Sed siempre agradecidos
El agradecimiento nos puede conducir por la senda de la felicidad. Dice un refrán popular que «es de bien nacidos ser agradecidos». Y es verdad. La valía de cualquier ser humano no se mide por el nivel de sus conocimientos, ni por la cantidad de dinero que tenga en el banco, sino que se comprueba por las actitudes que mantiene ante la vida y su comportamiento hacia los demás. Una de las más importantes es el agradecimiento.
Una persona agradecida desarrolla un tono existencial propenso siempre a la alegría, al placer de vivir, a compartir con los demás lo que es y lo que posee, a sentir admiración ante lo que le sucede cada día.
Se muestra siempre receptiva ante las sorpresas que le esperan a la vuelta de la esquina, a recibir con gozo los pequeños regalos que le ofrece la existencia y que, a tantos otros, nos pasan desapercibidos: dejarnos impresionar por cada nuevo amanecer, recibir con gratitud el periódico que nos ofrece gratuitamente la chica a la entrada del Metro, mostrar satisfacción ante un regalo inesperado, sentir que somos unos privilegiados al sentarnos a la mesa tres veces al día…
Muchas veces damos por sentado que la gente tiene como obligación el acompañarnos y escucharnos atentos cuando estamos pasando por un mal momento. Y no es así. Porque si algún amigo nos dedica su tiempo, su preocupación, su afecto no es por un compromiso que tenga con nosotros, sino por pura generosidad. O si alguien nos obsequia con un abrazo inesperado, no es porque pretenda hacernos la pelota, sino porque nos quiere, así, sencillamente.
Todo lo que nos deslumbre ante una cotidianidad que, muchas veces, se nos convierte en un gris oscuro, es un regalo para despertar nuestra dicha interior, para sacarnos de nuestra mediocridad y que surja en nuestro corazón una acción de gracias espontánea.
En estos tiempos tan duros de crisis económica, social, tanto a escala nacional como mundial, resulta una bendición que alguien nos sonría, nos solicite una firma por una causa justa, nos invite a una cerveza o un café ante la alegría del reencuentro amistoso.
Cada uno de estos hechos y muchos más,que nos pasan desapercibidos en el día a día, es una llamada a pasar por la existencia siendo agradecidos.
Los medios de comunicación nos hablan siempre de los mismos temas, que van calando en nosotros, hasta hacernos ir cabizbajos, pensando en si me va a pasar a mí lo mismo que a mi vecino, que se ha quedado en el paro con tres hijos…
Estos hechos no deben resbalar por nuestro corazón, sino que deben entrar de lleno en nuestras entrañas. E intentar, en la medida de nuestras posibilidades, hacerlos frente. Aunque también ¡nos suceden tantas cosas hermosas sin darnos cuenta! Auténticos milagros cotidianos a los que no les damos importancia, cuando podrían hacernos renacer a una cotidianidad más bella y feliz. Solo debemos empezar por ser agradecidos ante lo aparentemente más nimio, hacia quienes nos acompañan cada día. Y así la vida adquirirá otro color, otro sentido, alumbrando otra manera de enfrentarnos a los problemas.
«Felices quienes celebran cada pequeño detalle que les regala la vida, que les ofrece un rayo de felicidad, que les deslumbra ante la gris cotidianidad».
(Espiritualidad para tiempos de crisis, Ed. Desclée)