"El pare Manel prefirió a los que la gente -incluso antes que los jueces- calificaba de delincuentes" Cuando los referentes se nos van
"El 8 de agosto llorábamos la muerte del obispo más querido en el mundo entero, Pedro Casaldáliga. Y un mes después, el 9 de septiembre, la del Padre Manel Pousa"
"Sacerdote de los que el Papa Francisco quiere: "con olor a oveja", porque pastorean a pie de calle y pisan siempre tierra aunque la fuerza les venga del cielo"
"Cantidad de internos de distintas prisiones de Cataluña han querido mucho a Manel y le lloran ahora"
"Cantidad de internos de distintas prisiones de Cataluña han querido mucho a Manel y le lloran ahora"
| Viqui Molins
El 8 de agosto llorábamos la muerte del obispo más querido en el mundo entero, Pedro Casaldáliga. Y un mes después, el 9 de septiembre, la del Padre Manel Pousa. En poco tiempo y en plena pandemia, se nos han ido al cielo dos de los referentes más estimados por muchos de los que nos dedicamos al mundo de los vulnerables. Uno, Casaldáliga, a nivel mundial. Otro, el Padre Manuel, a nivel autonómico... E incluso nacional en algunos ámbitos.
Sacerdote de los que el Papa Francisco quiere: "con olor a oveja", porque pastorean a pie de calle y pisan siempre tierra aunque la fuerza les venga del cielo. Unos tierra roja y otros asfalto gastado, pero siempre en las periferias.
Conocido y amado por los más pobres, el Pare Manel tuvo preferencia por los que la gente -incluso antes que los jueces- ya han calificado de delincuentes. Cantidad de internos de distintas prisiones de Cataluña le han querido mucho y le lloran ahora, porque tenía siempre una palabra de consuelo para ellos.
Su aspecto era un tanto desaliñado, pero siempre entrañable, gracias a aquella sonrisa con la que contemplaba la vida irónica y tiernamente. Aunque muy sensible al amor y a la amistad, las críticas no le afectaban tanto como para dejar de actuar como le dictaba su conciencia y le pedía su corazón, sabiendo que la vida y las personas no siempre responden a las expectativas.
Esas características y su libertad de espíritu en cuanto a las actuaciones que creía necesarias para sus fines humanísticos, le hacían único.
Me encantaban algunos de sus pequeños detalles de ternura en un hombre con apariencias de despiste y olvido. Por ejemplo, cuando se acercaba Navidad, pedía permiso en las prisiones para hacer una foto a todos los que tenían madre, y luego se las ofrecía ya reveladas, y en forma de felicitación, para que pudieran mandársela a ellas. Hasta yo había recibido esa foto de uno de mis amigos de la cárcel al que tengo por hijo, ya que no tiene nadie en el mundo.
También tuve ocasión de vivir cerca de él algunos momentos difíciles de su vida en el que su estilo heterodoxo -pero carismático y lleno de amor- le llevaba a situaciones de confrontación con las autoridades -también las eclesiásticas-. Era entonces cuando admiraba su libertad de espíritu y su profunda convicción de la misión sacerdotal junto a los más desfavorecidos, a veces incomprendida pero de la que solía decir: "mil veces que naciera, volvería a ser sacerdote".
Su vertiente de activista no tenía tampoco otra finalidad que la de procurar desde la base luchar por un mundo mejor y más justo que favoreciera a aquellos que la sociedad deja al margen en su vulnerabilidad. Era la única política que le importaba: la lucha por un mundo mejor, desde abajo.
"Cuando se acercaba Navidad, pedía permiso en las prisiones para hacer una foto a todos los que tenían madre y mandársela a ellas"
Padre Manuel, te has encontrado ya con tantos amigos que hemos vivido junto a nuestros hermanos más vulnerables -Sor Genoveva, el Germà Adrià el Padre Paco...- y ahora os habéis ganado ese cielo que cada año vivíamos como consigna junto a los artistas que también te habrás encontrado... "Guanyat el cel, amb el Pare Manel". Todo el mundo esperaba que cada año se celebrara ese festival para financiar la "Fundación Pare Manel" y en donde actuaban grandes personalidades del mundo artístico. También los promotores - Fablià y Rubianes - "se ganaron ya el cielo" como tú, y te los habrás encontrado.
Esperadme, que allá quiero estar también yo... ¡Cuando me toque!