Pere Ortega, director del Centre Delàs d’Estudis per la Pau “El aumento del presupuesto de Defensa para el 2021 no nos traerá seguridad”
“Es hora de reconsiderar el gasto militar y hacer frente a los peligros y amenazas reales que afectan a la población”
“Es una mala noticia que en medio de la crisis sanitaria todavía se destinen tantos recursos para la adquisición de armamento”
"Los 7.000 militares, como máximo, que iban por todo el país durante las primeras semanas de la pandemia no son nada en comparación con los 550.000 sanitarios"
“Si en los países enriquecidos no cambiamos nuestro sistema de vida, el colapso planetario será inevitable”
"Los 7.000 militares, como máximo, que iban por todo el país durante las primeras semanas de la pandemia no son nada en comparación con los 550.000 sanitarios"
“Si en los países enriquecidos no cambiamos nuestro sistema de vida, el colapso planetario será inevitable”
| Santiago Gorgas
A finales de la década de 1980 Justícia y Pau creó una comisión para desarrollar la Campaña Contra el Comercio de Armas en Barcelona. El grupo se consolidó y en el año 1999 pasó a convertirse en un centro de estudios que habría de vincular la investigación con la acción a través de diferentes campañas. El Centre d’Estudis per la Pau Josep Manuel Delàs tomaría el nombre de un exmilitar que en la última etapa de su vida decidió dedicarse, desde Justícia i Pau Girona, a la firme defensa de la paz y de los valores de la noviolencia. Veinte años más tarde, el Centre Delàs sigue trabajando a favor del desarme y denuncia un aumento excesivo en el presupuesto militar del Estado previsto para el año 2021.
El Gobierno de coalición entre PSOE y Unidos-Podemos ha presentado los nuevos presupuestos generales del Estado para su aprobación en el Congreso. La cifra llega a los 550.486 millones de euros, un 19,4% más que el del 2020. ¿Cuál es su valoración?
Desde el punto de vista global la valoración es positiva. Es una buena noticia que destinen muchos recursos, aunque sea endeudándose, para hacer inversiones sociales y crear puestos de trabajo. Por lo tanto, tenemos que celebrar que el Gobierno apueste por una policía social. Esto es también gracias a la inyección de millones de euros que la Unión Europea remitirá a España para hacer frente a la pandemia. Un presupuesto de los más progresistas que se han hecho en el Estado en los últimos años. Sin embargo, la parte negativa es el aumento del 6.3% para el Ministerio de Defensa. Si, además, le sumamos todas las partidas que están repartidas por otros ministerios, el presupuesto de Defensa sube un 9.5%. Es una mala noticia que, en medio de la crisis sanitaria que vivimos, todavía se destinen tantos recursos para la adquisición de armamento.
¿Cuáles son los aspectos que engrosan este presupuesto y de los cuales el Gobierno no habla?
No es que el Estado lo esconda. Pero dentro de este gasto se tienen que contar también las Clases Pasivas, como la Seguridad Social de los militares o las pensiones de guerra. En España todavía hay muchas personas que participaron en la Guerra Civil, y tanto las del bando republicano como las del nacional son beneficiarias de estas pensiones. La Guardia Civil también es un cuerpo militarizado, aunque a veces hace funciones que no son militares. Por otro lado, tenemos los créditos que se dan a las industrias militares para la fabricación de armas. Estos créditos se los da el Ministerio de Industria para fabricar las armas que el Ministerio de Defensa ha encargado. Eso sí que es un escondite. Por último, y muy importante, se tiene que mencionar la diferencia entre el presupuesto inicial que aprueba el Congreso de Diputados y el que realmente se gasta a final de año; es decir, la liquidación del presupuesto. Cada año se gastan 1.000 millones de euros por encima del presupuesto inicial. Si sumamos todas estas partidas, nos encontramos que el presupuesto real de 21.623 millones de euros representa un equivalente de 456 euros anual por habitante.
Un enorme dispendio que no se justifica con las amenazas militares, porque no se prevé ningún ataque exterior ni una guerra en la que España o la UE se puedan ver implicadas.
La propia directiva de defensa del ministerio menciona como principal amenaza el terrorismo. Si esta es la principal amenaza, entonces ni los submarinos ni los aviones de combate ni los helicópteros pueden hacer gran cosa. No estoy diciendo que no se puede hacer nada, para eso está el servicio de inteligencia. En España tenemos 120.000 militares que se entiende que podrían participar en la pacificación de algún conflicto internacional, pero resulta que en estos casos el Estado solo autoriza a 3.000. Unas fuerzas armadas sobredimensionadas con armamento que no se utiliza ni para intervenir en conflictos internacionales. Tal como está la situación geopolítica mundial, no es necesario un gran ejército. Es hora de reconsiderar el gasto militar y hacer frente a los peligros y amenazas reales que afectan a la población. Adquirimos unos armamentos que nos servirían para hacer frente a una invasión cuando en la UE no hay ninguna amenaza real de este tipo. Un gasto militar que solo favorece los intereses de los accionistas de las industrias militares.
"Como el Estado no sabe qué hacer con sus 120.000 militares, creó la Unidad Militar de Emergencias para hacer frente a situaciones de catástrofes nacionales, entre las cuales está la pandemia"
En las jornadas El pacifismo ante las violencias globales, celebradas con motivo del 20 aniversario del Centre Delàs, usted hizo énfasis en la militarización de las fronteras y la emergencia climática.
