Sinodalidad, clericalismo y sacerdotes casados. Una Sinodalidad donde "pocos son llamados y muchos los excluidos"

Una Sinodalidad donde pocos son los llamados y muchos los excluidos
Una Sinodalidad donde pocos son los llamados y muchos los excluidos

La sinodalidad puede llegar a ser una gran herramienta de participación social, una concreción del vaticano II o la mera repetición de antiguas formas que solo buscan afianzar la misma institucionalidad de siempre

Urge una profunda conversión del actual modelo clerical anacrónico y deshumanizante. La sinodalidad ha prometido un camino de participación de todo el Pueblo de Dios para lograr cambios.

La razón principal del Celibato obligatorio es excluir a la mujer. Esto proviene de una antropología cultural pasada que la misma Iglesia ha superado en otros planos, pero que en este se aferra con un sesgo difícil de superar. La mujer no podía ser la esposa de un sacerdote porque era considerada un ser “impuro” y problemático, que alteraría seriamente el modus vivendi del clero activo.

El clericalismo constituye una obstrucción estructural para el Evangelio.... suele ser una deformación de todas las religiones a lo largo de la historia. La apropiación de la experiencia de Dios por un grupo de “especialistas”, en sutil beneficio propio, es un hecho recurrente.

El mismo Jesús fue víctima del clericalismo. Su prédica del Reino de los Cielos chocó con el establishment religioso de la época que finalmente hizo que lo crucificaran.

Los sacerdotes casados son piedra que han desechado los arquitectos del clericalismo y que pueden llegar a ser piedra angular de la etapa sinodal. Son el profetismo molesto de una iglesia fosilizada en intereses humanos disfrazados de renunciamientos sagrados a lo largo del tiempo.

La participación del Pueblo de Dios es inherente al cristianismo. “ya no los llamo siervos, sino amigos”, entre vosotros no ha de ser así… Sin sinodalidad, la iglesia va rumbo a una pintoresca y reducida secta clericalista. El primer Concilio de los Apóstoles fue para que la iglesia no fuera una secta judía más. Hoy la sinodalidad plantea el mismo desafío frente al clericalismo.

La sinodalidad puede llegar a ser una gran herramienta de participación social, una concreción del Vaticano II o la mera repetición de antiguas formas que solo buscan afianzar la misma institucionalidad de siempre. Una hierocracia que imita a a esas democracias amañadas por gobiernos dictatoriales que de vez en cuando convocan “elecciones” para legitimarse pero que nadie se cree porque los resultados ya están manipulados de antemano.

El viaje de tus sueños, con RD

Clericalismo
Clericalismo

Si bien el Papa Francisco ha criticado, como los papas anteriores, el clericalismo y ha hablado de “invertir” la pirámide eclesial por una organización más participativa y de servicio, esto puede quedarse en poesía si no se toca el actual modelo clerical y no se abordan los signos de los tiempos que expresa el Pueblo de Dios.

El vacío de los templos son un simbólico llamado de atención. Tiene muchas causas, pero las más importantes son de origen interno, endogámicas: a la institución no le interesa el mundo, ni "sus gozos y esperanzas" (GS1), vive sumida en un narcisismo clericalista y en una huida hacia un falso y cobarde interiorismo.

Si a esto le sumamos el abuso de poder y la pederastia, que a duras penas va reconociendo solo por la presión mediática, cuyas consecuencias no se quieren reparar y sus causas no se quieren mirar. Tenemos un combo difícil que no se resuelve con excomuniones ni huidas misticistas.

El clericalismo constituye una obstrucción estructural para el Evangelio. Sin embargo, no creo que haya que pensar que los clérigos actuales son unos malvados conspiradores. El fenómeno del clericalismo, suele ser una deformación de todas las religiones a lo largo de la historia. La apropiación de la experiencia de Dios por un grupo de “especialistas”, en sutil beneficio propio, es un hecho recurrente. No hay nada que haga el ser humano que no requiera conversión permanente. Mucho más cuando se trata de hablar de Dios, que siempre es un Amor más grande de lo que nos podamos imaginar o encerrar en templos, doctrinas, morales y derechos canónicos.

El mismo Jesús fue víctima del clericalismo. Su prédica del Reino de los Cielos chocó con el establishment religioso de la época, fosilizado en una casta con poderosas influencias, incluso para amenazar al gobernador romano para que lo crucificase.

Clericalismo

El Hijo de Dios, que vino a traernos algo más grande que una religión, respetaba y practicaba aquella en la que había crecido, pero distinguía sus deformaciones por los “profesionales” de lo sagrado, abocados a consolidar su poder en la sociedad, mediante amenazas de "condenas eternas" y regulaciones hipócritas de su puño y letra "muy temporales".

Urge una profunda conversión del actual modelo clerical anacrónico y deshumanizante. La sinodalidad ha prometido un camino de participación de todo el Pueblo de Dios para lograr cambios. Pero lo que comenzó siendo fuente de esperanza, poco a poco va reduciéndose a una quimera de la misma elite y con los “piadosos” temas de siempre, que no hincan el diente en la carne de la realidad que vive la gente. Apartar del temario todos los temas “conflictivos” es vaciar la sinodalidad y la misma fe para quedarse apoltronado en una religiosidad burguesa de prácticas que tranquilizan falsamente la conciencia.

