"En el alma de Chile subyace el sentido de lo comunitario" La llama de la esperanza en alto en Chile

La llama de la esperanza
La llama de la esperanza

"Mientras en Chile existan expresiones religiosas potentes, elecciones transparentes y preocupación por los demás, podemos tener la llama de la esperanza en alto”

"Las elecciones unen a los chilenos, son fuente de alegría, de estabilidad social y un claro rechazo a las dictaduras de cualquier índole"

"La solidaridad, en caso de desgracias, forma parte de nuestra cultura. Es un pozo espiritual y humano que embellece aún más 'la copia feliz del Edén'"

En Chile hay tres ámbitos de la vida que vale la pena destacar, cuidar e incrementar, dado que son esenciales para el futuro del país y fuente de mucha esperanza. 

El primer aspecto es la fe de los chilenos y migrantes avecindados. Es una riqueza para el país saber que domingo a domingo cientos de miles de personas se congregan en las parroquias, capillas y templos de otras religiones a orar, a escuchar la palabra de Dios y a compartir como comunidad. La Iglesia católica aporta, además, con cientos de colegios, universidades y miles de obras sociales, imposibles de enumerar por su extensión. A ello podemos sumar a los millones de feligreses que, en familia, se congregan en el norte, en el centro y el sur del país para rezarle a la Virgen María o a un santo, como San Sebastián. Ni un acto de violencia, ni un solo vidrio roto. Solo fe, paz, devoción y amor a Dios y al prójimo. 

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Elecciones en Chile

El segundo aspecto son las elecciones. 

Es un verdadero signo de esperanza ver la manera impecable como se desarrollan. Es notable apreciar cómo civiles, militares, policías, fuerzas políticas y prensa, se esmeran para que se realicen de manera impecable, y no haya un atisbo de duda de su transparencia y resultados. Las elecciones unen a los chilenos, son fuente de alegría, de estabilidad social y un claro rechazo a las dictaduras de cualquier índole

El tercero son las desgracias. Cuando la naturaleza se empecina con nosotros, la reacción de la sociedad intermedia es notable para ir en ayuda de los damnificados. Son muchas las instituciones sin fines de lucro que llegan a los lugares más recónditos para socorrer al sufriente. Sentí un gran orgullo al ver como las parroquias se organizaron para darle de comer al desvalido en los tiempos de pandemia. A nadie se le preguntó su religión o condición migratoria. Solo prevaleció la enseñanza de Jesús: "tuve hambre y me disteis de comer, fui forastero y me recibisteis". La solidaridad, en caso de desgracias, forma parte de nuestra cultura. Es un pozo espiritual y humano que embellece aún más "la copia feliz del Edén"

Estos hechos demuestran que en el alma de Chile subyace el sentido de lo comunitario. Ello debiese cuidarse y promoverse en la familia, en los colegios, en las universidades y en las empresas. Lo comunitario, tan debilitado por la embestida de un individualismo promovido por la cultura que hace de la subjetividad y la consecución de los deseos norma de vida, sigue presente. Lo atribuyo, en parte, a que el cristianismo sigue permeando la cultura. Es cierto, tiene otras características, se presenta de manera más tibia y debilitada, pero no por ello es menos relevante, sobre todo en los tiempos aciagos. 

Chomali

Detrás de estas tres realidades están presentes verdades que se niegan a desaparecer. La primera, la certeza, a todo nivel de la sociedad, de la dimensión trascendente de la vida humana; la segunda, la conciencia de que de la calidad de los procesos eleccionarios depende el futuro de la democracia y el resguardo del Estado de derecho que reconocemos como fundamentales para progresar como sociedad; y la tercera, aunque debilitada, se reconocen la fraternidad y la solidaridad como un valor a cuidar y a transmitir a las futuras generaciones. Mientras en Chile existan expresiones religiosas potentes, elecciones transparentes y preocupación por los demás, podemos tener la llama de la esperanza en alto.

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