Los dos temas que también están en la Directiva de Defensa Nacional. De alguna manera los países enriquecidos tienen miedo de que con el cambio climático aparezcan muchos conflictos. El calentamiento planetario hará subir el nivel del mar y generará grandes cataclismos. Aumentarán las pandemias como el covid-19, que también es una consecuencia más de la falta de biodiversidad, la cual ha disminuido a causa de la tala masiva de masa forestal. Todo esto generará grandes sequías que afectarán sobre todo a los países más empobrecidos del sur, que tocarán a las puertas de los países enriquecidos. Se prevén conflictos, muchos de ellos armados, y la respuesta que se está preparando consiste en blindar las fronteras con barreras, muros y controles militares. El tema de las fronteras evidentemente que está relacionado con el cambio climático. Si en los países enriquecidos no cambiamos nuestro sistema de vida, el colapso planetario será inevitable. Es necesario un cambio en el modelo de producción, de distribución y de consumo. Los recursos fósiles y minerales no son renovables y se irán agotando. Algunos científicos vaticinan una situación de ecofascismo. Lo que significa que para salvaguardar los intereses ecológicos de una minoría podemos establecer gobiernos más autoritarios y menos democráticos. Éste es el mundo que se puede prever si no cambiamos las políticas.
¿Considera que el uso de un lenguaje bélico para referirse a la pandemia es una estrategia de miedo para justificar acciones de excepcionalidad?
Hay una parte de inconsciencia y otra premeditada. Recordemos las ruedas de prensa cuando llegó la pandemia, había más uniformes que civiles. Había un militar, un guardia civil, un guardia urbano, el ministro de sanidad y el portavoz. Se quería dar a entender que las fuerzas armadas ayudan en situaciones extremas como la pandemia. La realidad es que las fuerzas armadas no han sido creadas para combatir pandemias, ni incendios, ni tormentas. Como el Estado no sabe qué hacer con 120.000 militares, creó la Unidad Militar de Emergencias para hacer frente a situaciones de catástrofes nacionales, entre las cuales está la pandemia. Los 7.000 militares, como máximo, que iban por todo el país no son nada en comparación con los 550.000 sanitarios. Por lo tanto, había una actitud deliberada para hacer propaganda de que los militares también ayudan. Sería mucho más barato y efectivo que se crearan cuerpos civiles para emergencias. Porque los militares están educados para hacer la guerra, para combatir y utilizar armas; cosas que no son necesarias para hacer frente a una pandemia o catástrofe natural.
¿Los discursos racistas y de miedo forman parte de la justificación de la militarización de las fronteras?
Yo creo que el ejército es un cuerpo que, aparte de militarizado, educa en valores viriles de fortaleza, de valentía, valores patriarcales y machistas. Es lamentable que el gobierno utilice este tipo de lenguaje para ganar hegemonía cultural militar en la población española. Pero no lo hacen mal, aunque muchas personas lo criticamos, el ejército está muy bien valorado por las instituciones españolas; mejor considerado que los partidos políticos o que la Iglesia. Pero es simple propaganda del Estado para promover que la población española vea con buenos ojos las fuerzas armadas.
"España se ha convertido en el séptimo país exportador de armas. Vende 4.000 millones de euros de armas al exterior. Alimentamos conflictos y después no queremos acoger a los refugiados que huyen de aquellas guerras"
España es un país productor de armas. Su industria vende armas a países en guerra y, al mismo tiempo, abastece la militarización y los sistemas de seguridad para detener, en las fronteras, a las personas que han huido de aquellos países en guerra. Un negocio redondo.
España se ha convertido en el séptimo país exportador de armas. Vende 4.000 millones de euros de armas al exterior. Un 20% de todas estas exportaciones van a países empobrecidos. Pero también a países del Oriente Medio que están en guerra. Países que están implicados en los conflictos como el de Siria, el conflicto del Kurdistán o el de Yemen. También vendemos armas a Arabia Saudí y a Emiratos Árabes Unidos. Justamente en uno de estos países está refugiado, en este momento, el rey emérito Juan Carlos de Borbón. Por lo tanto, de alguna manera, si nosotros alimentamos estos conflictos somos también corresponsables de los millones de refugiados que aquello supone. Se tiene que recordar que Siria tiene más de 6 millones de refugiados en el exterior y que muchos de ellos han venido hacia Europa. Es decir, participamos en conflictos vendiendo armas y después no queremos acoger a los refugiados que huyen de aquellas guerras.
En el informe “Critica a la Razón del Presupuesto Militar” usted afirma que, si los 20.000 millones de euros anuales destinados a la seguridad militarizada se hubieran destinado a la economía social, al ámbito de la salud y a los servicios sociales, la ciudadanía se sentiría más segura.
Naciones Unidas siempre ha tenido muy buena voluntad ante las crisis que atraviesa el planeta, pero los Estados no hacen caso de sus informes. En 1994 en el Informe sobre el Desarrollo Humano, el PNUD creó un nuevo concepto que contraponía la seguridad militar con la seguridad humana. Decía que los Estados se preocupan mucho por la seguridad de sus territorios y de su población. Y para defender sus intereses tienen fuerzas militares y policiales potentes. En palabras mías: salvaguardar los intereses de las élites. Pero la población no tiene miedo de una invasión exterior. Tiene miedo de perder el trabajo o la pensión, miedo de perder la sanidad y educación públicas. Si no tienes trabajo ni vivienda, no tienes seguridad. De eso se trata la seguridad humana. Y también tener un medio ambiente sano. Dicen que la contaminación en Barcelona nos baja la esperanza de vida de cuatro o cinco años. A esto debería hacer frente el Estado. Por lo tanto, la propuesta que hacemos desde el Centre Delàs consiste en destinar a la seguridad humana los recursos que se destinan a la seguridad militar.
Etiquetas