"Ojalá, quienes pretenden hablarnos sobre el futuro, dediquen tiempo para analizar el pasado" Visión estratégica versus grotescos profetas de ignorancias
"Sobre el futuro sé lo mismo que todos, incluidos los intrépidos tertulianos de baladís programas televisivos y radiofónicos. Dicho esto, soy profundo convencido de la relevancia del diseño estratégico"
En las últimas semanas he asistido a la presentación de varios estudios, cada uno divergente del otro, sobre cómo será el mundo o España en particular dentro de unas décadas"
"En el primero de los casos, pasé vergüenza ajena. En el segundo, el ponente cometió crasos deslices sobre datos de la llegada de los españoles América"
"Me permití al día siguiente, con el máximo respeto escribirle proporcionándole datos para que en el futuro no repitiese tan gruesos yerros. Provoqué su furia"
"¡Vivan, pues, quienes se engolfan con profundidad en la prospección estratégica y Dios nos aleje de quienes el día en que se repartieron los cerebros se entretuvieron en la cola de las chuches!"
"En el primero de los casos, pasé vergüenza ajena. En el segundo, el ponente cometió crasos deslices sobre datos de la llegada de los españoles América"
"Me permití al día siguiente, con el máximo respeto escribirle proporcionándole datos para que en el futuro no repitiese tan gruesos yerros. Provoqué su furia"
"¡Vivan, pues, quienes se engolfan con profundidad en la prospección estratégica y Dios nos aleje de quienes el día en que se repartieron los cerebros se entretuvieron en la cola de las chuches!"
"¡Vivan, pues, quienes se engolfan con profundidad en la prospección estratégica y Dios nos aleje de quienes el día en que se repartieron los cerebros se entretuvieron en la cola de las chuches!"
Debo aclarar desde el principio que sobre el futuro sé lo mismo que todos, incluidos los intrépidos (más bien, nescientes) tertulianos de baladís programas televisivos y radiofónicos: ¡nada! Se ha expresado con profundidad teológica y ontológica que si alguien desea hacer reír a Dios le basta con diseñar planes.
Dicho esto, soy profundo convencido de la relevancia del diseño estratégico. Yo mismo coordiné y escribí un libro para la editorial Ariel con Patricio Morcillo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid. Llevó por título Nuevas claves para la dirección estratégica. Participaron los mayores expertos en la materia en aquel momento en España. Hoy en día, entre los más rigurosos analistas del futuro, puede mencionarse a Marcos Urarte, Ignacio de la Torre, o Fernando Moroy.
Frente a la sensatez y la seriedad con las que deben afrontarse estos desafíos, surgen periódicamente personajes dignos quizá de causas circensesque, con patológica bobería, como si dispusieran de una bola de cristal, se atreven a profetizar cómo será el mundo en 2030 o en 2050.
En las últimas semanas he asistido a la presentación de varios estudios, cada uno divergente del otro, sobre cómo será el mundo o España en particular dentro de unas décadas.
En el primero de los casos, pasé vergüenza ajena, pues quien realizaba la pomposa exposición ha sido denunciado como un roba tesis, además de haber manifestado de múltiples maneras su consistente ignorancia. Quien sobrevive a base de movimientos tactistas, ayunos de una mínima referencia ética, carece de legitimidad para hablar sobre el futuro. Solo su desmedida vanagloria puede explicar tamaña gansada.
En otro caso, el principal ponente, con meloso tono de voz y gesticulación de osito de peluche bondadoso, describió con aplastante convicción el devenir del planeta para los próximos años desde múltiples puntos de vista, no solo económicos, sino fundamentalmente, pues es su profesión, sociológicos.
En su presentación cometió crasos deslices sobre datos de la llegada de los españoles América. Teniendo en cuenta que llevo dos años preparando una investigación en la que comparo el management de incas, mayas, aztecas y españoles, me permití al día siguiente, con el máximo respeto escribirle, proporcionándole datos para que en el futuro no repitiese tan gruesos yerros que deslegitiman el resto de sus planteamientos.
A pesar de la diferencia horaria, no habían transcurrido cinco minutos cuando respondió de forma airada, agresiva, negando la mayor. Opté por abandonar el infructuoso diálogo, porque si su protervia le impedía aceptar hechos descritos por testigos presenciales, ¿qué esperar -me pregunté- de quien se presenta como chamán descriptor de lo que nos espera, si con vehemencia rechaza el conocimiento acendrado de quienes vivieron y escribieron a comienzos del siglo XVI? Las vaharadas de soberbia necesariamente enturbian la vista.
Ojalá, quienes pretenden hablarnos sobre el futuro, dediquen tiempo para analizar el pasado, trampolín imprescindible para realizar aportaciones mínimamente creíbles ¡Vivan, pues, quienes se engolfan con profundidad en la prospección estratégica y Dios nos aleje de quienes el día en que se repartieron los cerebros se entretuvieron en la cola de las chuches!
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