CONSOLACIÓN
Detrás de mí, como una caracola
que me sonara a mar y a un sentimiento
de algo lejano traído por el viento,
una nube de ti vino en la sola
soledad, con que al despedirse inmola
la sangre de la tarde su momento
y se duerme de pronto el descontento
como la brisa acuna a la amapola.
Era un beso de fuego, una mirada,
la caricia sutil de una presencia,
una fuga del yo que se enamora,
un hueco de la luz desde la ausencia
que al sentirse vacía es liberada
si sabe que es el Todo sin ser Nada.
Pedro Miguel Lamet