A las cinco, en la catedral

Pocas veces mis reflexiones tienen el carácter que tiene la de hoy: una cita para una convocatoria. Deseo pedir, a todas las personas que puedan, que se sumen este domingo a un acto eucarístico en la Catedral de Tarragona a las 5 de la tarde, una hora antes de comenzar la Misa y posterior procesión del Corpus Christi. La feliz iniciativa es una propuesta, aprobada ya por Benedicto XVI, que se inscribe en el calendario del Año de la Fe, que incluía, en el día del Corpus Christi, un particular momento de adoración eucarística presidida por el Papa en comunión con todos los pastores del mundo.

En razón del vínculo entre fe y eucaristía, el papa Francisco presidirá un acto de adoración en la basílica de San Pedro del Vaticano a la misma hora. Pero no estará solo con quienes acudan a dicho acto, sino que se verá espiritualmente acompañado por todos cuantos acudan a las catedrales y a las parroquias y comunidades religiosas esparcidas por toda la tierra, a hacer una hora de oración ante el Santísimo. En las catedrales presidirá el obispo de cada lugar.

De este modo se visualizará un gesto de comunión espiritual por encima de culturas y fronteras. Los fieles se reunirán en todas las catedrales, en parroquias y comunidades religiosas, para hacer estos momentos de adoración eucarística simultáneamente con el Papa, y guiándonos por la hora local de Roma de las cinco de la tarde, que en el caso de Tarragona coincide con nuestra hora.

La adoración es una necesidad del espíritu
. Generalmente, cuando deseamos reafirmar nuestro yo, exigir nuestros derechos, nos ponemos de pie y levantamos la voz. En la adoración en cambio, nos postramos ante el que confesamos que es infinitamente mayor que nosotros, aunque sea a la vez tan cercano, y practicamos el silencio, total o parcialmente. Hablamos con el corazón y ponemos en manos de Dios nuestras alegrías y tristezas, nuestros amores, temores y propósitos, junto a tantas peticiones. Es un momento de paz.

Cuando estemos reunidos este domingo, y mientras adoremos a Jesucristo en la hostia santa, rezaremos muy unidos al papa Francisco, para que Dios le asista en el gobierno de la Iglesia universal. Y tendremos muy en la memoria a un querido antecesor suyo, Juan XXIII, de quien el lunes, 3 de junio, se cumplen los 50 años de su fallecimiento. Siempre fue un Papa muy próximo a la gente y el mundo lloró en su despedida. Su pontificado queda para la historia asociado a la convocatoria del Concilio Vaticano II y a muchas anécdotas que reflejan su carácter sencillo y su bondad.

Estando en misión diplomática en Estambul, confiesa que, aparte de sus muchos compromisos y de hacer esfuerzos por aprender el turco, buscaba siempre momentos para la adoración eucarística. Al fin se obligó los jueves de diez a doce de la noche.

Nosotros la haremos este domingo, no a una hora tan avanzada, sino a las cinco de la tarde. Confío en que seamos muchos quienes adoremos en esta hora al Señor, en unión con el Papa y toda la Iglesia.

† Jaume Pujol Balcells

Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado
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