"Tras las muecas y los alardes bíblicos, se esconde un Dios Todopoderoso. Es el Dios Dinero. Y Trump es su Mesías" Lo religioso en Trump, el Mesías del Dios Dinero

Trump y la Biblia
Trump y la Biblia

"Cabría preguntarse si cuando hablamos de trumpismo, hablamos de un movimiento político o más bien de un movimiento religioso"

"Esa 'Revolución del sentido común' que ha vuelto a anunciar Trump también en Davos es antes religiosa que política"

"Trump, con la Iglesia se ha topado. No es casualidad que las primeras polémicas fuertes de este mandato hayan sido con la obispa Budde y con Francisco, que empleó el término “desgracia” para calificar los planes de deportación masiva de Trump"

"Si esa religión directa entre Dios y pueblo, que ya ha provocado un cisma no declarado en la Iglesia de Estados Unidos, se propagara por Occidente, ¿qué quedaría de la Iglesia?"

Desde el día en que comenzó la Edad de Oro –no la de Saturno, sino la de Trump– se han escrito montones de análisis políticos, pero muy poquitos en clave religiosa. La gran Maruja Torres notó el pasotón de santurronería con afilado gracejo: “Estoy de God hasta el mismísimo repollo”. Ahora más en serio, cabría preguntarse si cuando hablamos de trumpismo, hablamos de un movimiento político o más bien de un movimiento religioso.

Las distintas ceremonias del día 20 –la misa católica matinal, la investidura oficial de la rotonda del Capitolio y la popular del Capital One Arena– dilucidaron que la Religión Americana sigue más viva que nunca. “A nuestra nación, desde 1800 hasta ahora, nunca le han faltado religiones nuevas. Ninguna otra nación occidental nos iguala en obsesión religiosa”, escribía Harold Bloom en 1992.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Trump y la religión

Esa “Revolución del sentido común” que ha vuelto a anunciar Trump también en Davos es antes religiosa que política. Partamos de lo más evidente, del discurso –o sermón– en el Capitolio, donde Trump lo volvió a decir: “Me salvó Dios para hacer grande a América”. No es hipérbole: sus secuaces se creen en serio que de aquella bala disparada en el mitin de Butler, Pensilvania, el 13 de julio a las 6:11 lo salvó Efesios 6:11 (“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”). “Mirad lo que ha hecho Dios”, dijo Trump.

Dios había arrasado, lo que requería una celebración con una liturgia especial. Concelebraron el obispo católico de Nueva York, el hijo de Billy Graham –el evangelista más importante del S. XX–, un reverendo negro que de joven había formado parte de una gang, más un rabino ultraortodoxo. (Nótese que no asistió ningún representante del Islam). En esa reverenda merienda de credos, Trump se elevó a una condición semidivina. Se cumplía así otra previsión de Harold Bloom: “La Religión Americana, una mezcla de antiguas herejías y acentos decimonónicos, avanza hacia el siglo XXI con un triunfalismo inmoderado, fácilmente convertible en nuestros caprichos políticos”. Biblia a cascoporro, aunque luego Trump no jurara con la mano puesta en ella.

Los líderes populistas, desde Berlusconi –“Ungido por el Señor”– hasta Trump, pasando por Putin, establecen una relación directa entre la divinidad y el pueblo, mediada solamente por sus cuerpos. A esos líderes les encantaría que la desintermediación que han logrado políticamente operara también en lo religioso. Sin embargo, Trump, con la Iglesia se ha topado. No es casualidad que las primeras polémicas fuertes de este mandato hayan sido con la obispa Budde y con Francisco, que empleó el término “desgracia” para calificar los planes de deportación masiva de Trump. Además, Francisco no soporta la instrumentalización de la religión: “¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!”.

Hay mucha preocupación en el Vaticano. En un editorial del L'Osservatore Romano se leía: “Los Estados ‘Desunidos’ de América serían un grave peligro para un mundo ya desgarrado y resquebrajado”. ¿Cambiará tanto la relación entre Vaticano y EE.UU? Según Robert Gorelik, ex jefe del centro de la CIA de Italia, “cambiará el tono, que será más conflictivo, pero no cambiará mucho con la llegada de Trump”. Habrá una comunión de intereses en varios asuntos: Ucrania, Oriente Medio, aborto y teoría gender. Ahora bien, cabe pensar que a la Iglesia de Francisco, aparte de la crueldad con los migrantes, hay dos cuestiones de fondo que la inquietan sobre manera.

Francisco y Trump

La primera es ritual. Trump es el Pontífice Máximo de la Nueva Religión Americana. Como Berlusconi, un perseguido, un mártir de la Justicia; clementísimo con los mayores pecadores democráticos; primer presidente en guiar la Marcha antiabortista por la Vida. Si esa religión directa entre Dios y pueblo, que ya ha provocado un cisma no declarado en la Iglesia de Estados Unidos, se propagara por Occidente, ¿qué quedaría de la Iglesia? En el laboratorio Italia, la Iglesia vuelve a moverse políticamente: batalla en campo laico contra la desintermediación que la abocaría a una irrelevancia aún mayor que la actual.

La segunda es dogmática. La Nueva Religión Americana, ese abuso de God que nos tiene 'hasta el mismísimo repollo', es puro señuelo. Tras ese múltiple contrato firmado ante el pueblo en el Capitol One Arena por Trump –cuánto recuerda al que Berlusconi firmara con los italianos en la tertulia televisiva de Bruno Vespa– late una religión verdadera. Tras las muecas y los alardes bíblicos, se esconde un Dios Todopoderoso. Es el Dios Dinero. Y Trump es su Mesías. Y Musk, Bezos, Altman, Zuckerberg etc., sus apóstoles.

La verdadera fe de Trump no es la de God en el Capitolio, sino la del dinero en Davos. El “destino glorioso” que promete Trump no pasa tanto por la coartada que ofrecen los textos de las Sagradas Escrituras sino más bien por los 59,99$ a los que las vende en godblesstheusabible. Atentos los devotos a la fe trumpiana, pues esas biblias las venden también a 15$ en cuatro cómodos plazos. Atentos todo el resto, no tanto a God, sino al capitalismo más diabólico.

*Profesor de español residente en Roma.

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