"El cardenal de Villalba pierde a su 'padrino' en la 'fábrica de obispos'" De Ouellet a Rouco: el fin de la era piramidal en la Iglesia

Ouellet y Rouco
Ouellet y Rouco

"Cardenal hacedor de obispos que, so capa de moderación y de búsqueda de la síntesis entre corrientes, ejercía de máximo opositor de Francisco"

"Con su sempiterna sonrisa forzada en el rostro, quiso aglutinar al centro moderado, para lanzarlo contra el proceso sinodal y de reformas de la Iglesia"

"Su carrera opositora se vio frenada y frustrada por sendas acusaciones de ‘abusos sexuales’ en su época de arzobispo de Québec"

"Al parecer, el Papa está al tanto de la maniobra rouquiana y no parece dispuesto s tragarse ese sapo"

El despido del otrora poderoso prefecto de la factoría de obispos de la Iglesia católica, cardenal Marc Ouellet,  es un golpe de autoridad del Papa Francisco, con el que, quizás, quiere mandar un aviso a navegantes claro y rotundo: la época del clericalismo todopoderoso en una Iglesia piramidal se ha terminado.

Francisco está decidido a seguir avanzando en una Iglesia circular (o poliédrica), samaritana, evangélica y en salida. Y, para demostrárselo a los que le quieren presentar en una etapa ya titubeante y decrépita, se ‘ha cargado’ al auténtico ‘capo’. Al cardenal hacedor de obispos que, so capa de moderación y de búsqueda de la síntesis entre corrientes, ejercía de máximo opositor de Francisco. Con su sempiterna sonrisa forzada en el rostro, quiso aglutinar al centro moderado, para lanzarlo contra el proceso sinodal y de reformas de la Iglesia.

Ouellet, dormido
Ouellet, dormido

De hecho, organizó el simposio sobre el futuro del sacerdocio en el Vaticano, para dejar claro, por su boca y la de sus ponentes, su tesis de fondo: Mejoras en la Iglesia, sí, pero sólo dentro del marco de la doctrina existente.

Porque Ouellet no es estridente como Müller, Sarah o Burke. Ni tan rigorista como el fallecido cardenal Pell. Pero, precisamente por eso, más peligroso, amén de que le acompañaba el aura de haber cosechado bastantes apoyos en el último cónclave. Y eso, en la Iglesia, siempre cuenta. Y mucho.

Eso sí, su carrera opositora se vio frenada y frustrada por sendas acusaciones de ‘abusos sexuales’ en su época de arzobispo de Québec. Y, aunque promete querellarse contra las dos mujeres que le denunciaron, quedó manchado, tocado y hundido.

Además de un gesto de autoridad, la aceptación de la renuncia de Ouellet y el nombramiento de su sustituto es un misil más en plena línea de flotación del carrerismo clerical de los funcionarios de lo sagrado. Se ha terminado el ‘cursus honorum’. Los nombramiento ya no se hacen en función de las carreras y de las posiciones en el escalafón.

El Papa, con Prevost
El Papa, con Prevost

El Papa nombró prefecto de la fábrica de los obispos del mundo a un prelado del Perú profundo, obispo de Chiclayo, monseñor Roberto Prévost. Para el escalafón, un obispillo de un país periférico. ¡Lo que hay que ver! El poder clerical hecho añicos y el servicio como lema de vida para los más altos curiales.

Con la marcha de Ouellet se acaba una época también en España y el cardenal Rouco pierde su última agarradera en Roma. El otrora ‘vicepapa’ español es íntimo amigo del canadiense, al que le debe infinidad de favores en forma de nombramientos. De hecho, el gallego seguía influyendo en los nombramientos episcopales (auténtica madre del cordero del clericalismo) patrios a través del Prefecto.

Ya podían protestar Omella o la ‘comisión de nombramientos’ que Rouco se salía a menudo con la suya, porque tenía vara alta con el jefe del dicasterio de Obispos. Y, además, para afinar todavía más su estrategia, supo ganarse también el favor del Nuncio Auza, el encargado de confeccionar y seleccionar las ternas en España.

Rouco se queda sin padrino en Roma, al menos para nombrar obispos. La duda está en saber si su última jugada, su estrategia maestra para colocar a su sobrino en Compostela, va a decidirse antes del día 12 de abril, el plazo de tiempo que le queda a su amigo quebequense en el dicasterio.

Rouco y Rouquiño

No parece probable, porque, al parecer, el Papa está al tanto de la maniobra rouquiana y no parece dispuesto s tragarse ese sapo. Aunque el cardenal gallego, inasequible al desaliento y acostumbrado a maniobrar en las sombras, lo seguirá intentando. ‘Sic transit’… ¡Con lo que a él le gustaba obsequiar con mitras a sus fidelísimos!

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