Mi reencuentro con Ignacio Ellacuría (II) Juan José Tamayo: "Ellacuría y su brillantez mental, su lucidez argumentaria y su originalidad"
Del 19 al 22 de noviembre he tenido el privilegio de reencontrarme con la figura y el pensamiento de Ignacio Ellacuría (IE) en el "Coloquio Internacional Conmemorativo de los 30 años de su asesinato"
Leí los primeros textos de Ellacuría a mediados de la década de los setenta coincidiendo con la elaboración de mi tesis doctoral, que defendí en junio de 1976
Mi primer encuentro personal con él fue en 1979 con motivo de la preparación de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano que iba a celebrarse en Puebla de los Ángeles (México)
El último encuentro tuvo lugar en Madrid en una comida compartida con Casiano Floristán una semana antes de su asesinato. En él me pidió que recuperara una obra colectiva dirigida por él y por Jon Sobrino
Pudimos disponer del texto, que vio la luz en dos volúmenes primorosamente editados por Trotta en 1990 -y con varias ediciones- bajo el título 'Mysterium liberationis'
Mi primer encuentro personal con él fue en 1979 con motivo de la preparación de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano que iba a celebrarse en Puebla de los Ángeles (México)
El último encuentro tuvo lugar en Madrid en una comida compartida con Casiano Floristán una semana antes de su asesinato. En él me pidió que recuperara una obra colectiva dirigida por él y por Jon Sobrino
Pudimos disponer del texto, que vio la luz en dos volúmenes primorosamente editados por Trotta en 1990 -y con varias ediciones- bajo el título 'Mysterium liberationis'
Pudimos disponer del texto, que vio la luz en dos volúmenes primorosamente editados por Trotta en 1990 -y con varias ediciones- bajo el título 'Mysterium liberationis'
| Juan José Tamayo
Leí los primeros textos de Ellacuría a mediados de la década de los setenta coincidiendo con la elaboración de mi tesis doctoral, que defendí en junio de 1976. Fueron tres en concreto, en los que descubrí su brillantez mental, su lucidez argumentativa, la originalidad de sus propuestas metodológicas y sus excelentes aportaciones a la teología de la liberación. El primero era Teología política, en una edición ciclostilada ad usum privatum del Secretariado Social Interdiocesano del arzobispado de San Salvador con el imprimatur del obispo auxiliar Arturo Rivera Damas, nombrado arzobispo de la misma diócesis tras el asesinato de monseñor Romero.
En él esboza tres ideas que constituyen el núcleo fundamental de su teología y que desarrollaría posteriormente con mayor amplitud y profundidad: la historia de la salvación y la salvación en la historia, la liberación como misión de la Iglesia latinoamericana y el carácter político de Jesús de Nazaret.
El segundo fue su intervención en el Encuentro latinoamericano de Teología en torno al método de la teología en América Latina celebrado en México en agosto de 1975. Lo tituló “Hacia una fundamentación filosófica del método teológico latinoamericano”. En él expone algunos supuestos filosóficos del método teológico que deben ser superados, así como las líneas fundamentales para una recta concepción del inteligir humano en orden a determinar el método teológico latinoamericano. La teología no es una ciencia pura, cuyo ámbito sea Dios sin más, sino “Dios tal como se hace presente en la propia situación histórica”.
La actividad teológica se caracteriza por su dimensión social y debe responder a la pregunta de a quién sirve para no caer en el idealismo y la ideologización. A su vez, el método teológico latinoamericano se caracteriza por su propia especificidad, la circularidad real, histórica, social y práctica, el análisis del propio lenguaje y la necesidad de mediaciones teóricas y prácticas para interpretar y transforma el mundo desde la perspectiva cristiana. Papel importante reconoce Ellacuría tanto a la lectura crítica del fenómeno cristiano hecha por el marxismo como a la lectura crítica de la interpretación y la praxis marxista desde la fe cristiana.
El tercer texto de Ellacuría que leí e influyó en mi tesis doctoral fue su colaboración al libro-homenaje a Karl Rahner, de quien había sido discípulo, bajo el título “Tesis sobre posibilidad, necesidad y sentido de una teología latinoamericana”, publicado en Teología y Mundo contemporáneo (Cristiandad, Madrid, 1975, 325-350). En él pone la inteligencia de la fe en relación con el ejercicio de la inteligencia en las ciencias sociales.
El método teológico latinoamericano, afirma, debe “privilegiar a los pobres y oprimidos como lugar salvífico y teológico” y como “condición ineludible para que la teología sea verdaderamente cristiana”. Asimismo la verificación de la teología no puede tener como polo esencial la cultura occidental, sino “la realidad de las mayorías a las cuales deber ser anunciada la salvación”. Hay aquí una crítica del colonialismo teológico occidental.
Dicho método debe poner en relación el mensaje bíblico con la propia situación histórica. Para ello no podemos quedarnos en la mera repetición de textos en su literalidad, ni en una utilización fundamentalista de los mismos. Es necesario un riguroso trabajo hermenéutico, que requiere una recepción crítica seguida de una intelección refleja e histórica.
