"Desperdiciamos el tesoro de nuestra vida en discusiones, pleitos y vanidades" El rostro de Jesús en los corazones de bien
"Si los deseos de nuestro corazón son rectos y conforme al querer de Dios, significa que la sabiduría divina nos va conduciendo en nuestro proceder"
"Nosotros desperdiciamos el tesoro de nuestra vida en discusiones, pleitos y vanidades de quien será el más importante"
"Lo importante es que le Reino de Dios vaya siendo fecundo y que la gracia de Dios como vida misma se siga manteniendo en todas nuestras obras"
"Lo importante es que le Reino de Dios vaya siendo fecundo y que la gracia de Dios como vida misma se siga manteniendo en todas nuestras obras"
| Fr. Alfredo Quintero Campoy OdeM
Este domingo 25 del tiempo ordinario, la liturgia de la palabra nos sigue clarificando la medida de cómo abraza la cruz Nuestro Señor y como invita cada uno de nosotros a abrazar nuestra propia cruz.
Lo primero que se pone de manifiesto en esta forma de vivir nuestro bautismo y de seguir a Jesús, es ver al corazón y reconocer cuales son nuestros deseos que van definiendo nuestra conducta de vida.
Si los deseos de nuestro corazón son rectos y conforme al querer de Dios, significa que la sabiduría divina nos va conduciendo en nuestro proceder. Pero si nuestras ambiciones son desordenadas, sin respetar la vida y propiedad del prójimo podemos entonces ser instrumentos de guerras, divisiones y mucho desorden, con una carencia verdadera de la paz que da el Espíritu de Dios.
Entonces probamos en estas circunstancias la desesperación, la inquietud, dominados por la perturbación y la ansiedad, lejos de una profunda y plena felicidad.
Jesús pone el ejemplo de los niños, que, aunque estos se puedan equivocar, los caracteriza la inocencia y buena intención. Hacen las cosas con transparencia y se comunican con la inocencia confiada de transmitir la verdad.
Cuando nuestras ambiciones están fuera de respetar a toda persona, no nos importa que podemos herir o que podemos lastimar, sino que lo más importante son nuestros objetivos egoístas, de placer y de poder. Jesús nos da una alternativa sólida, correcta y edificante que siempre producirá sus buenos frutos.
Esta alternativa es la realización del servicio que se vive con una entrega tan generosa que no importa ser primero, sino que toma conciencia que en el servicio hay disposición de ponerse a lo último con tal de que a quienes nos vemos llamados a servir se vean atendidos en su totalidad. Así le pasa a Jesús: El Hijo del hombre n tiene ni donde recostar la cabeza.
Esto lo muestran los pasajes de los evangelios en la multiplicación de los panes o cuando bajan de la barca a la otra orilla del mar de Galilea, cuando se dirigen a descansar y cuando Jesús ve que la multitud que lo sigue lo espera en esos lugares distantes y que andan como ovejas sin pastor, Jesús siente compasión y se pone no sólo a enseñarles sino a sanarlos y alimentarlos, invitándoles a sentarse en el pasto fresco y reconfortante.
Nosotros desperdiciamos el tesoro de nuestra vida en discusiones, pleitos y vanidades de quien será el más importante. Y si no nos dan el reconocimiento los otros no hacemos las cosas. Muchas veces actuamos como los fariseos para que nos vean.
Nos falta muchas veces autenticidad de vida cristiana, donde estamos llamados actuar en la discreción y humildad, teniendo la convicción de que Dios lo ve todo y a Él no escapa nada de su mirada. Este es el camino de la santidad que nos marca Jesús. Es decir, tenemos que entender como bautizados que nuestra autenticidad es actuar sabiendo que Dios lo ve todo y que nuestra misión la tenemos que realizar buscando hacer lo que Dios nos confía.
Si las personas no agradecen, no reconocen; eso no es lo más importante, lo importante es que el Reino de Dios vaya cobrando fuerza y figura; es decir, que la gracia de Dios vaya fecundando nuestras buenas obras hasta que estas den frutos, aun cuando nuestro tiempo primero de la siembra haya pasado y les toque a otros el tiempo del cultivo del crecimiento y, a otros el tiempo de la cosecha.
La sangre de nuestros padres pasa de generación en generación por encima de dificultades, pleitos, ambiciones, pero junto con esa vida en la misma sangre: ¿Cuál es la voluntad de los padres para los hijos en su futuro de vida para vivir bien? Eso mismo pide Jesús a sus discípulos que superen la vanidad de pretender estar por encima de los demás olvidando el servicio humilde, transparente y bien intencionado de dar vida en nuestra forma de actuar y vivir con los demás.
Hay quienes matan la vida y la unidad cuando pretenden ser ellos únicamente y tratan de quitar del camino al que cuestiona su falsedad y chuecos procedimientos.
Las lecturas de este domingo nos invitan a guiarnos en la sabiduría de Dios para ser morada trinitaria como es nuestra propia vocación de bautizados ya que nacimos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en nuestro bautismo.
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