Una noticia mala y una buena
| Gabriel Mª Otalora
El Tribunal Supremo ha ratificado la condena al Partido Popular por corrupción al financiar su sede central con dinero de la famosa “caja b”. Y ya son tres condenas al mencionado partido, hasta ahora el único del arco político que lo ha sido por corrupción. Esta es la mala noticia, la que desprestigia el noble afán de gestionar la vida pública desde el marco democrático… A lo que hay que añadir de seguido que apenas se deriven consecuencias penales ni tampoco políticas; y me temo que la repercusión mediática no esté a la altura del fallo judicial en firme contra el que hoy es el principal partido de la oposición. Urge dignificar la política porque nos jugamos nuestro modelo social en ello.
La buena noticia gira en torno a la VIII edición de la Jornada Mundial de los Pobres. El domingo 17 de noviembre vuelve la iniciativa anual que tuvo el Papa Francisco (2017) en clave de una Iglesia en salida para acoger y aliviar la pobreza en sus múltiples manifestaciones.Con el lema "La oración de los pobres se eleva a Dios", Francisco invita a almorzar este domingo en el Vaticano a 1.300 personas excluidas, inmigrantes y discapacitados en situación de abandono. Un lema entresacado del Eclesiastés en el que asegura que "el juicio de Dios será a favor de los pobres".
El almuerzo será amenizado con una orquesta, pero antes, vendrá precedido por la misa en la Basílica de San Pedro y la bendición simbólica de 13 llaves que representan a los 13 países en los que está presente el proyecto Famvin Homeless Alliance (FHA). Se trata de construir viviendas para personas desfavorecidas en 13 países. Al finalizar el almuerzo se les entregará a todos los comensales una mochila ofrecida por la congregación de S. Vicente de Paúl con alimentos y productos de higiene personal. Un nuevo gesto del Papa que reitera al mundo que el lugar privilegiado para Dios es cada persona sufridora de cualquier pobreza. Dios atento y cercano a cada ser humano nos pide también que escuchemos el clamor de las personas más necesitadas.
La iniciativa papal que comenzó en 2017, cuenta con el añadido de que otras 2.500 personas pobres están invitadas a comer en diferentes seminarios y colegios católicos romanos. La solidaridad es contagiosa; esta creo yo que es la mejor noticia, más allá del gesto puntual muy significativo, porque esponja los corazones y abre los bolsillos a compartir en escenarios todavía no suficientemente frecuentes.
Y no es menos llamativa la petición de Francisco al pedir a los párrocos y a los superiores de las órdenes religiosas que abran las puertas de las propiedades que tengan vacías para acoger a personas sin hogar y a los grupos vulnerables de la sociedad que estén en riesgo de perder la casa por impagos de la hipoteca en vísperas del Jubileo de la Esperanza, que arrancará el próximo 24 de diciembre.
Todo este montaje en torno a los pobres ha provocado que se tilde a los católicos de comunistas en cuanto se asoman “demasiado” a paliar la precariedad, aunque sea con signos de solidaridad tan sonoros como hacerlo en el mismísimo Vaticano. A veces dentro de nuestra propia Iglesia. Francisco lo ha lamentado en público mientras denuncia la falta de apoyo a las personas sin hogar y el desperdicio de alimentos en las ciudades.
“Los pobres no pueden ser un número, un problema o, peor aún, un descarte. Son nuestros hermanos, carne de nuestra carne”. Para él, la cuestión de la pobreza es una cuestión de “urgencia eclesial” por falta de suficiente cercanía para compartir el sufrimiento y el estigma de la pobreza y marginalidad. Y todo ello en medio de una profunda desigualdad creciente en las ciudades importantes europeas, como es el caso de la misma Roma.
Francisco destacaque la pobreza no puede ser un dato estadístico, ya que son los rostros y las historias de nuestros hermanos las que nos deben interpelar para ponernos en camino solidariodescubriendo enestas personas el rostro de Cristo que se interpone en nuestro camino con la mirada de amor que llena su mensaje. “La Iglesia está llamada a asumir un estilo que ponga en el centro a quienes están marcados por las distintas pobrezas, ha subrayado Francisco.
Una mala noticia por el desprestigio que supone para la política, y una buena noticia por lo que de señal transformadora tienen las iniciativas solidarias cristianas en el corazón poco sensible del Primer Mundo.