Ellacuría acentúa la referencia no ingenua, sino crítica, al Jesús histórico, entiende la vida cristiana como seguimiento de Jesús de Nazaret y la ética cristiana como praxis del seguimiento, que no se reduce a imitar a Cristo, sino que es un proceso histórico: “el seguir es pro-seguir”.
Mi primer encuentro personal con él fue en 1979 con motivo de la preparación de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano que iba a celebrarse en Puebla de los Ángeles (México) ese mismo y estaba controlada por el arzobispo de Medellín (Colombia) Alfonso López Trujillo, enemigo de la teología de la liberación y perseguidor de sus principales cultivadores. Ellacuría llegó a España para formar un grupo de teólogos que trabajara los temas de dicha conferencia a la que no se permitió participar a los colegas, que sí participaron muy activamente e influyeron de manera decisiva en la II celebrada en Medellín (Colombia). Yo me encargué del tema de las comunidades eclesiales de base.
Los siguientes encuentros tuvieron lugar con motivo de los Congresos de Teología y de sus visitas a España para participar en diferentes actividades. Dos fueron sus participaciones en los Congresos de Teología de la Asociación Juan XXIII. Uno en 1981, año en el que comenzamos su celebración. En él dio una excelente conferencia sobre “Los pobres como lugar teológico y político en América Latina” siguiendo el método de la circularidad hermenéutica, que consiste en ir de la realidad viva a la revelación de Jesús y de esta a la viva realidad.
Dos fueron las afirmaciones radicales que hizo en aquella conferencia. La primera, que “la encarnación histórica de los pobres evangélicos y de la pobreza evangélica es un hecho palmario en nuestra realidad y sabemos que lo son porque ellos nos salvan (cursiva mía)”. La segunda que “los pobres tienen carácter absoluto en la Iglesia”.
El segundo Congreso de Teología en el que participó fue el octavo en 1988, que llevaba por título “Utopía y profetismo” y en el que habló sobre “Utopía y profetismo en América Latina” con un claro sentido profético de denuncia del mal común ejemplificado en la civilización de la riqueza y de anuncio de una nueva tierra y un nuevo cielo cuya traducción fue un “cielo terrenal” y un nuevo orden internacional guiado por la “civilización de la pobreza”. Fue uno de sus últimos textos, de los más estudiados y valorados y el que considero su testamento intelectual.
Nos encontramos también en 1987 en el Congreso de la Rábida (Huelva) en torno a “Implicaciones sociales y políticas de la teología de la liberación”, organizado por el Instituto de Filosofía y dirigido por José Antonio Gimbernat. En él tuvieron una participación destacada Ellacuría y Juan Luis Segundo. El último encuentro tuvo lugar en Madrid en una comida compartida con Casiano Floristán una semana antes de su asesinato. En él me pidió que recuperara una obra colectiva dirigida por él y por Jon Sobrino, cuya publicación llevaba paralizada un año en la editorial que se la había encargado.
Felizmente pudimos disponer del texto, que vio la luz en dos volúmenes primorosamente editados por Trotta en 1990 -y con varias ediciones- bajo el título Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, en el que colaboramos más de cuarenta teólogas y teólogos latinoamericanos y españoles. Era, sin duda entonces, el estudio más completo y riguroso sobre la teología latinoamericana de la liberación. En la presentación Jon Sobrino, que escribía en su nombre y en el de Ellacuría, asesinado unos meses antes de la publicación, definía la teología de la liberación, citando a su compañero jesuita y teólogo, como “teoría de una praxis histórica y eclesial” y como “intellectus amoris, misericordiae et justiciae”, según su propia formulación.
Y añadía:
“Del sufrimiento y de la creatividad, del compromiso y del amor, del martirio y de la esperanza de esos pueblos crucificados quiere, pues, vivir la teología de la liberación para darles voz, combatir la mentira y la injusticia y alentar la verdad y la fraternidad”
Del 19 al 22 de noviembre he tenido el privilegio de reencontrarme con la figura y el pensamiento de Ignacio Ellacuría (IE) en el “Coloquio Internacional Conmemorativo de los 30 años de su asesinato”, celebrado en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), de San Salvador (El Salvador, CA), y organizado por el Departamento de Filosofía y la Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría (IE) de Análisis de la Realidad Política y Social bajo la dirección del filósofo Héctor Samour. Participamos 30 conferenciantes procedentes de El Salvador, México, Costa Rica, España, Colombia y Argentina.
El Coloquio giró en torno a cuatro ejes: génesis, evolución, dimensiones del pensamiento de IE y diálogo con la filosofía actual; crítica de las ideologías, descolonización y liberación desde el pensamiento de IE; ética, derechos humanos, democracia y universidad en el pensamiento de IE; el pensamiento de IE frente a la coyuntura actual en América Latina.
En el próximo artículo daré cuenta del desarrollo del Congreso.
Parte de las actividades que se realizaron en el Coloquio Internacional Conmemorativo de los 30 años del asesinato de Ignacio Ellacuríahttps://t.co/yf4CrVBg5npic.twitter.com/2ppllHKqRs
— Audiovisuales UCA (@Audiovisualuca) 26 de noviembre de 2019
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