha sido como el de las caídas consecutivas de fichas de dominó, aunque en cámara lenta. Pero, sin duda, la vacuna surtió efecto. El antídoto funcionó. El dúo dinámico, Scicluna y Bertomeu, volvió a exhibir resultados. Y sin aspavientos, los ha ido mostrando en dosis homeopáticas.

En el camino, durante este largo proceso, las víctimas y sobrevivientes han tenido que soportar tiempos eternos de espera, ávidos de justicia, urgidos por el reconocimiento de la verdad, y a la expectativa de un mínimo de empatía por parte de los pastores católicos, que nunca llegó. Soportaron eso, y más

No obstante, en el camino, durante este largo proceso, las víctimas y sobrevivientes han tenido que soportar tiempos eternos de espera, ávidos de justicia, urgidos por el reconocimiento de la verdad, y a la expectativa de un mínimo de empatía por parte de los pastores católicos, que nunca llegó. Soportaron eso, y más.

José Antonio Eguren
José Antonio Eguren

Al trato vejatorio y de invisibilización, se sumaron insultos virulentos en las redes sociales, cartas notariales amenazantes, querellas judiciales por el supuesto delito de difamación, demandas penales calumniosas e írritas, y la exhibición obscena y pirotécnica de la afamada prepotencia (el sello de fábrica del Sodalicio) de quienes han detentado el verdadero poder en el movimiento figariano.

Dicho esto, y luego de revisar medios especializados que han accedido a fuentes de la investigación vaticana, como La Razón (de España), Vida Nueva, Crux y este portal, Religión Digital, que le ha dedicado importantes espacios al Caso Sodalicio, podemos plantearnos dos hipótesis absolutamente viables. La primera, se viene una razia en la que rodarán las cabezas de los principales cómplices de Figari en esta larga historia de impunidad. Y, luego, no se descarta, por primera vez en más de dos décadas, la supresión del Sodalitium, que, el próximo 8 de diciembre cumpliría 53 años de existencia.

Papa y Figari
Papa y Figari

Se inició, ahora sí, la cuenta regresiva del Sodalicio. La noche más oscura en su historia se avecina. Arturo Pérez-Reverte escribió alguna vez: “No hay nada más peligroso, más hipócrita ni más ruin que un integrista con poder”. No se equivocó. La frase del escritor le calza al Sodalicio como un guante. Y su desaparición será un acto de justicia para sus víctimas y sobrevivientes.

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