Una iglesia creíble es la que está donde se necesita, como hospital de campaña generando obras para y con los pobres y excluidos. Si el tema son las víctimas de todo tipo, es la vivienda, el trabajo esclavo, la neocolonización de los países pobres, la drogadicción de los jóvenes, la multitud de ancianos, las minorías heridas, el creciente número de suicidios, los inmigrantes sin protección ni integración, el clero excluido, etc. Allí ha de estar promoviendo obras y no solo palabras que romantizan la pobreza e incontables reuniones para marear la perdiz. Su tarea es convocar a todos y unirse a los que ya trabajan en estos temas, “aunque no sean de los nuestros”(Mc 9,38) mostrando una esperanza real en el Reino de Dios.

Clericalismo y exclusión de la mujer

Por más que trate de ocultarlo, uno de los temas principales en la iglesia, es qué hacer con la multitud de sacerdotes casados y sus esposas e hijos. Como en muchas áreas, la iglesia no se hace cargo de sus víctimas.

La razón principal del Celibato obligatorio es excluir a la mujer. Esto proviene de una antropología cultural pasada que la misma Iglesia ha superado en otros planos, pero que en este se aferra con un sesgo difícil de superar. La mujer no podía ser la esposa de un sacerdote porque era considerada un ser “impuro” y problemático, que alteraría seriamente el modus vivendi del clero activo, con consecuencias afectivas, políticas y económicas.

En el catolicismo romano, porque hay otros que no son “romanos” (23 iglesias orientales y una occidental), existe un requisito que es la puerta a la clericatura y que no es el Orden Sagrado: es el celibato obligatorio. El mismo, que no es de origen evangélico, es un reaseguro de la ideología clerical en este catolicismo. Asegura que ninguna mujer puede entrar oficialmente en esta casta de hombres “sagrados” que “mandan”.

De este modo, se le impone en la práctica, al clérigo, una amputación de su condición de varón para que se “parezca” a los ángeles, que como todos sabemos carecen de sexo, por ser seres de naturaleza exclusivamente espiritual.

Por eso, antes de plantearse cualquier incorporación “oficial” a la estructura eclesial, pedir para las mujeres el sacramento del orden u otras participaciones, hay que considerar que existe una barrera sellada a cal y canto que es que la mujer no puede ser la esposa de un sacerdote. Ella es considerada un ser “impuro” y problemático, que alteraría seriamente el modus vivendi del clero actual. Pretender una mayor participación de la mujer sin considerar este impedimento esencial, es una ilusión sin ninguna posibilidad.

Celibato
Celibato

De un sacerdote puede tolerarse y esconderse cualquier cosa. Que tenga doble vida, que lleve un estilo ostentoso de vida, que haya practicado abusos y pederastias, etc. Pero lo que no se le admite bajo ningún punto de vista es que esté “oficialmente” casado y pueda ejercer su ministerio. Es la línea roja del clericalismo.

Tener una familia real es para los laicos, bautizados de segunda clase, a los cuales además hay que subyugarlos con muchas prohibiciones morales maritales para vivir una familia cristiana exaltada ideológicamente por un lado, pero subestimada en los hechos por el otro.

Una ideología maniquea que atenta contra la dignidad del varón y la mujer, a los primeros por transformarlos en ángeles para ejercer su “superioridad sagrada” y a las mujeres por excluirlas del matrimonio con aquellos, por considerarlas “peligrosas”.

 Sacerdotes casados, profetas y puentes sinodales con el mundo real

El sacerdote casado, que no ha perdido, sino que ha acrecentado su fe a pesar del escarmiento del establishment clerical, constituye una bisagra indispensable con el mundo real y los signos de los tiempos. Su formación cultural, filosófica y teológica, unida a la experiencia de Dios y de conducción pastoral no ha quedado encerrada en las paredes de las sacristías autorreferenciales, sino que las vive en el trabajo y la familia, con un intercambio permanente y enriquecedor.

Además, la búsqueda de la subsistencia, que generalmente le es negada en la iglesia cuando toma la decisión de casarse, sumado a la difícil consolidación de la pareja y la educación de adolescentes en el mundo actual, hacen de él un capital humano único. No son pocos, son un cuarto de los sacerdotes ordenados (hablamos de 100.000 seres humanos). Pero se los ningunea como ningún otro colectivo.

También sabemos y los obispos también suelen conocerlo, el gran número de clérigos que llevan una doble vida porque la institución se las ha ingeniado para que no puedan sobrevivir fuera de ella. Extorsionados de por vida, ¿qué pueden aportar de sincero a la evangelización? Los que permanecen solitarios no pocas veces caen en lo patológico y delictual.

Sin embargo, el código de silencio, rechazo y miedo que hay hacia los curas casados, impide que colaboren activamente en la reflexión y la pastoral. La iglesia los ha “cancelado”, así como ha inventado prematuramente la ideología de género al someter a los sacerdotes al angélico celibato obligatorio que contradice la naturaleza creada y que tantas veces acaba en abusos demoníacos. Lo peor es que ha catequizado a muchos fieles en la identificación del sacramento del Orden con el celibato obligatorio, para estigmatizarlos aún más.

Espero incluso, que algún día ocupe la cátedra de Pedro un sacerdote casado, pero no “por izquierda” como tantos de la edad media y el renacimiento, sino como el servicio a la unidad eclesial de un matrimonio cristiano. Un Pedro como el original, que era casado como la mayoría de los Apóstoles, como consta en el Evangelio del Señor, no en el derecho canónico de los clérigos.

Celibato opcional
Celibato opcional

Los sacerdotes casados son la piedra que han desechado los arquitectos del clericalismo y que pueden llegar a ser piedra angular de la etapa sinodal. Son el profetismo molesto de una iglesia anclada en intereses humanos disfrazados de sagrados a lo largo del tiempo. Depende de los actuales pastores abrir paso a esta acción del Espíritu Santo para insertarnos en el Poliedro de los nuevos tiempos.

Volver arriba